Desde los primeros compases de la invasión rusa en Ucrania, cuando los drones empezaron a asomar la cabeza como elemento clave en el campo de batalla, la tecnología no ha dejado de avanzar ofreciendo nuevas posibilidades estratégicas. De las soluciones caseras y los cuadricópteros comerciales adaptados hemos pasado a plataformas cada vez más sofisticadas, también procedentes de España, como Lord. La evolución de esos sistemas parece tener un objetivo claro: producir muchas unidades baratas en poco tiempo y dotarlas de inteligencia artificial para que tengan la autonomía necesaria para atacar en enjambres y sorprender al enemigo.
Es lo que propone la empresa alemana Helsing, que acaba de anunciar el inicio de la producción de su vehículo aéreo no tripulado (UAV) HX-2. Es un dron kamikaze con gran autonomía de vuelo y resistente a los sistemas de guerra electrónica, del que Alemania quiere enviar 4.000 unidades a Ucrania, según el periódico Bild. Aún así, es probable que ya haya sido usado en combate, ya que la propia compañía ha reconocido las "capacidades del dron desarrolladas y probadas a través de la amplia experiencia de Helsing en Ucrania", además de afirmar que "la tecnología básica está actualmente desplegada" en el país.
"Con el HX-2 estamos creando una nueva categoría de efector inteligente que combina masa, autonomía y precisión", según Niklas Köhler, cofundador de Helsing, en declaraciones recogidas en un comunicado de prensa. "Los HX-2 individuales pueden atacar con fiabilidad objetivos blindados en entornos muy disputados. Cuando se despliegan a gran escala a lo largo de las fronteras, los HX-2 pueden servir de poderoso escudo contra las invasiones de las fuerzas terrestres enemigas".
"Precisión, velocidad y robustez"
El HX-2 es un dron de ataque unidireccional desarrollado por Helsing, una empresa hasta ahora exclusivamente especializada en plataformas de software como Altra, que "conecta todos los elementos del campo de batalla para transformar la precisión, velocidad y robustez de las fuerzas terrestres modernas".
Esta primera incursión de la compañía en el campo de los UAVs se ha saldado con un dron de propulsión eléctrica, con cuatro motores y sus respectivas hélices, además de una configuración de ala principal y cola en forma de X. Su peso de 12 kg le permite volar a una velocidad máxima de 220 km/h y cuenta con una autonomía de hasta 100 km. En cuanto a su munición, a pesar de su pequeño tamaño, puede acarrear ojivas multiuso, antitanque o contra estructuras.
Pero el gran añadido de estos dispositivos, también apodados Mini-Taurus por las reticencias de Alemania de ceder los misiles Taurus, tiene que ver con el software de Helsing. "La inteligencia artificial a bordo garantiza que el HX-2 sea inmune a las medidas hostiles de guerra electrónica gracias a su capacidad para buscar, reidentificar y atacar objetivos, incluso sin señal o conexión de datos continua", explican en su página web.
Lo que no aclaran son los sistemas de a bordo que usa el HX-2 para hacer uso de esas capacidades, aunque las dos pequeñas aberturas en el morro parecen indicar la presencia de cámaras electroópticas e infrarrojas.
Estos vehículos no tripulados se pueden integrar en grandes enjambres gracias al software de reconocimiento y ataque Altra, con la ventaja de ser controlados por un único operador. "Los drones y los activos ISR adquieren la capacidad de penetrar en entornos de guerra electromagnética (EW) muy disputados, al tiempo que permiten a los sistemas de artillería y otros efectores atacar objetivos con índices de acierto superiores", según Helsing.
Su facilidad de producción en masa y su bajo coste unitario (no desvelado de momento), además de su integración en plataformas que funcionan con IA, recuerda a los productos de Anduril. La joya de la corona de esta compañía fundada por Palmer Luckey, el gurú que creó las primeras gafas de Facebook, es el software Lattice, una nube que recopila, ordena, analiza e informa de todo lo necesario para llevar a cabo operaciones. Utiliza los sensores de a bordo de sus plataformas —terrestres, aéreas e incluso marítimas— para proporcionar un centro de mando y control conectado.
La IA aplicada al campo de batalla
El uso de la inteligencia artificial en defensa no es nuevo: Israel, por ejemplo, se encuentra inmersa en la integración de la IA en decisiones tan importantes como la detección y el ataque a objetivos desde el aire. Los drones son su principal objetivo con los que prescindir del uso de pilotos y llegar más lejos que con el pilotaje remoto. De hecho, la última noticia en ese sentido es que OpenAI, los creadores de ChatGPT, se han asociado con Anduril para reforzar la defensa de EEUU.
El empleo de la inteligencia artificial en el armamento ha abierto un gran debate ético y moral en el que, por el momento, existe un consenso que establece la presencia humana —el llamado man in the loop— que supervise el funcionamiento y, en última instancia, decida sobre el disparo. En el caso de Helsing, sus responsables hacen hincapié en que el control autónomo de sus drones kamikaze no es ilimitado.
"Como empresa fundada en países democráticos y sobre valores democráticos, tenemos el deber especial de abordar el desarrollo y el despliegue de sistemas de defensa avanzados, como los drones de ataque, con especial responsabilidad y consideración", señalan en su web corporativa. "Creemos en el principio de que un ser humano tiene que estar en el bucle de todas las decisiones críticas; y sabemos que hacer cumplir este principio requiere convicción y liderazgo tecnológico, especialmente frente a adversarios que toman atajos".
En esos "atajos" está implícita la mención a Rusia, que lleva décadas apostando por esta tecnología. Por ejemplo, con el programa Perimeter, una secuencia de algoritmos de la era soviética para seleccionar objetivos y orquestar un ataque nuclear de represalia. Recientemente, el Ministerio de Defensa ruso desveló un plan con la vista puesta en los próximos 10 años con un apartado específico dedicado a la IA, que ya se está utilizando en la guerra de Ucrania en drones tanto aéreos como terrestres.
"La OTAN necesita urgentemente tecnología para proteger la integridad del flanco este. En Helsing hemos invertido para desarrollar esta capacidad y dar a la OTAN una ventaja gracias a la precisión masiva", señaló Gundbert Scherf, cofundador de Helsing. "El HX-2 proporciona autonomía mediante software e inteligencia artificial, al tiempo que mantiene el control y la supervisión humanos. La guerra electrónica había amenazado con erosionar la capacidad de actuación, y nosotros estamos devolviendo esta capacidad a los operadores".
El uso de estos drones en el campo de batalla en Ucrania parece inminente, aunque todavía no hay pruebas de su presencia. La posibilidad de saturar las defensas aéreas rusas con cientos de unidades baratas e inmunes a la guerra electrónica puede ser un elemento decisivo en los próximos meses del conflicto.