Desde los primeros días, una procesión de voluntarios ha estado cruzando la pasarela rebautizada como Puente de la Solidaridad, en Valencia, camino del epicentro de la tragedia. Caminaban kilómetros ataviados con ropa cómoda, palos, escobas y comida para los afectados. Su equipación dejaba mucho que desear para el desastre que se iban a encontrar, para después pedir por redes sociales aquello que más falta hacía. Al otro lado de internet, una comunidad de makers les ha escuchado y decidido aportar su granito de arena haciendo lo que mejor saben, diseñar e imprimir en 3D. Una ayuda que sigue haciendo falta, más aún con los nuevos estragos causados por el temporal en Andalucía, Valencia y Cataluña.
Miguel Albesa consulta el Excel en el que organizan toda la labor y confirma, al EL ESPAÑOL-Omicrono, que ya han fabricado aproximadamente 14.000 ítems en su grupo de 200 modeladores. Este modelador 3D quiere ayudar a unos amigos que lo habían perdido todo, pero no puede acercarse a limpiar. En su lugar, imprimen lo que hace falta, desde salvaorejas para las mascarillas, como en pandemia, hasta juguetes para los niños y tobilleras con las que protegerse del barro. También han enviado botas y desinfectante, lo que les pidan y puedan conseguir.
Este grupo de modeladores 3D se ha organizado a través de la aplicación de mensajería Telegram. La plataforma, denostada hace meses tras la detención y acusación de su CEO, Pavel Durov, es el punto de encuentro de muchos grupos de voluntarios. En el caso de MakersSOS, ya son más de 200 personas con impresoras 3D entre los que hay aficionados y profesionales. Aseguran que no son el único equipo que se ha propuesto esta labor.
Albesa, es gerente de la empresa Print for Robots, aunque insiste en que esto lo hace como particular. En su grupo también está Juan Ángel Medina, (@jamsito en redes) modelador 3D aficionado, pero cómico y guionista de profesión. Medina ha causado un gran revuelo creando un adaptador para fabricar escobas con materiales improvisados con los que quitar barro más rápido. "Palos hay muchos y la gente ha conseguido de los bazares los churros de piscina", explica a este medio.
Una simple idea, fruto de la desesperación, puede convertirse en una cadena de propuestas y en pocas horas dar como resultado la creación de cientos de herramientas con las que agilizar la recuperación de viviendas y calles. Así se ha forjado este ejército de impresoras 3D al servicio de los pueblos afectados por la DANA.
Limpiando barro
Tal y como ha publicado EL ESPAÑOL, los informes diarios de las Fuerzas Armadas señalan que, casi dos semanas después, en muchos lugares no se ha alcanzado el 50% del trabajo necesario para la retirada de escombros, residuos, vehículos y fango que se acumula ante las casas de decenas de miles de personas. No hay escobas para tanto fango.
La idea de Medina partió de un vídeo donde un voluntario explicaba cómo montar una escoba con tres palos y un churro de piscina. A falta de cepillos, máquinas y herramientas más profesionales, los vecinos y voluntarios que limpian deben improvisar para poder arrastrar la mayor cantidad de barro con el menor esfuerzo.
Este aficionado adoptó la propuesta y la transformó en un adaptador impreso en 3D con el que unir el churro a los tres palos que ejercen igual fuerza para controlar el empuje de este elemento blando contra el barro que se acumula en calles y casas. El éxito de su diseño ha sido rotundo, tanto que no sabe cuántos adaptadores se han impreso y llevado a las zonas afectadas: "no llevo el seguimiento porque me volvería loco, hay gente que ha hecho 300 piezas".
En solo cuatro días, el invento ya va por su tercera versión, cada vez más sencilla. Este maker voluntario cuenta con el apoyo de varias personas sobre el terreno que imprimen sus diseños y los ponen a prueba en pueblos como Paiporta, desde donde le confirman su utilidad y le indican posibles mejoras.
