El primer hackeo fue hace 184 años, cuando ni siquiera existían los ordenadores
Dos hermanos usaron a su placer el telégrafo óptico, posiblemente el primer sistema de telecomunicaciones moderno. Se trata del primer hackeo de la historia.
10 junio, 2018 22:00¿Pensabas que el primer hackeo se produjo después de que existiese el primer ordenador? Te equivocas; en realidad, no solo es que no existiesen los ordenadores, sino que ni siquiera existía la televisión o la radio. Por existir, aún no existía ni siquiera la bombilla (sí que estaban comenzando los desarrollos de las primeras bombillas, pero aún no se comercializaba).
En la época en la que se produjo este primer ataque ¿informático? en España estábamos comenzando la Primera Guerra Carlista. Hablamos de 1834, cuando dos banqueros franceses consiguieron manipular el mensaje enviado por la red de telégrafos ópticos de Francia, de los que ya hemos hablado. Por aquél entonces, la red de telégrafos ópticos de Francia, apodado hoy en día como el email napoleónico (el telégrafo óptico convivió en el tiempo con Napoleón) era propiedad del gobierno, por lo que solo ellos tenían potestad para usarlo; además, solo unos pocos (los directores de cada red) eran capaces de descifrar la señal.
Cuando alguien hackeó los telégrados ópticos
Se trató de todo un plan “sin fisuras” en el que un par de banqueros modificaron los mensajes enviados a través de este sistema de telecomunicaciones (el primero de la tecnología moderna) intercediendo en el mercado de bonos con el fin de ganar ventaja comercial con respecto al resto de inversores. Y además, ni siquiera hizo falta interceptar la señal e intercambiarla por otra ni nada de eso; en realidad, no se trató de nada muy sofisticado. Fue mucho más sencillo: bastó con sobornar al operador de un solo punto del telégrafo.
Todo ocurrió en Burdeos, donde el correo tardaba varios días en llegar desde París, por lo que la información económica era muy valiosa. Los Blanc se anticipaban 5 días mediante este método
Lo que hicieron, concretamente, fue corromper mediante dinero al operador (es decir, le sobornaron) de una de las torres telegráficas de este primitivo sistema de telecomunicaciones basado en brazos mecánicos. Este operador introducía mensajes equivocados de forma deliberada; al final de cada comunicación, añadían un carácter que significa retroceso, que implica que hay que eliminar el último carácter enviado.
Posteriormente había una tercera persona, un ex-operador de la línea que también estaba a sueldo de los banqueros y que conocía todo el sistema. Usaba un catalejo para ver la información correcta y enviársela a los hermanos. Con esto, consiguieron 100 000 francos durante 2 años, una suma considerablemente alta.
El humano, el escalón más débil en la cadena de seguridad
Pero podrás decir, esto no es un hackeo como tal; en realidad, sí que lo es, pues estás vulnerando un sistema tecnológico; da igual si te introduces en el sistema por un humano o por un programa. Es lo mismo, estás consiguiendo que una máquina haga lo que quieras a pesar de que no está pensada para eso. Si tú caes ante un ataque de phishing, sigue siendo un hackeo, aunque realmente se trate de un tipo de engaño.
Con esto, comprobamos lo que ya sabemos: el humano es siempre el eslabón más débil en la cadena de seguridad. En un sistema tecnológico, casi siempre el que falla es la persona humana, y no el sistema, en realidad.
Y si se trataba de un “plan sin fisuras”, ¿cómo es que sabemos todo esto? En realidad, se sabe porque les pillaron tras dos años. El operador sobornado estaba enfermo y le contó la treta a su sustituto; este, que se ve que era más honrado, lo delató. Pero como por aquella época no había ninguna ley que penase eso, nadie fue a la cárcel ni fue penado.