Las freidoras de aire se han convertido en uno de los electrodomésticos más populares en las viviendas de España, donde se pueden encontrar una gran variedad de modelos: desde uno de Xiaomi con diseño minimalista y potente hasta otro de Lidl que cuesta menos de 22 euros. Unas máquinas que permiten cocinar alimentos sin aceite y de una forma más sana y que son actualmente el método de cocción menos contaminante, según un nuevo estudio.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Birmingham (Reino Unido) señala que las freidoras de aire producen una mínima parte de la contaminación del aire interior que emiten otros métodos de cocción, como puede ser la sartén o la fritura. La mayoría de la gente pasa más del 80% de su tiempo en espacios cerrados, por lo que los efectos de los contaminantes interiores constituyen un importante problema de salud, como síntomas agudos y afecciones crónicas como enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y respiratorias.
Cabe destacar que la cocina es una de las principales fuentes de contaminación del aire interior. Para su estudio, publicado en Indoor Air, los investigadores de la Facultad de Geografía, Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente de la Universidad de Birmingham utilizaron una cocina de investigación del campus para salvar la distancia entre los experimentos de laboratorio en cámara que miden la contaminación de distintos métodos de cocción y las pruebas menos controladas en cocinas domésticas.
Para la investigación se han llevado a cabo una serie de experimentos. Por ejemplo, los investigadores cocinaron pechugas de pollo usando cinco métodos diferentes: fritura en sartén, salteado, fritura profunda, hervido y fritura al aire, en una cocina de investigación bien controlada. Y midieron los niveles de partículas y compuestos orgánicos volátiles (COV) emitidos por cada método. Para lo primero, calcularon las concentraciones máximas en microgramos por metro cúbico de aire.
En el caso de la fritura en sartén, la concentración máxima fue de 92,9; en el de la fritura salteada, de 26,7; en el de la fritura profunda, de 7,7; en el de la ebullición, de 0,7; y en el de la fritura al aire, de 0,6. Por su parte, los resultados de los COV se midieron en "partes por billón" o 'ppb'. Los niveles relativos de contaminación en los distintos métodos de cocción fueron similares a los de las emisiones de partículas.
En la sartén se registraron 260 ppb de COV; en la fritura, 230 ppb; en el salteado, 110 ppb; en el hervido, 30 ppb, y en la fritura al aire, 20 ppb. Los investigadores también han identificado y cuantificado los COV específicos que más se emiten durante las actividades culinarias. Tanto para las partículas como para los COV, los investigadores siguieron midiendo la contaminación una vez finalizado el proceso de cocinado y registraron niveles sustancialmente más altos de contaminantes en la cocina durante más de una hora después de haber cocinado los alimentos, a pesar de que el proceso de cocción sólo había durado unos 10 minutos.
"Hay una serie de factores que afectarán a los niveles de contaminación de la cocina junto con el método utilizado, incluida la cantidad de aceite utilizado, y la temperatura de la estufa. Lo que sí podemos afirmar con certeza es que mejorar la ventilación de las cocinas abriendo ventanas o utilizando extractores ayudará a dispersar las partículas contaminantes y a reducir la exposición personal", ha señalado Christian Pfrang, autor principal.
"También es muy importante comprender que las partículas permanecerán en el aire durante bastante tiempo después de haber terminado de cocinar, por lo que seguir ventilando o mantener los extractores encendidos durante un periodo de tiempo ayudará realmente a evitar la acumulación de esta contaminación interior y a reducir la posibilidad de que los contaminantes se transporten y distribuyan por toda la casa, con el consiguiente aumento de la exposición personal", ha concluido Pfrang.