Si algo nos ha enseñado el título recientemente lanzado en España Cyberpunk: 2077, es que estamos abocados a un futuro en el que el transhumanismo sea una realidad, especialmente combinada con inteligencia artificial. Quizás aún queda para que ese futuro se haga real, pero ya damos pasos en esa dirección. O... pedales.
Centrándonos en un terreno bastante más familiar, no tenemos máquinas cibernéticas invadiendo nuestro cuerpo, pero sí tenemos esta bici eléctrica que se conecta a nuestro cerebro. Más concretamente, se conecta a una gorra de monitoreo cerebral con electrodos ubicada bajo nuestro casco.
¿Para qué queremos conectarnos a una bici eléctrica? Este es el trabajo de los investigadores de Exertion Games Lab en la Universidad Monash de Australia, un laboratorio y busca que la bicicleta nos pueda monitorear mientras pedaleamos en ella.
Una bici eléctrica conectada
La bici eléctrica, apodada "Ena", supervisa nuestra actividad neuronal". Concretamente, revisa que nuestra actividad esté entre los 0.76 y 1.19 microvoltios "dentro del rango alfa alto de 10-12 Hz", dicen los investigadores. "Estos corresponden a que el campo de visión esté periféricamente abierto, permitiendo una alta conciencia del medio ambiente que rodea al conductor".
Los cables traseros envían estos datos a un ordenador ubicado a bordo y que interactúa con la electrónica de la bici. Cuando esta detecta que el conductor está en un estado de conciencia periférica, enciende el motor eléctrico. Si ese campo se contrae lo que ocurre usualmente cuando el cerebro detecta una amenaza o se centra en algo, apaga el soporte eléctrico.
Exacto: se busca la seguridad. La bicicleta puede reconocer el peligro tan rápido como nuestro cerebro y actúa rápidamente para evitar que la bicicleta siga funcionando y pararlo antes de tiempo. Es decir, la bicicleta solo interviene cuando se le necesita.
Un poco engorroso
El sistema, aunque eficaz, tiene bastantes problemas tal y como vemos en su propio estudio. Debemos estar correctamente equipados, con la gorra de electrodos puesta en todo momento y con el ordenador y la electrónica acoplados a la bicicleta. Incordios que son bastante poco amigables con el usuario, especialmente si este quiere dar un paseo en bicicleta.
Pero tiene dos problemas graves que los investigadores de Exertion Games están sopesando. El primero es que no estamos acostumbrados a que una bicicleta eléctrica actúe por nosotros, lo que irónicamente puede generar un accidente. Recordemos que cuando estamos en un carril bici y estamos detrás de alguien, nos enfocamos en él. El funcionamiento de este sistema dictamina que en esta situación los frenos apagarían el motor y pararían los frenos.
El segundo, quizás más peligroso, es que la gorra debe estar perfectamente adherida a nuestra cabeza para que el ordenador de a bordo haga los cálculos necesarios, lo que tampoco es muy fácil de hacer si estamos en movimiento.