Las actualizaciones normalmente son algo positivo. Implementan soluciones frente a bugs de seguridad, añaden nuevas características o mejoran el rendimiento. Pero algo que estamos descubriendo por las malas es que también pueden ser perjudiciales. Y es que, cada vez que un desarrollador “toca” el código para mejorarlo, cabe la posibilidad de que introduzca nuevos problemas sin querer.

Los usuarios de Windows 10 lo saben muy bien; en el último año las actualizaciones lanzadas por Microsoft han estado en el punto de mira por los bugs que trajeron consigo. Y si eso ya es un desastre en nuestro ordenador personal o del trabajo, ¿qué pasa cuando una mala actualización afecta a un dispositivo mucho más importante y vital? Por ejemplo, una pulsera de monitorización que deja de funcionar por una actualización.

Pulsera de monitorización que deja de funcionar por una actualización

Es el extremo al que se han enfrentado en los Países Bajos, donde el gobierno ha confirmado que durante unas horas no supo la localización de cientos de sospechosos y criminales que llevaban pulseras de monitorización.

Estos dispositivos se suelen llevar en el tobillo, y se imponen como una condición para que los sospechosos de alto riesgo puedan salir de la cárcel bajo fianza; ya sea porque puedan escapar o porque puedan volver a atacar a las víctimas. Estos dispositivos GPS informan en tiempo real a la policía de la localización del sospechoso; por lo que son muy útiles para saber si se están acercando a un aeropuerto o a una zona con orden de alejamiento.

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El fin de semana pasado, estos dispositivos recibieron una actualización a través de su conexión a Internet; el nuevo código tenía un bug, que impedía que las pulseras se pudiesen conectar a los servidores del ministerio de justicia. Por lo tanto, los agentes dejaron de recibir actualizaciones y durante unas horas no supieron dónde se encontraban estos sospechosos.

En cuanto quedó claro que habían perdido esa información, el ministerio de justicia decidió ordenar arrestos preventivos de los sospechosos de riesgo más alto; además, los policías realizaron visitas o llamaron a los sospechosos para que fuesen a una comisaría. Por el momento, no parece que este bug haya tenido consecuencias graves; probablemente porque los propios sospechosos no sabían que sus dispositivos estaban funcionando mal. Lo curioso es que este es el segundo problema similar en Holanda en menos de un año; aunque el pasado agosto, fueron problemas en la red celular los que desconectaron los dispositivos.

Imagen destacada | Dominic Sagar

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