
Julia de León, junto a una maqueta del GRANTECAN
Julia, la española que vigila el asteroide que podría estrellarse contra la Tierra: "Sería como si explotase una bomba atómica"
El objeto celeste 2024 YR4 tiene un tamaño entre 40 y 100 metros y unas probabilidades de impactar contra la Tierra de 1,6%.
Más información: Así avanza ARRAKIHS, la misión espacial que lidera España para comprender mejor la materia oscura
La monitorización del cosmos en busca de potenciales amenazas para el planeta es uno de los campos de investigación más importantes de los astrofísicos, incluyendo a los que trabajan en los diferentes Institutos de Astrofísica de España. El pasado 29 de enero, la NASA informó de la detección del asteroide 2024 YR4, que tiene una probabilidad superior al 1% de impactar contra la Tierra el 22 de diciembre de 2032.
Tras el aviso de la agencia espacial estadounidense, la ONU decidió activar el Protocolo de Seguridad Planetaria con el fin de poner en marcha una serie de mecanismos y pautas para preparar a la humanidad de cara al posible impacto del cuerpo celeste. Una de las primeras medidas ha sido la de reunir a un grupo de científicos expertos en la materia tanto de la NASA como de la Agencia Espacial Europea (ESA).
La cifra aportada por los estadounidenses de "más del 1%" de probabilidad fue ampliada por los científicos europeos, con un porcentaje estimado del 1,6% junto a un tamaño de entre 40 y 100 metros. El 2024 YR4 fue encontrado el pasado diciembre por un telescopio ubicado en Chile que se dedica a la monitorización de este tipo de amenazas espaciales.

Hera, misión de la ESA que analizará el impacto de DART en el asteroide
Se trata de una tarea realizada de forma autónoma por los sistemas de detección que emplean parte de su capacidad en encontrar nuevos objetos espaciales. "Sólo unos días después, comenzamos a trabajar en Canarias", ha explicado Julia de León, investigadora del Instituto Astrofísico de Canarias, al EL ESPAÑOL-Omicrono.
"El 99,9% de las veces, este tipo de alertas van disminuyendo la probabilidad de impacto con la Tierra, pero no ha sido así en este caso". De ahí la particularidad y la relevancia internacional que ha adquirido el asteroide 2024 YR4 en los últimos días. "Además, es la primera vez que se activa el Protocolo de Seguridad Planetaria y, si finalmente no ocurre nada, puede servirnos como entrenamiento".
"Lo observé el 12 de enero"
"El Instituto de Astrofísica de Canarias pertenece a la International Asteroid Warning Network (IAWN), una entidad coordinada por la NASA donde se incluyen los grupos de investigación con capacidad de observación de asteroides". El equipo al que pertenece Julia de León lleva años trabajando en el estudio de pequeños cuerpos del Sistema Solar, "no sólo asteroides, también cometas o cuerpos helados".
En los últimos años, desde que Julia de León tomó el liderazgo, el equipo se ha ido especializando en la investigación y análisis de los cuerpos que se acercan a la tierra. Son los denominados NEO (Near-Earth Objects, en inglés) que todas las agencias espaciales se afanan por detectar con la máxima antelación posible para poder afrontar situaciones de posibles impactos.

Imagen del Gran Telescopio de Canarias
"En el tema de defensa planetaria nos hemos ido posicionando poco a poco con el paso del tiempo", ha continuado. "Somos referencia a nivel europeo porque tenemos el Observatorio del Teide, en Tenerife, y el de Roque de los Muchachos, en La Palma, donde hay muchos telescopios de todos los tamaños".
Los más pequeños, ubicados en el Teide, se emplean específicamente para el cálculo de las órbitas, refinar la posición de los objetos en el cielo, hacer estimaciones de cómo de rápidos giran o qué tamaño tiene. Aunque "la joya de la corona, el referente en toda la comunidad espacial por el ser el telescopio óptico más grande del mundo", es el GRANTECAN (Gran Telescopio de Canarias) de 10,4 metros de diámetro.
Este telescopio se encuentra en la isla de La Palma y Julia de León y su equipo lo utilizan para detectar la luz que se refleja en la superficie. Con esa información pueden conocer la composición química y mineralógica del asteroide, un dato muy relevante a la hora de abordar una misión para desviarlo. "Los últimos análisis nos dicen que se trata de una única roca formada por silicatos".
"Yo lo observé por primera vez la noche del 12 al 13 de enero, cuando pude hacer un hueco en mi programación", ha comentado Julia de León. "Utilicé el GRANTECAN para verlo en el rango óptico que me permitiera conocer la composición".

