El abuso de fármacos contra el dolor, el gran problema de la sanidad
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El abuso de opiáceos actualmente es bastante alarmante, ya que son medicamentos casi insustituibles. Te duele algo, toma, analgésico opiáceo. Y aquí viene a pasar algo similar al abuso de antibióticos. En estos últimos, lo que sucede es que las bacterias se hacen resistentes a los fármacos, y por tanto tenemos más complicado curarnos. En los opiáceos la culpa es directamente del consumidor, al que le pueden pasar dos cosas: tolerancia (el fármaco cada vez hará menos efecto) o acabar muriendo por sobredosis (el problema del que os hablaré hoy).
Para empezar, ¿qué es un opiáceo? Bueno pues son los derivados de la morfina, la codeína o la heroína. Son medicamentos cuyo uso es el dolor, tanto agudo como crónico.
En muchos pacientes, el control del dolor es parte esencial del tratamiento (como los pacientes con cáncer por ejemplo), y por ello es necesario ayudar a estos pacientes a que estén lo más a gusto posible. El problema ha surgido en los últimos años, en los cuales tanto médicos como dentistas han aumentado de forma alarmante las recetas de estos medicamentos, y esto ha dado lugar a las muertes por sobredosis (en EE.UU. estas muertes ya superan, en número, a las producidas por la cocaína y la heroína juntas).
Cuando se recetan estos medicamentos, se debe informar a los pacientes sobre los diversos efectos secundarios, como el estreñimiento o la sedación, los riesgos de adicción o sobredosis y los posibles riesgos a largo plazo, como la hiperalgesia (exceso de sensibilidad táctil que puede ocasionar dolor) y la disfunción sexual.
Lo más indicado es que los pacientes sean instruidos en el uso de estas sustancias, y que las tengan controladas y a salvo en un lugar cerrado con llave para prevenir el uso o la venta por otras personas.
Además, si un médico tiene intención de prescribir este tipo de fármacos, lo más recomendable es realizar un “protocolo de narcóticos”: contrato de medicamentos, evaluación psicológica y toxicología de orina. Es necesario controlar tanto la toxicología en orina como los comportamientos extraños de los pacientes para poder detectar cualquier abuso de opiáceos.
Para terminar, como “precauciones universales” para minimizar el riesgo tenemos: tener en cuenta historia de abusos de sustancias de los pacientes, un consentimiento informado por escrito y la reevaluación en curso de los beneficios de la terapia con estos medicamentos. Además, los médicos deberían utilizar analgésicos lo más eficaces posible, pero con el menor potencial de abuso posible.
Y ya, como conclusión propia, creo que es necesario recordar que cualquier tipo de abuso es malo, y si este abuso puede conllevar una muerte como en estas sustancias o en otro tipo de drogas, es peor aún.
Vía: KevinMD.