El Internet de las Cosas no es siempre de color rosa.
Durante estos días, cientos de clientes de una compañía de cerraduras inteligentes han visto como no han podido abrir sus puertas por una actualización fallida. La actualización, errónea, dejó inútiles las cerradura inteligentes que montaban cada una de las puertas.
El número total de clientes afectados asciende hasta aproximadamente 500. Al tratar de introducir la contraseña, el teclado simplemente no responde. El problema es que como el aparato está brikeaado, ni siquiera se puede lanzar una actualización (OTA Over The Air) para solucionar el error.
Por lo tanto, la única manera para solucionar el error es mediante una actualización física, por lo que es necesario enviar la pieza a la fábrica.
El peligro del Internet de las cosas
El Internet de las cosas es peligroso: lo más simple de todo, como una bombilla, puede pasar a ser un arma de doble filo. Imagina no poder encender una luz de tu habitación porque el hub necesario se ha quedado colgado.
Algo tan simple como una actualización puede hacer que te quedes fuera de casa
En la electrónica hemos comprobado que cuanto más complejo es un dispositivo, más probabilidades hay de que algo salga mal y que deje de funcionar.
No es lo mismo un vehículo puramente mecánico, que uno con multitud de componentes electrónicos, pues en este último hay más factores que pueden fallar y dejar inútil al inútil al dispositivo. En el caso de las cerraduras, por ejemplo, hablamos del factor actualización.
Ciberataques, el otro peligro
Los ataques informáticos son otro de los grandes peligros de las cosas conectadas. Y, de hecho, ya hay precedentes: ¿recordáis cuando usaron cientos de miles de bombillas inteligentes para atacar los sitios webs más importantes del mundo? Es solo uno de los escenarios donde el Internet de las cosas podría ser muy útil para hackeos.
Y es que, ¿quién pensaría que se podría usar algo tan simple como una bombilla para realizar un ataque? Una no, pero el conjunto de cientos de miles de ellas sí que es peligroso.
Y todo esto sin entrar al hecho de que los propios objetos conectados pueden usarse para ir en nuestra contra: esto es, hackearlos pero no para realizar ataques a otros, sino para que no funcionen.
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