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La carrera por el armamento hipersónico está al rojo vivo. Es uno de los desarrollos de tecnología militar más importantes de las últimas décadas, con Estados Unidos, China y Rusia avanzando a marchas forzadas para intentar adelantarse a sus rivales. A diferencia de otros programas, como el de las armas láser, el ejército estadounidense trata de seguir el ritmo a los avances chinos y rusos, que ya cuentan en su arsenal con misiles como el YJ-21, capaz de hundir portaaviones, o el Zircón, con el que Putin ha roto el escudo de Kiev en su guerra contra Ucrania.

Para conseguir capacidades similares, la US Navy está adaptando el destructor furtivo USS Zumwalt, primero de su clase, para poder disparar misiles hipersónicos CPS (siglas de Conventional Prompt Strike) y mejorar sus discutidas capacidades. Para ello se está sometiendo a una actualización en los astilleros Huntington Ingalls Industries en Pascagoula (Misisipi), junto al golfo de México, de una duración todavía sin determinar.

La modificación supone la sustitución de las torretas gemelas de su Sistema Avanzado de Cañones (AGS, por sus siglas en inglés) por cuatro tubos de misiles, con una capacidad total para acarrear hasta 12 misiles CPS por cada buque y la vista puesta en 2027. Esta modernización es fruto de varios contratos y también incluye la instalación de nuevos sistemas avanzados de lanzamiento vertical Mk 57.

El USS Zumwalt en el astillero de Pascagoula HII Omicrono

El objetivo es proporcionar una plataforma para realizar ataques rápidos y de precisión desde distancias mayores pero, sobre todo, recuperar para la marina estadounidense unos buques con la tecnología más puntera que hasta ahora han evidenciado sus carencias. El elevado coste de su mantenimiento y construcción, que llega a los 7.500 millones de dólares por barco, es el principal blanco de las críticas, a lo que también han contribuido averías y diversos problemas con su armamento. 

Este es el intento más firme y directo de EEUU por acelerar la entrada en servicio de sus armas hipersónicas, que lleva más de dos décadas en desarrollo. China y Rusia le llevan ventaja, y el ejército estadounidense ha apostado por la sofisticación tecnológica y las propiedades furtivas de la clase Zumwalt para no quedarse atrás.

USS Zumwalt

El USS Zumwalt (DDG-1000) da nombre a su clase de destructores, concebidos durante el programa DD-21 de la década de 1990, como la solución definitiva para el apoyo de fuego naval, función que anteriormente cumplían los acorazados. Botado en 2013 y en servicio desde 2016, este avanzado buque de guerra destaca por su innovador diseño y la incorporación de tecnología para dificultar su detección.

Con un desplazamiento de aproximadamente 15.000 toneladas, una eslora de 182 metros y una manga de 24,6 metros, el Zumwalt es uno de los destructores más grandes de toda la flota estadounidense. Su velocidad máxima alcanza los 33,5 nudos (aproximadamente 62 km/h) y tiene una autonomía de 4,500 millas náuticas (alrededor de 8.334 km), lo que le permite operar durante largos períodos de tiempo en aguas abiertas.

La peculiar silueta del USS Zumwalt está diseñada para el sigilo US Navy Omicrono

Con una tripulación de 148 personas, una cifra sensiblemente menor que la de los destructores tradicionales, el Zumwalt se beneficia de un alto grado de automatización, lo que también contribuye a una supuesta reducción de los costos operativos, que en la práctica no se ha podido demostrar.

Una de las características más distintivas del USS Zumwalt es su diseño furtivo. Su perfil angular y las formas inusuales de su estructura están pensadas para minimizar su firma radar, emulando las tecnologías de sigilo usadas en aviones como el F-22 Raptor.

En cuanto a armamento, hasta la fecha el destructor estaba equipado con el sistema AGS de BAE Systems, capaz de disparar 10 proyectiles de largo alcance por minuto con un rango de hasta 160 km, lo que lo convertía en una plataforma eficaz para el apoyo de fuego naval a las fuerzas terrestres. El problema es que los cañones de 155 mm necesitaban una munición especial de proyectiles asistidos por cohetes, con un coste de 1 millón de dólares por unidad.

