Es prácticamente imposible entrar a un supermercado y no darse cuenta de la cantidad de versiones que hay de un mismo producto: “Buff pues no hay leches aquí cariño. ¿Cuál cogemos? Hay leche fresca, en polvo, sin lactosa para los que tienen intolerancia, con calcio para los osteoporósicos, con fibra para los estreñidos, con EPA y DHA para… ¿qué diantres es EPA y DHA?” Además, en este caso de la leche, en todas las variedades podemos encontrarla entera, semi o desnatada. No cabe duda de la gran variedad de productos que disponemos. Dentro de toda esta variedad de versiones, sin duda, los alimentos light juegan un papel destacado.
Actualmente, los requisitos que un alimento debe cumplir para ser clasificado como “light” son:
- Que exista un alimento de referencia. Por ejemplo, para que se permita la existencia de un refresco light, primero debe haber un refresco no light.
- Debe reducirse, al menos, un 30% del valor energético respecto al alimento de referencia. Esto es, que si un queso aporta 500 kcal por cada 100g, su versión light debería aportar no más de 350 kcal.
La reducción calórica se consigue al reducir o sustituir alguno de los componentes del alimento de referencia. Generalmente, esto puede hacerse bien al disminuir su cantidad de azúcares y sustituirlos por edulcorantes, o al reducir el aporte de grasas.
Con esto, debemos entender que no todo aquel producto light es sin calorías. Simplemente indica que tiene, al menos, un 30% reducido su aporte energético. Por lo que abusar de estos productos (me como el doble porque, total, si es light…) no tiene mucho sentido y realmente no suponen una alternativa para perder peso sin esforzarse. Como tal, en ocasiones tomar un producto light representa ingerir solamente unas 30 o 40 kcal menos. “Pues yo ya noto como me deshincho”, comentara alguno, aún así.
De esta forma, a la hora de comprar un alimento no debemos “cegarnos” por el reclamo light o 0%, sino que debemos valorar qué reducción calórica realmente supone (valorando la reducción por porción, pues que un queso aporte 150 kcal menos por cada 100g no será prácticamente significativo si lo que tomamos es una cortada de unos 15g al día), de donde procede esa reducción (menos azúcares, menos grasas…) y si el precio realmente compensa (hay productos que llegan a encarecerse hasta Casi el doble de la versión original).
Como sabemos que lo que os gusta son ejemplos prácticos, deciros que a nuestro parecer, un producto que sí compensa es el yogur desnatado y sin azúcares añadidos. En el polo opuesto, un ejemplo de producto que no compensa, podría ser el chocolate o las galletas sin azúcares añadidos.
Por cierto, el EPA y DHA son los llamados omega 3 😉