Julia de León junto a una maqueta del rover Exomars
La observación del asteroide, que apenas llega mes y medio desde su detección, está a muy pocas semanas de quedarse en suspenso. Su órbita le está llevando en una trayectoria de alejamiento respecto a la Tierra. "Vamos a poder observarlo hasta finales de marzo, como mucho, empleando sistemas terrestres".
El as bajo la manga de la comunidad científica internacional está ahora a un millón y medio de kilómetros de la superficie del planeta azul. "Estamos preparando una solicitud para que la NASA que reoriente el telescopio James Webb y así poder mirar hacia el asteroide, aunque deberán actuar muy rápido, algo que no es para nada sencillo". Por el momento, al cierre del artículo, la agencia espacial estadounidense no ha hecho ninguna mención oficial sobre el empleo de su buque insignia espacial.
Momento clave: el 2028
"Una órbita puede compararse con una pista de atletismo", ha explicado en esta ocasión René Duffard, investigador del Instituto Astrofísico de Andalucía, a EL ESPAÑOL-Omicrono. "El asteroide tarda 4 años en cumplir una vuelta al Sol, por lo que el tiempo que lo hemos podido observar es mínimo, como si el corredor hubiera dado sólo unos cuantos pasos".
Con estos datos disponibles, la comunidad científica ha estado trabajando y realizando las estimaciones antes indicadas, pero es muy posible que vayan cambiando durante las semanas que quedan de visión del asteroide. "Yo confío en que la probabilidad bajará próximamente".

Interior del Gran Telescopio de Canarias
Una vez el asteroide se aleje de la Tierra y tampoco sea detectable por el telescopio James Webb, lo único que queda es esperar a que vuelva a pasar cerca dentro de 4 años. Durante todo este tiempo, los científicos continuarán realizando cálculos y el objeto celeste quedará marcada como elemento potencialmente peligroso dentro del catálogo de la International Asteroid Warning Network.
El regreso en 2028 será esencial porque permitirá afinar mucho los cálculos realizados hasta ahora y saber la probabilidad de impacto de una forma mucho más fiable. "Es algo muy positivo que hayamos detectado el asteroide con tanto tiempo, cuando vuelva a acercarse a la Tierra en 2028 todavía tendremos margen para buscar una solución si se confirma el riesgo", ha recalcado Julia de León.
En cuanto al Protocolo de Seguridad Planetaria, ambos expertos coinciden. "Es algo que es necesario porque en algún momento va a pasar", ha explicado Duffard. Lo que se ha activado ahora es una especie prealerta con el fin de coordinar a todas las agencias espaciales y a sus respectivos departamentos de vigilancia. Para la toma de medidas a gran escala —tanto la relacionadas con neutralizar el peligro como minimizar el riesgo a la población— se tendrá que esperar a conocer más sobre el objeto celeste.
Efectos devastadores
"Es posible realizar una estimación teniendo en cuenta el tamaño y la composición del asteroide", explica Julia de León. "Sería un destrozo bastante más importante que el producido por el asteroide Chelyabinsk que cayó en Rusia hace 12 años, cuya onda de choque fue devastadora".
El Chelyabinsk fue un bólido que impactó cerca de la ciudad homónima el 15 de febrero de 2013 justo después del amanecer. El asteroide medía alrededor de los 20 metros y tenía una masa de 13.000 toneladas que impactaron contra la atmósfera sobre los Montes Urales (Rusia) a una velocidad superior a 18 kilómetros por segundo.
La roca explotó a unos 30 kilómetros de altura respecto a la superficie liberando cerca de medio megatón de energía, el equivalente a 35 bombas de Hiroshima (Japón). Sólo dos minutos más tarde después de ese suceso, tal y como indica la Agencia Espacial Europea, la onda expansiva alcanzó el suelo y dañó miles de edificios, rompiendo ventanas e hiriendo a unas 1.500 personas.
Imágenes del Bólido de Cheliábinsk
El otro evento similar registrado más recientemente es el famoso bólido de Tunguska de 1908, que también cayó en una zona escasamente poblada de Rusia. Los registros de este evento son muy limitados y no existe realmente un consenso científico sobre el tamaño del asteroide, tan sólo se da un abanico entre 50 y 190 metros.
Los efectos del Tunguska fueron asoladores, se estima que liberó una cantidad de energía de entre 3 y 30 megatones, arrasando a su paso más de 80 millones de árboles. Se cree que, al igual que el Chelyabinsk, el principal factor de destrucción fue la onda de choque.
En cuanto al 2024 YR4, Julia de León ha indicado que "podría destruir una ciudad pequeña, una especie de bomba atómica" en caso de cayera en la superficie y en una zona poblada. "Si impacta contra la Tierra un asteroide de 100 metros, teniendo en cuenta el peor escenario, hay que preocuparse", ha indicado en este caso René Duffard. "No es para una extinción global como pasó a los dinosaurio, no va a ser una cosa así, pero puede hacer daño".
La situación cambia si cae en el mar, que "es lo más probable al estar la Tierra cubierta la mayor parte por el agua", ha afirmado Duffard. En este caso, dependiendo de la zona de impacto, puede "crear un maremoto importante". Diagnóstico en el que coincide Julia de León.
¿Cómo se neutraliza un asteroide?
El ejemplo más efectivo e inmediato ocurrió con la misión DART de la NASA que impactó en septiembre de 2022 contra un objeto celeste y logró desviarlo de su trayectoria. El objetivo del choque fue el asteroide Dimorphos de 160 metros, confirmándose su efectividad pocos días después por parte de la misma agencia espacial.
"Lo bueno de haber detectado ahora el asteroide, tras haber realizado la misión DART, es que ya sabemos cómo debe de ser el tamaño de la aeronave, su peso y la velocidad con la que hay que impactar para desviarlo". Incluso la composición del 2024 YR4 es muy similar a Dimorphos.