Minutos después de terminar la entrevista publica su último modelo, el que espera que sea el definitivo. De integrar tres roscas, ahora el diseño solo cuenta con una, un detalle que consigue acelerar el proceso de impresión a una hora y 20 minutos, frente a las dos horas que tardaba en completarse el primer diseño.
"No tiene mucho más margen de mejora y no quiero marear a la gente que sigue imprimiendo el primer modelo", dice al mismo tiempo que se excusa varias veces por no poder ayudar más por asuntos personales, "yo he ayudado un poquito para que mucha gente pueda ayudar mucho".
No está solo, otros makers han tomado el relevo y también están aportando sus propias versiones de esta urgente necesidad como la empresa valenciana Arist3D. Su modelo integra un palo con el que empujar, mientras otro se coloca en paralelo al churro para reforzar el empuje.
Protecciones contra el barro
El reto está en achicar barro sin comprometer la propia salud. La Consellería de Sanidad de la Generalitat Valenciana ha enviado una serie de recomendaciones de salud pública tanto para los voluntarios como para los vecinos de estas regiones. Durante las tareas de limpieza se debe proteger nariz, boca y ojos, además de vestir pantalones, camisas de manga larga, guantes protectores y botas de goma.
Con cinta aislante y otras sujeciones los voluntarios y vecinos se forran piernas y brazos para evitar el contacto con el barro tóxico, a no ser que a sus manos haya llegado esta alternativa impresa en 3D. Una argolla de plástico abierta se coloca en muñecas y tobillos para cerrar la ropa ante la entrada de barro.
Con unas gomas elásticas cada limpiador puede ajustar el anillo al tamaño de su cuerpo. Esta solución resulta más fácil de colocar y quitar que varios metros de adhesivos alrededor de bolsas de plástico, además de ser reutilizable de un día para otro (si se tiene con qué lavarlo).
Estos objetos se imprimen y envían desde los distintos grupos de makers organizados. MakersSOS ha conseguido centralizar el envío desde una nave en Aldaya para su posterior distribución, pero también hay particulares acercándose a los pueblos con suministros impresos en 3D. De los más de 14.000 ítems impresos, ya se han entregado 8.000, mientras el resto esperan en stock para próximos envíos.
Otras de las herramientas de protección que esta comunidad está ofreciendo para ayudar a los voluntarios son los agarres para sujetar la mascarilla en la parte trasera de la cabeza, llamados salvaorejas y las pantallas protectoras para ojos, algo que Median y Albesa conocen bien. Durante la pandemia se dedicaron a imprimir estas tiras, "entonces yo era el maker que replicaba e imprimía los diseños de otros", explica Medina.
Volver a la normalidad
"También nos han contactado asociaciones que trabajan con niños y personas con discapacidades que lo habían perdido todo y necesitaban juguetes pedagógicos para seguir trabajando con ellos". En este sentido, se ha puesto mucho hincapié en el grupo para que desde su fabricación, hasta su posterior uso se tengan en cuenta una serie de medidas de seguridad, evitando materiales tóxicos y supervisando cómo la persona usa o juega con ese elemento.
El contacto con organizadores y personas en primera fila ha sido fundamental. "Poner esto en marcha ha sido un dolor de cabeza enorme, la gente es muy buena y no nos ha faltado ayuda", explica. "Hemos hablado con tenientes del ejército y guardias civiles para intentar hacerlo lo mejor posible y no molestar; ellos nos han pasado contactos para poder llegar", e insiste," la gente se ha volcado".
La labor no acaba aquí, se plantean nuevas ayudas como un adaptador para convertir las garrafas de agua en duchas improvisadas ante la falta de suministro de agua potable. "Esto va para largo y cuando el frío llegue estoy pensando si se podría ayudar de alguna manera para reforzar las casas afectadas, sin ventanas, para que puedan refugiarse en ellas", cuenta Albesa.