¿Cuál es la mejor enfermedad para morir?
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Aunque la pregunta suene un poco macabra, todo tiene su lógica, y más si la duda viene de parte de un médico (en este caso futuro médico).
Actualmente todo el mundo sabe como debe ser su modo de vida para vivir de forma saludable, es decir, un modo de vida preventivo, dedicado a intentar no enfermar por nada, llevando un estilo de vida lo más saludable posible (comer bien, hacer ejercicio, no fumar, beber con moderación, etc), y así se han conseguido bajar de forma importante las cifras de muertes de la temida enfermedad cardiovascular (sobre todo del famoso infarto o ataque al corazón), que sigue siendo la mayor causa de muerte del mundo con cerca de un 40% del total de muertes.
Evidentemente, no podemos elegir cómo vamos a morir (salvo el suicidio, pero no debe ser una buena forma de acabar nuestra vida), porque de momento nadie es adivino, o al menos a mi no me lo han demostrado de forma fehaciente.
Pero el problema de tanta prevención es acabar contrayendo nuevas enfermedades, que antes no eran tan mayoritarias, y que además son peores incluso que las enfermedades cardíacas. Además, estas enfermedades suelen ser más largas, causan más sufrimiento y conllevan más comorbilidades (problemas o molestias añadidos).
Por ejemplo, el cáncer. Como he comentado en alguna ocasión, determinados tipos de cáncer son previsibles con el estilo de vida, pero otros son genéticos, causados por problemas ambientales (contaminación), u otras causas que no podemos controlar. Y, si no es suficiente el problema del sufrimiento y dolor por el cáncer, suelen acarrear diversos problemas añadidos dependiendo del tipo de cáncer del que hablemos.
También esta la demencia, que no suele ser la causa última de muerte, pero puede serlo, y como ya sabréis conlleva muchas veces pérdida de memoria, pérdidas cognitivas (perdemos la capacidad de pensar con claridad, de orientarnos, e incluso a veces de poder hablar bien). Muchas veces, en los peores casos, se acaba siendo una persona totalmente dependiente.
Realmente, hemos avanzado mucho en los tratamientos de todo tipo de enfermedades, y mejorado la calidad de vida de otras que son incurables. Porque, al fin y al cabo, lo importante no es solo vivir mucho tiempo, sino vivir a gusto todo ese tiempo, ¿no?
La cosa se complica cuando observamos algunas estadísticas, donde se afirma que se ha alargado la vida, pero no la calidad de esta, y por ello se ha elevado de cierta forma el gasto sanitario. Vivimos más, pero con muchas enfermedades crónicas y problemas de salud a la espalda.
Con todo esto, no quiero asustar a nadie, las enfermedades son las que son, queramos o no queramos. Y, lo parezca o no, cada día salen nuevas investigaciones que buscan acabar con todas estas enfermedades, o al menos mejorar la calidad de vida de quienes la sufren para que estén a un nivel de comodidad aceptable.
Pero, aún hoy por hoy, esto sigue sin ser posible en más enfermedades de las que nos gustaría. Y, queriéndolo o no, después de reflexionar un poco la verdad es que la “mejor enfermedad para morir” es la que mejor podemos prevenir, el ataque al corazón o infarto, pero a edades avanzadas claro, después de haber podido vivir lo suficiente y disfrutar todo lo posible.