NASA
Todavía se desconocen los siguientes pasos de la NASA, "depende de los datos que saquemos de aquí a que acabe la ventana temporal de visión del asteroide". Este proceder, para René Duffard, es el mejor de todos. Se han planteado otros métodos mucho menos delicados, como intentar desintegrar el objeto celeste a base de explosiones nucleares.
"Ese escenario podría darse cuando el asteroide está muy lejos, aunque no es el mejor", ha explicado el investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Se puede pasar de tener una roca grande concentrada y convenientemente estudiada a cientos o miles más pequeñas imposibles de monitorizar.

Ilustración de DART dirigiéndose al asteroide Didymos
Este último escenario fue el planteado por la NASA en 2018 en un programa que no pasó de la fase conceptual. La agencia espacial estadounidense planteó entonces un problema al Laboratorio Nacional de Lawrence Livermore (California) donde el protagonista era un asteroide al que había que desviar por su peligro de impacto contra la Tierra.
Los cálculos estadounidenses arrojaron que se necesitaban 75 cohetes Delta IV Heavy de United Launch Alliance (ULA) para reorientar al asteroide Bennu de unos 500 metros y 60 millones de toneladas. Este modelo de cohete ejecutó su último vuelo en abril de 2024, por lo que habría que buscarle un sustituto, pero da una idea de la magnitud.
Fue entonces cuando se creó el proyecto HAMMER (Hypervelocity Asteroid Mitigation Mission for Emergency Response o Misión de Mitigación de Asteroides a Hipervelocidad para Respuesta a Emergencias). El objetivo era desviar el asteroide utilizando su propia energía cinética, con la posibilidad de acarrear un arma nuclear.
"Si el asteroide es lo suficientemente pequeño y lo detectamos lo suficientemente temprano, podemos hacerlo con el golpeador", declaró en 2018 David Dearborn, del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore. "El golpeador no es tan flexible como la opción nuclear cuando realmente queremos cambiar la velocidad del cuerpo rápidamente".

Asteroides Bennu y Ryugu junto con el Long March 5 Omicrono
Más recientemente, en 2021, el Centro de Ciencias Espaciales de China inició un estudio para enviar una flota de cohetes y hacerlos chocar contra ese mismo asteroide Bennu. El planteamiento de Pekín fue estrellar un total de 23 naves espaciales contra ese mismo cuerpo celeste y así desviarlo de la trayectoria de impacto con la Tierra, algo que está programado para dentro de 150 años.