Mitos y leyendas urbanas del deporte (I): Las agujetas azucaradas.
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Dicho esto, entremos en el mito de hoy: las agujetas. Hace unos tres años, hacía poco que yo había empezado a ir al gimnasio y sucedió lo típico de los primeros días, que a la mañana siguiente puedes llegar a levantarte con unas agujetas increíbles en músculos del cuerpo desconocidos hasta ese momento. Así que, como mucha gente, pregunté qué podía hacer para que se me pasará ese dolor (si, dolor, ya no era solo molestia). Y salió la típica persona que dijo “tomate agua con azúcar, que va muy bien”.
Bueno, para las agujetas no va bien, ni tampoco mal, simplemente no sirve para absolutamente nada. Como dijo mi profesor de medicina del deporte en su día “para lo único que sirve ese remedio casero es para tener la boca más dulce”. Así que, a menos que tengáis pensado ligar esa noche y creáis que eso de ir con la boca dulce es una idea original, por lo demás no vale mucho la pena este “remedio”.
Hasta el mismo nombre de las agujetas se basa en un mito (“agujetas” de “aguja”). Se debe a que durante el ejercicio se sabe que liberamos una molécula denominada acido láctico, responsable de que nuestro músculo siga teniendo energía para seguir trabajando cuando se acaba la glucosa (que es la principal fuente de energía). Antiguamente se pensaba que este acido láctico era capaz de cristalizar, y que estos cristales se clavaban en el músculo provocando estas molestias o dolores, tal como “agujas” pinchando al músculo.
Por el contrario, si son agujetas simples, la única opción conocida para disminuirlas sería realizar un ejercicio similar y de menor intensidad al día siguiente, evitando forzar más de lo necesario.
Aquí os dejo un video que he encontrado donde la empresa Eroski habla sobre este mito de forma bastante explicativa, y en el próximo artículo os hablaré de otro mito muy asentado en nuestra sociedad y también referente al ejercicio físico, ¡no os lo perdáis!: