La ciencia del amor: Pasión, adicción y… rutina (y II).
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En esta atracción existe un trabajo de enganche o apego emocional con la persona amada, donde participan la dopamina (hormona segregada en situaciones del placer) junto a la serotonina (relacionada con la angustia, la ansiedad, el miedo y la agresividad) y la oxitocina (hormona del cariño, la confianza y la generosidad). Estas dos últimas hormonas están encargadas de “estrechar lazos” con la otra persona. Por ejemplo, las madres, segregan grandes cantidades de oxitocina durante el parto, por lo cual están muy atadas emocionalmente a sus crías.
Por último, la vasopresina, será la responsable de que los sentimientos iniciales de pasión, lujuria y deseo pasen a una fase mas relajada, en la que gobierna la unión emocional y el sosiego (fase tercera del amor, o de cariño y rutina).
Según Young, otro gran experto de la “ciencia del amor”, esta fase es necesaria por cuestiones evolutivas. Para poder crias a la descendencia y asegurar la continuidad de la especie, es necesario que esa lujuria y amor romántico del principio pase a una situación de estabilidad (lo que muchas veces llamamos “rutina” o “monotonía”).
Pero ¡que no cunda el pánico! Un estudio reciente de la Universidad de Santa Barbara (EEUU) realizado por Bianca Acevedo con “parejas veteranas” que seguían enamoradas igual que el primer día demostró que estas tenían niveles de dopamina similares a los de las parejas de recién enamorados. Esta situación no es la más común, pero existe un pequeño porcentaje de parejas que si que pueden llegar a disfrutarlo. Aunque, no todo esta perdido, pues se puede aumentar la dopamina de forma “artificial” (es decir, “volver a encender la llama de la pasión” como dicen en las películas):
“Hacer cosas nuevas con tu pareja o realizar juntos cualquier actividad placentera puede desencadenar sentimientos de romanticismo y despertar la pasión” aconseja Helen Fisher.