Feliz 25º aniversario, Linux
Hoy es el 25º aniversario de Linux, y es por lo tanto una buena oportunidad para mirar atrás y ver la influencia de este kernel en nuestras vidas.
25 agosto, 2016 12:17Noticias relacionadas
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Hoy se cumple el 25º aniversario de Linux, y como no podía ser de otra manera en Omicrono queremos celebrarlo y felicitar a Linus Torvalds por su creación.
Mi relación con Linux empezó de manera formal cuando tenía 19 años; por aquel entonces ya tenía cierto interés por ese ecosistema, tan diferente de lo que estaba acostumbrado. Unos cuatro años antes había visto Linux en acción por primera vez (Debian probablemente), y me había dejado confundido y maravillado a partes iguales.
En concreto, lo que me llamaba la atención que gracias a Linux cualquier persona podía crearse su propio sistema operativo, y en ocasiones la comunidad estaba tan dividida que parecía realmente que había una distro para cada persona.
El aniversario de Linux, una buena oportunidad para echar la vista atrás
Pero lo que otros podrían catalogar como “debilidad”, la personalización extrema era para mí la gran fortaleza de Linux; no en vano me había tirado desde que tenía 10 años toqueteando un ordenador con un Pentium 1 que me habían regalado, empezando por instalar nuevos skins en Winamp y terminando por modificar archivos del sistema con catastróficos resultados (mi madre seguro que recuerda más de un llanto).
Por eso, cuando nuestro profesor de Redes nos anunció que en la siguiente clase íbamos a aprender Linux (no, no aprendimos eso en Administración de sistemas, no preguntéis), al día siguiente estaba tan emocionado que salí de casa mucho antes de la hora.
Esta primera experiencia fue… agridulce. En perspectiva, no ayudó mucho que mi primera distro fuese Mandriva, la favorita del profesor. De hecho, muchos de mis compañeros salieron de clase odiando Linux para el resto de sus días, frustrados porque habían perdido el tiempo intentando configurar el sistema sin mucho éxito. Y la siguiente clase fue igual. Y la siguiente.
Pero para mí, esos días fueron probablemente algunos de los más felices de mi vida, y no estoy exagerando; no había sentido esa sensación de entrar en un mundo nuevo, en el que todo era posible, seguramente desde que aprendí a leer. En los descansos, veía a mi profesor delante del ordenador, peleándose con el módulo, el programa o la librería que estaba dando problemas, mientras se tragaba un café frío y murmuraba palabras sin sentido. Me encontré admirando a una persona que no tenía absolutamente nada de lo que presumir.
Así que continué; pronto conseguí que todo funcionase correctamente, empecé a instalar programas, a descubrir las posibilidades del sistema, a hacerlo mío. Compilar el kernel de Linux fue la puntilla (y algo que recomiendo a todo el mundo): desde entonces amo Linux con pasión, aunque hemos tenido mejores y peores momentos, épocas en las que hemos tenido que distanciarnos y otras en los que no hemos podido separarnos.
Linux, algo más que un proyecto personal
Me pregunto si los que leyeron el primer correo en el que Linus Torvalds presentó su kernel sintieron las mismas sensaciones. Me pregunto si cuando se decidió el nombre de Linux (que Torvalds no quería usar porque le parecía ególatra), hubo gente que pensó que era el inicio de algo tan grande.
Por supuesto, Linux por si solo no hubiera conseguido ni una décima parte de lo que consiguió. El propio Torvalds atribuye buena parte de su éxito a la licencia GPL que permite la distribución y la modificación, pero obliga a la publicación de las modificaciones; de esta manera las grandes compañías no han podido aprovecharse de este trabajo comunitario, y en vez de eso han tenido que sumarse al proyecto. Y gracias al proyecto GNU, Linux consiguió los programas necesarios para ser algo más que un kernel, un sistema operativo.
En la actualidad, Linux nos rodea por todas partes. Tenemos smartphones basados en ese kernel, usamos páginas web con servidores que ejecutan ese sistema, y en el desarrollo de su código ahora participan algunas de las empresas más importantes del planeta. Linux es hoy la norma, aunque al mismo tiempo se haya vuelto algo complaciente.
Pero para mí, Linux siempre será esa puerta al infinito que cambió mi vida.
Felicidades, Linux.