En la actualidad el Zumwalt posee capacidad para el lanzamiento de misiles de crucero Tomahawk y también cuenta con lanzadores verticales Mk 57 VLS, con una gran variedad de municiones disponibles. En cuanto a su sistema de propulsión cuenta con dos turbinas Rolls-Royce MT-30 encargadas de alimentar dos motores eléctricos de funcionamiento silencioso. También dispone de dos generadores auxiliares para sumar una impresionante cifra de 80 MW de potencia.

El destructor USS Zumwalt US Navy Omicrono

En cuanto a tecnología de radar, el Zumwalt cuenta con el sistema multifuncional AN/SPY-3, que le permite detectar y seguir amenazas de forma más efectiva a una distancia de hasta 370 km. El radar se utiliza también para mejorar su capacidad de defensa antiaérea, ya que asume el control final de los misiles antiaéreos.

El rol del USS Zumwalt está orientado a la superioridad naval en aguas abiertas y al apoyo de fuego terrestre y se antojaba como una pieza clave para las estrategias de guerra de la US Navy. Sin embargo, a pesar de su impresionante capacidad tecnológica, el Zumwalt ha enfrentado diversos retos operativos y controversias debido a su alto coste de desarrollo y mantenimiento, así como a limitaciones en su capacidad de disparar proyectiles.

Misiles hipersónicos CPS

Estados Unidos lleva desde 2010 desarrollando una sofisticada capacidad de ataque global conocida como el programa Conventional Prompt Strike (CPS), que evolucionó a partir del concepto inicial de Global Prompt Strike. Esta iniciativa, que ha sufrido varios altibajos y cambios de rumbo desde entonces, tiene como objetivo permitir ataques convencionales guiados con precisión en cualquier parte del mundo en un plazo de una hora.

El CPS abarca diversos mecanismos de lanzamiento y está actualmente en desarrollo como parte de sistemas de misiles de superficie, aéreos y submarinos. Las posibles tecnologías de lanzamiento abarcan desde cohetes balísticos intercontinentales (ICBM) hasta innovadores misiles hipersónicos de crucero o plataformas orbitales de armas cinéticas. La filosofía fundamental de diseño del programa se centra en la ampliación de las opciones de respuesta militar más allá de las capacidades tradicionales de ataque nuclear, con un énfasis específico en los escenarios de intervención rápida.

Un lanzamiento experimental del misil CPS US Navy / Wikimedia Commons Omicrono

En concreto, los misiles que usará el USS Zumwalt se denominan Long-Range Hypersonic Weapon (LRHW), también conocidos como Dark Eagle, con un alcance superior a los 2.700 km. Tienen un peso de 7,400 kg y de la propulsión se encarga un cohete de combustible sólido con dos etapas. A bordo de la ojiva viaja el Common-Hypersonic Glide Body (C-HGB) que, una vez alcanzada una altitud y velocidad superior a la del sonido, se libera y planea a velocidad hipersónica hasta descender hacia el objetivo, con la posibilidad de maniobrar para eludir las defensas antiaéreas enemigas.

Una de las mayores preocupaciones del Departamento de Defensa es implementar detalles de diseño para distinguir estos sistemas convencionales del armamento nuclear, reduciendo la posibilidad de que las naciones adversarias lo identifiquen como tal.

Un ecosistema de colaboración de contratistas de defensa estadounidenses ha impulsado el programa de mejora del CPS. Lockheed Martin es el contratista principal y se encarga del ensamblaje final del misil, con contribuciones críticas de Northrop Grumman, que desarrolla los propulsores del misil y los módulos de carga útil, y Dynetics, responsable de la construcción del cuerpo de planeo hipersónico.

La Oficina Presupuestaria del Congreso de EEUU ha proyectado unas necesidades de inversión sustanciales, estimando que serían necesarios aproximadamente 18.000 millones de dólares para producir y mantener 300 misiles hipersónicos CPS durante un periodo de dos décadas. Esto se traduce en un coste medio de 60 millones de dólares por misil, lo que subraya el considerable compromiso financiero que requiere esta tecnología militar de vanguardia.