Esta máquina para votar de Estados Unidos ha sido fácilmente hackeable.
Votar telemáticamente, o al menos electrónicamente parece buena idea. De hecho, lo es: se ahorra tiempo además de recursos humanos. Es un sueño que tenemos (al menos en España, para no tener que salir o que estar durante bastante tiempo esperando en la cola). No obstante, también tienen desventajas: gran parte de la población no se fiaría y, si hubiera algún fallo de seguridad, podría ser hackeable.
Y es precisamente ese el miedo de los que están en contra: son sistemas opacos (quién esté detrás podrá manipularlo ‘fácilmente’, o al menos esa es la percepción), además de que como decimos podrían llegar a ser hackeados.
Máquinas para votar de Estados Unidos, una chapuza
Las máquinas de las que hablamos se usaron durante tres elecciones en Estados Unidos. Se usó en la reelección de Bush hijo, en la elección de Obama y en la reelección de este último, además de en otras elecciones pero a nivel estatal. Fueron retiradas en 2007 pero hasta 2015 aún se seguían usando en Virginia.
Hackear las máquinas les llevó solamente 90 minutos
Ha sido en la DEF CON Hacking Conference de Las Vegas, donde han comprado en una subasta 30 máquinas (se entiende que todas del mismo modelo) para votar de este tipo. Una hora y media fue lo que tardaron estos hackers en conseguir hacerse con el poder de estas máquinas. Esta conferencia, que se celebra cada año, lleva dando guerra desde 1993, cuando se realizó por primera vez.
¿Cómo lo hicieron? Muy fácil. Simplemente con conectar un teclado USB era más que necesario. Así, pulsando la combinación de teclas Control + Alt + Suprimir, fueron capaces de salir del programa de votación hacia el sistema operativo. Sistema que, por cierto, era Windows XP, del año 2003.
Una vez en el escritorio, era tan fácil como instalar una aplicación que permitiese controlar el ordenador de forma remota. La contraseña, además, parece ser que era “abcde” o “admin” (como las que venían antes en los routers).
Este hecho podría perfectamente volver a avivar la teoría de que los rusos están detrás de Trump, el presidente electo de Estados Unidos desde 2017. Y, aunque no sea cierto, no hace más que demostrar lo poco seguros que son estos sistemas. En Estonia también tuvieron que cerrar un sistema de votación electrónica porque habían agujeros de seguridad desde 2007 sin solucionar.
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