Una de las estrategias más populares de los fabricantes de teléfonos inteligentes en España ha pasado por crear versiones algo recortadas de sus gamas más altas. Estos últimos dispositivos suelen tener precios altos que reflejan las prestaciones con las que cuentan a todos los niveles. Pero que con unos pequeños cambios en algunos apartados resulta un producto mucho más atractivo y, realmente, se pierden pocas especificaciones para el usuario no muy exigente.
Esa descripción se ajusta a la perfección al Samsung Galaxy S20 FE (Fans Edition), un smartphone que cuenta con una hoja de especificaciones muy buena aunque claramente inferior a los buques insignia de la compañía surcoreana. Algo que le ha funcionado bien tanto a la propia Samsung como a otras gigantes de la talla de Apple, cuyo iPhone XR copó una parte muy importante de las ventas de la compañía hasta que fue relevado por el iPhone 11 como teléfono de entrada.
El mismo afán de conversión en líder al que aspiran el resto de marcas, pero en este caso con uno de los smartphones Android más competentes del mercado. Es cierto que, aunque es una versión algo inferior a los gamas top, sigue contando con un precio en el que se encuentran otras propuestas interesantísimas de marcas como Xiaomi o Realme, donde emplazan sus gamas más potentes.
Casi igual de prémium
Lo que está claro es que el Galaxy 20 FE tiene el espíritu de calidad de construcción que ha aupado a Samsung como una de las mejores marcas del panorama. El cuerpo, fabricado totalmente en plástico, se encuentra disponible en una gama de colores tan amplia que costará elegir uno. Un total de 5 tonalidades que van desde el azul oscuro (el de esta review) hasta el rosa, pasando por un menta, rojo y naranja.
Eso sí, no nos vayamos a esperar materiales de ultimísima generación. el Galaxy S20 FE está construido en su totalidad de plástico, muy bien acabado eso sí, con una terminación algo resbaladiza que nos obligará -o casi- a poner una funda. A diferencia de otros terminales de la compañía, como el Galaxy Z Flip o el Galaxy Fold 2, tenemos delante a uno con un formato tradicional.
Desde el punto de vista estético, lo que más llama la atención es el módulo de la triple cámara trasera y una frontal con un discreto agujero donde se emplaza la cámara que usaremos para autorretratos. Y es que la pantalla es uno de los puntos más fuertes del terminal de la marca.
Dispone de una pantalla AMOLED, firmada por la propia compañía, que cuenta con una resolución FullHD+ en sus 6.5 pulgadas de diagonal. Samsung también ha considerado elevar a 120 Hz la tasa de refresco de la pantalla, colocándolo en una misma posición que el resto de la gama alta de la compañía. Un panel extraordinario con un brillo más que suficiente que hará las delicias de quien lo mire. Respecto a los modelos mayores, pierde algunas especificaciones importantes como el soporte HDR10+ y una escala en la resolución. Aunque verdaderamente no es algo a lo que dar demasiada importancia en este tamaño de pantallas.
La pantalla se ve realmente bien con unos colores vivos extraordinarios. Además, la tasa de refresco a 120 Hz es una auténtica delicia. En cuanto al brillo, la posición en automático tarda más que otras propuestas en ajustarse al ambiente pero cuando lo hace el rendimiento es el óptimo
Otro de los puntos importantes de la pantalla es el lector de huellas que nos encontramos bajo ella. El funcionamiento, personalmente, no ha sido el mejor de los que he podido experimentar en otros smartphones pero, cuando funciona, es de los más rápidos del mercado. Este tipo de sensores siguen estando un peldaño por debajo a nivel de velocidad que los que se emplazan fuera de la pantalla en el lateral, frontal o parte trasera. Lo que sí ha funcionado bien es el desbloqueo facial, pero en estos momentos de mascarilla obligatoria no es muy provechoso.
Rendimiento superior
En este apartado sí que no han escatimado. El Samsung Galaxy S20 FE cuenta con uno de los mejores esquemas de especificaciones internas del mercado, herencia de sus hermanos mayores. En el apartado de procesador podemos encontrarnos con 2 versiones: una con el Exynos 990 propio de Samsung y otra con el Qualcomm Snapdragon 865. Contar con una u otra opción depende en solamente de si compramos el teléfono con capacidad para conectarse a la red 5G, en cuyo caso será el procesador de Qualcomm el encargado de dar todo el poder al terminal.
