¿Por qué se produce el Síndrome de Abstinencia?
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Para introducir un poco el tema, cabe recordar que los síntomas de este tipo de abstinencia son la ansiedad, depresión, dificultad de concentración, irritabilidad, temblor, altibajos del estado de ánimo, pesadillas… Y si se llega al estado llamado Delirium Tremens, la situación es peor, pudiendo sufrir agitación, confusión intensa, alucinaciones (visuales o auditivas), fiebre, e incluso convulsiones.
El síndrome de abstinencia alcohólica se produce cuando se bebe de forma discontinuada o se disminuye la dosis a la que el organismo está acostumbrado, esta última situación puede ocurrir de forma voluntaria o por algún problema no planeado (accidentes, pancreatitis, cirugías, infartos u otras enfermedades). Por tanto, nuestro organismo se adapta a beber para conservar la homeostasis (es decir, se adapta al líquido exterior para conservar el volumen de sangre optimo, que nuestros vasos no noten que ha aumentado; y al disminuir eso después de una adaptación, se resiente y reacciona).
Pero los síntomas que más destacan, tanto a nivel clínico como a nivel físico (lo que vemos cuando alguien sufre este síndrome), son los síntomas neurológicos (euforia, deshibición, palabras farfullantes, estupor, y hasta coma). ¿Por qué suceden estos síntomas?
La respuesta está en que el alcohol parece ser un depresor del sistema nervioso, gracias a mecanismos desconocidos, ya que no tiene receptores a nivel cerebral como si los tienen algunas drogas o fármacos (por ejemplo, la nicotina). Hay una sustancia llamada acetaldehído, un producto derivado del etanol (nombre químico del alcohol típico), que se combina con ciertas proteínas del sistema nervioso, comportándose como un falso neurotransmisor (un mensajero del cerebro), interfiriendo así en los estímulos reales cerebrales, y dando lugar a la supresión de este estimulo.
Por tanto, el etanol provocará que los estímulos cerebrales desaparezcan, porque sustituye a los neurotransmisores de verdad, y de esta forma sus mensajes no llegan al cerebro. En respuesta a esto, nuestro cerebro aumenta la síntesis de neurotransmisores reales (para contrarestar al etanol) como la noradrenalina, serotonina o dopamina, explicando así los síntomas de la abstinencia alcohólica: alucinaciones, dilatación de pupilas, temblor, convulsiones, taquicardia, hipertensión o hiperventilación.
Es decir, al provocar que nuestro cerebro reaccione aumentando los estímulos naturales a un nivel excesivo, nuestro organismo sufre reacciones exageradas y anormales como las descritas anteriormente.
Se han detectado mediante diferentes análisis que los niveles de estas sustancias que provocan los estímulos cerebrales son elevados, tanto en sangre como en orina, y tanto de estas sustancias como de sus derivados.
Además, y como última curiosidad, también se ha detectado que el alcohol disminuye la actividad del locus coeruleus, una zona cerebral asociada al pánico, al estrés y relacionada con la dependencia alcohólica.