Científicos identifican la región del cerebro que regula los hábitos
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Ante aspectos como son mejorar la salud o la alimentación, los especialistas somos bastante reiterativos en recordar que la clave es cambiar los hábitos. Esto quiere decir adquirir unas pautas nuevas y mantenerlas en el tiempo (mantenerlas en el tiempo significa para siempre, y aunque a veces la expresión “para siempre”pueda asustar o causar cierto estrés, lo cierto es que si se hace de forma gradual y progresiva uno acaba por mantener las nuevas pautas “para siempre” casi sin darse cuenta).
Aún siendo conscientes de esto, es cierto que muchas personas no logran deshacerse de sus malos hábitos (tales como beber cerveza diariamente, tomar patatas fritas en todas las cenas o picotear dulces a mitad tarde…), por ello el artículo que os traemos hoy os resultará interesante. Al parecer, según explica Ann Graybel del McGovern Institute for Brain Research, a las personas que les cuesta deshacerse de un hábito les resultara esperanzador saber que a pesar de que los (malos) hábitos se encuentran integrados profundamente en nuestro cerebro, una zona del córtex cerebral tiene la capacidad de eliminarlos o sustituirlos.
Ya se había evidenciado que los hábitos son controlados por el cerebro pero, recientemente, un nuevo estudio publicado en la revista Nature ha identificado una región del cerebro específica que cambia cuando adquirimos un hábito determinado, que vuelve a cambiar cuando este hábito se abandona, pero que rápidamente se reactiva cuando algún elemento nos recuerda la vieja costumbre abandonada.. Esa pequeña región, ubicada en el córtex prefrontal del cerebro, podría controlar segundo por segundo nuestros pensamientos y actos. Graybel, uno de los investigadores comenta que:
Siempre hemos pensado – y todavía lo hacemos – que el valor de un hábito es que no tienes que pensar en él para hacerlo, libera al cerebro para hacer otras cosas. Sin embargo, puede que el cerebro no quede “libre del todo”. Hay una región del córtex que todavía sigue trabajando para controlar ese hábito.
Para la investigación, los autores llevaron a cabo un experimento con ratones que habían sido entrenados para ejecutar un laberinto en forma de T. Cuando se aproximaban a la zona del laberinto en la que tenían que tomar una dirección u otra, los investigadores compensaron a los roedores que fueron en la dirección correcta (izquierda) dándoles una bebida chocolateada. Una vez determinado que el comportamiento de las ratas se había instaurado por completo (habían creado el hábito de ir hacia la izquierda), los investigadores querían saber si podían cambiar la dirección que escogían los ratones, modificando una parte del córtex prefrontal llamado “infralimbic cortex” o córtex IL.
El córtex IL juega un papel en el desarrollo de hábitos, a pesar de que las vías neurales que codifican el comportamiento continuo habitual se encuentran en la profundidad del cerebro, en unas estructuras llamadas ganglios basales.
Los científicos utilizaron un método llamado optogenética y fueron capaces de parar la actividad del córtex IL unos segundos antes de que los roedores llegaran a la parte del laberinto en el que tenían que tomar la decisión de si girar a la izquierda o a la derecha. Casi de inmediato, los ratones dejaron de girar hacia la izquierda sistemáticamente y también empezaron a escoger el camino de la derecha. Al final, cada vez que eran introducidos en el laberinto en foma de T, muchos de los ratones empezaron a escoger sistematicamente girar a la derecha, lo que indicaba que habían formado un nuevo hábito.
Así, se ha demostrado lo que sugerían estudios previos que indicaban que los hábitos no son sólo expulsados o eliminados, sino que se reemplazan por otros nuevos.