Muchísimas personas en situaciones delicadas económicamente recurren al recibir ayudas para continuar con sus estudios, formación, etcétera. Estas ayudas son necesarias, ya que es la puerta a seguir adelante para muchos. Por desgracia, no son pocos los que usan ese dinero para todo aquello que no sea el propósito original de esa ayuda, y hay muchísimos ejemplos (fiestas, caprichos, etcétera).
Gracias a un sistema que Francia está probando en estos momentos se demuestra que estas ayudas se deberían dar de forma electrónica, es decir, a través de aplicaciones, cheques digitales limitados al objetivo de dicha ayuda y que estén controlados por el Estado. Y hay muchos motivos para ello.
Francia prueba el cheque electrónico para recibir ayudas
Esta es una de las medidas que prometió Emmanuel Macron en la campaña que lo trasladó a la presidencia de Francia. El sistema consiste en otorgar a los jóvenes de 18 años una especie de cheque cultural que consta de 500 euros. Este dinero, no obstante, no se ingresará en la cuenta del joven sino que se dará en forma de aplicación para smartphone o tablet y estará pensado única y exclusivamente para tareas y productos culturales. El dispositivo acaba de entrar en un periodo de prueba de seis meses, en el que participarán 13 000 voluntarios de cinco departamentos, tal y como informa El País.
Este pase permitirá comprar cosas como libros, DVDs, pagar servicios de streaming y otras cosas como entradas para cine, teatro y conciertos, además de apuntarse a talleres y cursos. La aplicación que llevará este sistema estará disponible para teléfono y tableta y además, de forma geolocalizada, recomendará al joven actividades y productos cercanos a su posición. Tal y como bromean en el equipo creador de la medida, “es como un Tinder de la cultura”.
Esta medida, sin embargo, depende de su acogida. Tras el periodo de experimentación se decidirá si el proyecto se lleva a todo el territorio francés. Si todo sale bien, 200 000 jóvenes podrían beneficiarse de este pase cultural a finales de 2020, según Le Monde.
El plan tiene muy bien pensados sus puntos. Por ejemplo, el algoritmo de recomendaciones no buscará recomendar esos productos y servicios que el usaurio haya elegido anteriormente, sino otros diametralmente contrarios. Según el responsable del proyecto, este “tiene la ambición de construir un modelo contrario, que acompañe a los usuarios hacia una ampliación de sus preferencias y gustos”.
Así se deberían recibir ayudas y no de cualquier forma
Dejando a un lado que cada caso de necesidad es distinto, en el sector educativo esta medida es absolutamente necesaria. De hecho, presenta más ventajas de las que a primera vista se podrían avistar. Por ejemplo, el sector principalmente beneficiado por esta medida podría responder, rebajando los precios u ofreciendo ofertas especiales para aquellos jóvenes con este pase cultural.
El gran problema de las ayudas de esta índole, destinadas a un propósito muy concreto es que se otorgan sin pensar en la cuenta de los beneficiados. Estos, en la gran mayoría de ocasiones, suelen usar el dinero para todo tipo de cosas y es cierto, el estudio y la educación comprende de muchos gastos diferentes. Pero usualmente estos gastos no tienen nunca nada que ver con este tipo de cosas.
Reconozcámoslo; tanto nosotros como conocidos nuestros han usado este tipo de becas y ayudas para algún capricho, fiestas, viajes y demás. De hecho, a nivel personal, creo que el número de personas cercanas a mí que han usado estas becas para propósitos estudiantiles no llega a superar los dedos de mis manos. Los que han usado este dinero para otras cosas superan ampliamente ese número. Todo esto si no son los padres los que usan ese dinero para vivir, básicamente, mientras el estudiante no ve un céntimo.
Esto es debido a que no hay control humano sobre este dinero. Se da, se ingresa en esa cuenta y como mucho se piden requisitos estudiantiles para que ese dinero se mantenga y en caso contrario se devuelva. No es para nada raro que si a nosotros nos dan varios cientos de euros siendo jóvenes lo último en lo que vamos a pensar en gastárnoslos será en estudiar. Esto supone un costo elevado al Estado y este lo sabe; por eso las ayudas disminuyen y no se reparten adecuadamente.
Todos tenemos smartphone y en diversos casos tabletas, por lo que el método de “cobro” es mucho más accesible. Esta aplicación puede servir para monitorear si este dinero se usa o no y en qué cosas, y desde el desarrollo se pueden capar los usos de esta app para que no gaste si no es para el motivo por el que se usa. Por ejemplo, si con esos 500 euros quiero comprarme una pizza, la aplicación lo denegará y sólo podré acceder al contenido cultural propiamente dicho. Y por supuesto, todo este método reduciría costes para la administración.
Además, esto consigue (o quiero creer que consigue) que el beneficiado se olvide de todo lo demás y se motive a usar dicho dinero y que la cosa vaya sola. Ese dinero es gratis y quieras que no, 500 euros son 500 euros. Todos aquellos que quieran ver esas películas que por motivos económicos no han podido ver, todos aquellos que quieran leer esos libros que no han podido comprar y todos aquellos que siempre hayan querido ver sus series favoritas pero no han podido ahora podrían hacerlo con este pase cultural.
Todo esto sin mencionar que, innegablemente, vivimos en un mundo con una grave crisis cultural. Los jóvenes no se interesan por ella y esto es un incentivo todavía mayor para que si se les da dinero lo usen en cosas que no les van a aportar absolutamente nada. Con este dinero, de una manera u otra, tendrán una puerta abierta a la cultura y querrán cruzarla esta vez con medios.
Esperamos ansiosamente que haya una informatización más profunda de las instituciones, sobre todo las educativas y que todo el procedimiento que contemple costos se lleve también por este tipo de métodos. Son más seguros, más fiables y evitan distracciones que provoquen que un alumno que debería estar estudiando se vaya de Erasmus a pasar 8 noches de fiesta seguidas con varios miles de euros en el bolsillo.
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