A comienzos de año la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA (por sus siglas en inglés), presentó al mundo el X-59, su 'concorde' silencioso para recuperar los vuelos supersónicos de pasajeros que es capaz de unir Madrid y Nueva York en sólo dos horas. Fabricado por Lockheed Martin, la agencia espacial de Estados Unidos probará ahora unos conos sensores de choques montados en reactores para medir los "golpes sónicos" u ondas de choque de la aeronave y con los que quiere hacer volar a cazas F-15.
La NASA ha confirmado a través de un comunicado que en breves probará los avances realizados en una herramienta clave para medir los "golpes sónicos" que su silencioso avión supersónico X-59 producirá durante el vuelo. Se trata de una sonda de detección de choques, es decir, una sonda de datos aéreos, que tiene una forma cónica y que se ha desarrollado con características específicas para capturar estas ondas de choque.
Un dispositivo del que los investigadores de la NASA han desarrollado dos versiones para recoger datos precisos de presión durante el vuelo supersónico. Una de estas sondas está optimizada para realizar mediciones de campo cercano, captando así las ondas de choque que se producen cerca del lugar donde el 'concorde' X-50 las genere. La segunda de ellas medirá el campo medio, recopilando datos a altitudes entre 5.000 y 20.000 pies -1.524 a 6.096 metros- por debajo de la aeronave.
La NASA ha explicado que, cuando un avión vuela a velocidades supersónicas, genera ondas de choque que atraviesan el aire circundante y producen fuertes estampidos sónicos. En el caso del X-59, está diseñado para desviar esas ondas de choque, reduciendo así los fuertes estampidos sónicos a golpes sónicos más silenciosos. Durante los vuelos de prueba este 'concorde' irá acompañado por un caza F-15B con una sonda de choque acoplada al morro.
Una sonda que mide aproximadamente 1,80 metros y que recogerá continuamente miles de muestras de presión por segundo, captando los cambios de presión del aire mientras vuela a través de las ondas de choque. Los datos de los sensores serán vitales para validar los modelos informáticos que predicen la fuerza de las ondas de choque producidas por el X-59, según ha señalado la NASA.
Para la sonda de campo cercano, el F-15B volará cerca del X-59 a su altitud de crucero de aproximadamente 55.000 pies -16.764 metros- utilizando una configuración de "seguimiento del líder" que permitirá a los investigadores analizar las ondas de choque en tiempo real, según ha indicado la NASA. Mientras que la sonda de campo medio, destinada a misiones separadas, recogerá datos más útiles a medida que las ondas de choque se acerquen al suelo.
La agencia espacial estadounidense ha declarado que la capacidad de las sondas para captar pequeños cambios de presión es "esencialmente importante" para el X-59, ya que se espera que sus ondas de choque sean mucho más débiles que las de la mayoría de los aviones supersónicos. "Una sonda de choque actúa como la fuente de la verdad, comparando los datos previstos con las mediciones del mundo real", ha explicado Mike Frederick, investigador principal de la sonda en la NASA.
"Las sondas tienen cinco tomas de presión, una en la punta y cuatro alrededor del cono. Estos puertos miden los cambios de presión estática a medida que el avión vuela a través de las ondas de choque, lo que nos ayuda a comprender las características de choque de un avión en particular", ha señalado Frederick. Unos puertos que combinan sus mediciones para calcular la presión local, la velocidad y dirección del flujo de aire.
Los investigadores evaluarán en breve las mejoras de la sonda de detección de choques de campo cercano mediante vuelos de prueba, en los que la sonda, montada en un F-15B, recogerá datos persiguiendo a un segundo F-15 durante un vuelo supersónico. Entre las mejoras destacan la incorporación de transductores de presión -que miden la presión del aire en el cono- a sólo 5 pulgadas (12,7 centímetros) de sus puertos.