El mercado tecnológico se mueve por modas, y cuando una pega fuerte, no hay manera de escaparla. Eso es lo que ocurrió con el filtro de luz azul, cuyo uso realmente empezó a popularizarse en los ordenadores con aplicaciones como f.lux.
Con el tiempo, esta funcionalidad empezó a aparecer en sistemas móviles como Android o iOS, donde se llama "Night Shift", aunque la idea es la misma. Todas estas apps y filtros se basan en mostrar colores más cálidos en la pantalla.
Como la mayoría de las pantallas se basan en tres subpíxeles, uno de cada color (rojo, verde y azul, RGB), estas apps hacen que el subpíxel azul se atenue o incluso se apague completamente. El resultado es un aspecto amarillento o anaranjado.
El filtro de luz azul no es tan beneficioso
Aunque puede ser difícil acostumbrarse a este aspecto, durante mucho tiempo se ha pensado que era beneficioso para nuestra salud. Y es que este color imita al de los atardeceres y y eso en teoría puede ayudarnos a dormir mejor por las noches.
En concreto, todo se basa en las longitudes de onda de las luces de diferente color; la luz azul tiene una longitud de onda más corta, y eso excita a una proteína llamada melanopsina, presente en nuestra retina.
La melanopsina se ha asociado a receptores asociados con la sensibilidad a la luz y a la migraña, así que la lógica nos dice que, si reducimos la luz azul, podemos también reducir esos efectos. Pasando tantas horas delante de una pantalla como hacemos día a día, es comprensible
Sin embargo, desde el principio el efecto de eliminar la luz azul no ha estado tan claro, y depende de cada persona; hay quien considera estas funciones algo inútiles, mientras que otras no pueden ya vivir sin ellas. Pero ignorando el efecto placebo, la ciencia no se aclaraba sobre si estas funciones tienen un efecto real, hasta ahora.
Ha sido un estudio de la Universidad de Manchester el que ha puesto en evidencia que el filtro de luz azul puede no servir para nada; y lo interesante no es que no tenga efecto, es que no compensa.
El estudio, que se realizó en ratones, no se centra sólo en el efecto de quitar la luz azul, sino también en el efecto de aumentar la luz amarilla, es decir, en la consecuencia.
Los investigadores descubrieron que las células fotosensibles de la retina podrían responder mucho más a las tonalidades amarillas producidas en estos modos, que a la propia ausencia de luz azul.
En otras palabras, aunque parece que es cierto que quitar la luz azul no excita tanto los receptores, no es menos cierto que al hacerlo, aumentamos la cantidad de luz amarilla, que puede tener un efecto contrario incluso mayor. Así que el filtro en realidad podría impedir conciliar el sueño, el efecto contrario al deseado.
La conclusión de los científicos es que la pequeña diferencia en el brillo al usar el filtro de luz azul se produce con un cambio en el color como consecuencia; un cambio que choca contra cualquier beneficio que que se podría obtener.
En cambio, los investigadores sugieren que lo que tendríamos que hacer es usar luces más apagadas durante el atardecer, y luces más brillantes durante el día, para ayudar a nuestro ciclo interno y mejorar el sueño.