No es raro que la gente visite sitios pornográficos online. No vamos a entrar en detalles del por qué o si está bien esto o no, pero es normal y sabido que una gran parte de Internet (y del mundo) visita estas webs a… bueno, a reforzar su estado físico. El problema es que este debería ser un momento íntimo sin que nadie te molestase… y no, no te molestarán, pero sí te observarán.
Según un nuevo estudio, Google te espía viendo porno. Y no es la única; Facebook también está metido en el ‘ajo’, ya que el estudio analiza de qué forma se implementa el software de seguimiento realizado por estas compañías en sitios de esta índole. Una frase del estudio deja claro el por qué deberíamos preocuparnos: las personas que visitan estas webs tienen un “sentido de privacidad fundamentalmente engañoso”.
Google y Facebook saben lo que ves cuando ves porno online
El estudio que se publicará en la revista New Media & Society analizó 22.484 sitios pornográficos online. Los datos son abrumadores: dicho estudio revela que el 93 por ciento de estas webs filtran datos a terceros. Muchos podrían pensar que da igual; muchísimas personas que consumen contenido pornográfico lo hacen en modo incógnito. Nada más lejos de la realidad; esta filtración se realiza incluso en este modo.
Estos datos, según los autores del estudio, presentan un “riesgo único y elevado”, ya que el 45 por ciento de los sitios ya indican la naturaleza del contenido que se consume, y por ende, se revelan las preferencias sexuales de las personas que las visitan. Hablando de una forma más pragmática: según el tipo de porno que veas, podrán saber cuáles son tus gustos sexuales.
Según los autores: “[Todo el mundo] está en riesgo cuando se puede acceder a estos datos sin el consentimiento de los usuarios y, por lo tanto, se puede aprovechar en su contra. Estos riesgos aumentan para las poblaciones vulnerables cuyo uso de la pornografía podría ser clasificado como no normativo o contrario a su vida pública”.
Puede parecer una nimiedad, pero por ejemplo, existen países en los que la homosexualidad está prohibida (y represaliada); también está el caso de la privacidad, ya que figuras públicas o famosos podrían ver descubierta su sexualidad atentando así contra su intimidad.
Está claro, de nuevo ateniéndonos al estudio, que cuando visitamos una página pornográfica nuestros datos quedan expuestos. Pero no está tan claro qué se hace con esos datos y menos aún en qué grado se pueden vincular estos datos a la identidad de alguien, dado lo ambiguo que es para esta la identidad sexual de dicha persona.
Lo preocupante de verdad radica en que de nuevo son Google y Facebook las responsables de este rastreo. Según el estudio los rastreos que realizan Google y sus subsidiarias estuvieron presentes en el 74 por ciento de las webs porno que los investigadores examinaron. Google ha negado al The New York Times que su software esté creando perfiles publicitarios a través de esos datos. Un portavoz de Google dijo al medio lo siguiente:
“No permitimos anuncios de Google en sitios web con contenido para adultos y prohibimos la publicidad personalizada y los perfiles de publicidad basados en los intereses sexuales de un usuario o actividades relacionadas en línea. Además, las etiquetas de nuestros servicios publicitarios nunca pueden transmitir información de identificación personal”.
Facebook por su parte tuvo un impacto considerablemente menor en los rastreos, tan solo en un 10 por ciento de los sitios que investigaron los autores del estudio. Sin embargo, Facebook hizo una negación similar, también, en el The New York Times. Esto es difícil de creer debido a que el código que usa para rastrear a usuarios se puede insertar en cualquier página sin el beneplácito explícito de Facebook. El punto intermedio se lo queda Oracle; su rastreo estaba en el 24 por ciento de los sitios consultados.
Hay más factores a tener en cuenta
Antes de lanzarnos a la fácil premisa de que Google y Facebook usan nuestros datos indiscriminadamente, debemos decir que es difícil poner en contexto estos descubrimientos. Los rastreadores de datos son endémicos de la web y además no son los únicos medios para conseguir datos; muchas webs de este estilo usan cookies para recordar nuestros datos de inicio de sesión y otras webs envían información sobre el tráfico de esta web a las empresas, en gran medida para coordinar la publicidad online.
También tenemos que contar el tipo de datos que se están recogiendo. Ya de por sí es difícil vincular la identidad de alguien a sus preferencias sexuales, máxime si estas son de lo más comunes, y esta información no tiene por qué ser precisamente de esta índole. Se puede recoger información, por ejemplo, del tipo de navegador, la resolución de la pantalla o información más sensible como direcciones IPs e incluso números de teléfono.
Finalmente, el estudio deja claro que sin un software específico para averiguar si estas webs tienen rastreadores es imposible determinarlo. Las políticas de privacidad que podrían divulgar dicha información únicamente están disponibles en el 17 por ciento de las webs consultadas. Esta es una victoria pírrica, ya que aunque estas políticas de privacidad estén disponibles, son tan específicas que los usuarios o no las entienden o no pueden leerlas.
Los autores califican este problema de “fuga abrumadora” de datos y advierten que necesita de atención urgente. Los autores dan a entender, según cuenta The Verge que una regulación gubernamental podría forzar a estas webs y a muchas más empresas a cumplir sus compromisos con la privacidad además de informar a los usuarios como es debido.