En el apartado de memoria RAM también tendremos casi la misma configuración que en el resto de la familia. Solamente tendremos que elegir entre una configuración con 6 u 8 GB de memoria RAM LPDDR5 (la más rápida hasta la fecha) junto con 128 GB o 256 GB, ambas con el estándar de velocidad UFS 3.1.
El rendimiento es realmente bueno, la última hornada de procesadores de Qualcomm ha salido especialmente buena y consigue el equilibrio perfecto entre el rendimiento 'en bruto' cuando exigimos en videojuegos y un consumo razonable cuando realizamos tareas cotidianas. En todo esto tiene mucho que ver los diferentes tipos de núcleos del procesador que son capaces de activarse o quedarse a la espera según se vaya requiriendo.
Ni un retardo ni un cuelgue y mucho menos una ralentización. El Samsung Galaxy S20 FE puede con todo. Y es que no renuncia a un solo aspecto en el ámbito de rendimiento respecto a sus hermanos mayores que se sitúan como referencia en el segmento superior.
Quizá el punto más negativo del smartphone y que se arrastra en otras propuestas similares es la duración de la batería. Los 120 Hz son extraordinariamente vistosos, pero también son un pequeño gran agujero para la batería. Los 4.500 mAh, con una carga rápida más bien normalita, son los justos -pero justos- para pasar un día con un uso medianamente avanzado. La combinación entre un procesador potente, una pantalla gastona y una carga rápida discreta no es la mejor a la que podía optar Samsung. Los 25 W que soportan han sido ampliamente superados por la competencia representada en compañías como Oppo o Huawei.
Cámaras a la altura
Llegamos a uno de los apartados más interesantes del dispositivo. Tradicionalmente, Samsung ha basado su estrategia de smartphones en unas excelentes pantallas y cámaras. Como ya hemos comentado, la pantalla es una de las mejores que nos encontramos en el mercado y la cámara no iba a ser menos. Cuenta con los mismos sensores que sus hermanos inmediatamente mayores, a excepción del S20 Ultra que dispone de una lente extra.
La distribución de cámaras de este Galaxy S20 FE es un angular de 12 megapíxeles combinado con un gran angular de otros 12 megapíxeles y un telefoto x3 de 8 megapíxeles. En cambio, la cámara frontal tiene disponibles 32 megapíxeles y la calidad se encuentra en la norma actual.
El resultado es, como se puede apreciar en las imágenes, excelente. Destacamos positivamente el acierto de la inteligencia artificial que es capaz de adaptar los parámetros de la cámara según la escena.
Además de la posibilidad de desactivarla para que no 'entrometa' en la foto, podemos optar por disparar con el modo profesional donde poder ajustar los valores como la exposición o la ISO de forma manual.
Otro punto importante que nos ha parecido positivo es implementar un objetivo telefoto capaz de ofrecernos la posibilidad de jugar con un zoom real. Lo que le hace estar a la altura de los modelos de una gama más alta.
Hace tiempo que Samsung se bajó del barco de la guerra de los megapíxeles, al igual que iPhone, y opta por equipar un sensor algo más pequeño pero de una calidad que más quisiéramos obtener en algunas cámaras móviles de 64 megapíxeles.
¿Me lo compro?
Leyendo la reseña puede parecer que el Samsung Galaxy S20 FE es un teléfono asequible para todo el mundo, pero lo único cierto es que el dinero a desembolsar arranca en 599 euros para la versión 4G y 699 euros para la versión con 5G. Una ventana de precios que actualmente está dominada por Apple con modelos como el iPhone 11.
Y es que estas versiones algo recortadas están salvando las ventas de muchas compañías cuyos usuarios han comprobado que no necesitan tener lo último ni lo mejor para llevarse al bolsillo un equipo de gama alta. Con el S20 FE, y al igual que ocurrió la generación pasada con el S10 SE, busca posicionar un teléfono inteligente de gama alta pero a un precio de entrada más razonable recortando en especificaciones no muy relevantes para su público objetivo.
Los 599 de la versión 4G con el procesador Exynos (desarrollado por la propia Samsung) pueden ser el peldaño perfecto para acceder a la gama alta de la compañía. Eso sí, teniendo en cuenta el extraordinario rendimiento del Snapdragon 865 y la posibilidad de conectarse a 5G, los 100 euros extras que tendremos que asumir son casi obligatorios.