Éxito en el lanzamiento de Sentinel-1C, el satélite para evitar futuras inundaciones: el Vega-C logra ponerlo en órbita
- El lanzador italiano Vega-C se ha enfrentado a su tercer vuelo tras el fallo de la segunda misión, hace justo dos años, y someterse a un rediseño importante.
- Más información: Éxito en el lanzamiento de la misión Proba-3: los satélites españoles que generarán eclipses ya están en el espacio
Tras la cancelación ayer debido a un problema técnico con el pórtico móvil, el cohete Vega-C ha recibido todos los permisos para poder ejecutar el despegue con el satélite Sentinel-1C a bordo. El encendido del único motor se ha producido cuando el reloj marcaba las 22:20 horas en España peninsular y, tan sólo unos instantes después, se ha elevado rumbo al espacio.
Han pasado poco más de dos minutos y la primera etapa de propulsión se ha desacoplado, recayendo el protagonismo en la segunda. Esta fase ha sido crítica, ya que hace dos años experimentó un problema técnico que provocó la pérdida de una misión, la segunda del cohete Vega-C y la primera con carácter comercial.
Los ingenieros del vehículo, liderados por la italiana Avio, han realizado cambios en la tobera de la mencionada segunda etapa. Estas mejoras pasan por la incorporación de un nuevo material más resistente que, según las pruebas ya realizadas, funciona correctamente.
El Sentinel-1C es el tercer satélite de la misión Sentinel-1 en abrirse paso hacia el espacio y formará una constelación en tándem con el Sentinel-1A. Por su parte, el Sentinel-1B dejó de estar operativo en el año 2021 debido a un problema en el radar, el sensor más importante de todos los que lleva a bordo y la razón de existir de la plataforma.
Forman parte del programa Copernicus impulsado por la Agencia Espacial Europea que tiene como objetivo la recolección de datos de toda la superficie terrestre. De hecho, estos satélites han tenido un papel fundamental hace unas semanas en la evaluación de las zonas inundadas por la DANA que ha sufrido Valencia. Con esos datos, se podrán estudiar qué zonas son las más propensas a sufrir inundaciones y llevar a cabo los trabajos hidráulicos necesarios.
Observación terrestre
Los satélites Sentinel-1 son "realmente el corazón de Copernicus", explicó Ramón Torres Cuesta, director del proyecto Sentinel de la ESA, un español que estos días se encuentra en las instalaciones del Puerto Espacial Europeo en Kourou como uno de los máximos responsables de la misión. "Son los componentes de la misión que definió el concepto" del programa que ya se ha convertido en un pilar fundamental de las investigaciones científicas.
La herramienta fundamental a bordo de los satélites Sentinel-1 es el radar y, en el caso de esta tercera iteración llamada Sentinel-1C, no iba a ser menos. La diferencia principal respecto a un satélite óptico es que este último "ve lo que hay, mientras que un radar pregunta lo que quiere y espera la respuesta", afirma Torres Cuesta.
"Un óptico ve nubes si hay nubes y, si es por la noche, evidentemente, no ve nada". Los radares van un paso más allá, son sensores todoterreno que se desenvuelven igual de bien en las condiciones atmosféricas más extremas o en la oscuridad plena de una noche cerrada. Ya que no se ven limitados por prácticamente nada, los Sentinel alimentan a Copernicus con un histórico de información de gran importancia científica para el estudio de la superficie terrestre.
Las aplicaciones de los datos obtenidos por los satélites Sentinel-1 son realmente variadas. Son útiles para "la planificación urbana, la agricultura, la gestión forestal, la detección de vertidos de petróleo, deshielo, y mucho más", señaló en esta ocasión Mauro Facchini, jefe de la unidad de observación de la Tierra de la Dirección General de Industria de Defensa y Espacio perteneciente a la Comisión Europea.
Una de las novedades que los ingenieros han introducido en el Sentinel-1C es un Sistema de Identificación Automática (más conocido como AIS, por sus siglas en inglés) que es capaz de recibir datos de los transpondedores de los barcos. Gracias a ello, el satélite pondrá vigilar el movimiento de los buques, indicando su dirección y velocidad. Con esto se conseguirá "apoyar los esfuerzos de detección de actividades ilegales y ayudar a los buques a evitar colisiones", apunta Facchini.
Para llevar a cabo toda este trabajo, la Agencia Espacial Europea ha elegido una órbita heliosíncrona situada a unos 693 kilómetros respecto a la superficie terrestre. Para ponerlo en contexto, la Estación Espacial Internacional se sitúa alrededor de los 400 km. "El Sentinel-1C llegó a la Guayana Francesa el pasado día 8 de noviembre, inaugurando la campaña de lanzamiento", resalta en esta ocasión David Iranzo-Greus, director de estrategia y marketing de Arianespace, la compañía encargada del lanzamiento y operación del cohete Vega-C.
Sello español
Al igual que ocurre con la inmensa mayoría de programas espaciales, las compañías españolas o las filiales de las multinacionales en el país han tenido un papel relevante en Sentinel-1C, tal y como indican desde la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (TEDAE). Thales Alenia Space, como contratista principal del satélite, ha aportado desde España los transpondedores de telemetría, seguimiento y comando de la nave, que permiten la comunicación y control desde Tierra firme.
También ha suministrado el subsistema de transmisión de datos en banda X, encargado de transmitir las imágenes radar captadas, la unidad de control del despliegue de la antena radar. GMV tiene un papel muy importante en todo el programa de observación Copernicus, desarrollando el lugar de control de la misión situado en el Centro de Operaciones de la ESA en Darmstadt (Alemania).
Esta compañía, con sede en Madrid, se encarga de alojar, monitorizar, operar y mantener el componente de planificación de la misión de los satélites Sentinel-1, de manera continua las 24 horas del día. Lo que incluye las operaciones para dar servicio a cualquier tipo de urgencia que se pudiera producir y en las que los radares espaciales puedan tener un papel fundamental, como por ejemplo las catástrofes naturales.
La rama española de Airbus Defence and Space ha sido la responsable del control térmico del satélite, con actividades relacionadas como el análisis, las predicciones de vuelo, el diseño, la fabricación y la integración de todo el hardware térmico. Sener, que cuenta con una participación clave en la sonda Proba-3, ha sido la encargada de aportar el mecanismo de despliegue y bloqueo del radar de apertura sintética.
Arquimea ha tenido un papel importante con su tecnología en la fabricación de los sistemas de control térmico del terminal láser de comunicaciones, mientras que la sevillana Alter se ha encargado del aprovisionamiento, la ingeniería y los ensayos de los componentes electrónicos a bordo de la plataforma y la carga útil.
Por último, Deimos ha desarrollado el sistema para llevar a cabo la calibración del instrumento durante su fase inicial tras el lanzamiento y para evaluar y monitorizar sus prestaciones en vuelo.