Estudios descubren la mejor forma de hablar a los niños y conseguir que sean sinceros.
Muchas veces hablamos con los niños y nos preguntamos si realmente nos entienden, si nos están contestando por quedar bien y si la respuesta que dan es cierta y verdadera. Pues bien, estudios recientes han descubierto unas estrategias que aumentan la veracidad del discurso entre los niños. ¡Sin duda una herramienta útil para los padres!
Los estudios demuestran que cuando se trata de niños la respuesta que obtengamos de ellos depende más bien de nosotros, de la forma en la que les hablamos que del niño en sí. Sí, los niños pueden ser mentirosos, callados, decir tonterías… Pero los estudios parecen probar que cómo se comuniquen dependerá de como nos comuniquemos nosotros con ellos.
La mayoría de las investigaciones provienen de estudios sobre entrevistas forenses, en las que niños tienen que prestar declaración o han sido testigos de algún suceso. En estos casos se intenta que el niño sea lo más sincero posible, evitando condicionar sus respuestas. Pero aunque la mayoría de nosotros nunca vamos a estar en una situación así podemos extrapolar algunas ideas.
Así pues hoy en día se toma como referencia para realizar conversaciones con niños en interrogatorios estos dos protocolos, realmente son muy interesantes y recomiendo leerlos aunque no son el tema central de este artículo:
- El protocolo del National Institute of Child Health and Human Development (NICHD)
- El Ten Step Interview by Thomas D. Lyon, J.D., Ph.D.
Consejos para obtener un discurso veraz de un niño:
Siguiendo estas guías y otras basadas en estudios similares podemos extrapolar para el día a día ciertos consejos:
Hacer preguntas abiertas al niño: Si les preguntamos cosas que solo pueden contestar con sí o no es muy probable que a diferencia de un adulto (que lo interpreta como una invitación a hablar) los niños se paren en el sí o no y además según la pregunta podemos incluso influenciar ese sí o no. Solemos tender a hacer preguntas cortas y guiadas cuando el niño es poco hablador o le cuesta, pero esto es contraproducente. El niño sera más sincero y contará más cosas con una pregunta de final abierto, las preguntas cerradas les causan más presión.
Siempre que queramos hablar de un tema delicado o importante para ellos debemos hacer un acercamiento previo y hacerles sentir cómodos.
También es importante que el niño sepa que puede contestar “no lo sé” en el caso de que no sepa la respuesta, esto le quitará presión y hará que la conversación sea más natural. También evitará que el niño se invente las respuestas. Se debe hacer hincapié en el valor de la respuesta correcta pero pues los niños son altamente influenciables y pueden tender al “no lo se” como respuesta fácil general y se les debe hacer entender que es solo para casos en que realmente no sepan la respuesta.
Debemos ser conscientes de nuestras propias reacciones ante las respuestas del niño. Por ejemplo puede que sonriamos o hagamos una mueca cuando el niño contesta algo que esta mal o nos hace gracia pero esto hará que el niño repita esta respuesta pensando que nos agrada.
Los niños suelen decir la verdad cuando se les explica que esto es lo que se desea obtener, cuando se les pide que se comprometan a ser sinceros.
Los niños tienen dificultad para expresar los eventos en el tiempo. Manejan bastante mal las horas por ello no hay que esperar que ubiquen los eventos en el momento correcto. Además manejan también mal los números, por ejemplo para expresar cuantas veces han ido a un sitio o hecho cierta actividad, así que es mejor no preguntar este tipo de cuestiones pues nos arriesgamos a una respuesta poco precisa o falsa.
Así mismo hay unos truquillos para facilitar que el niño hable: Dirigirnos a el por su nombre, darles retroalimentación asintiendo con la cabeza o diciendo “aha”, “hmm”…. Hablarles a su mismo nivel y mirándoles a los ojos, ser educados y decir por favor, dejarles acabar sus historias hasta el final antes de intervenir.
Es útil hacer saber al niño que se aprecia su esfuerzo por compartir y expresar sus sentimientos.
Es importante utilizar una voz sosegada y firme, con niños más pequeños el tono de voz es más importante: debe ser atractivo y llamar la atención ligeramente para que el niño mantenga la atención. Debemos evitar gritar o elevar la voz o utilizar un tono despectivo.
Es importante adaptar las tácticas a la edad y madurez del niño.
El discurso del niño según la edad:
Hasta el final del primer año de vida el bebé se comunicara mediante la risa y el llanto. También balbuceos y gestos. Sin necesidad de palabras la madre sabrá que quiere su hijo.
Al final del primer año el niño se comunicara con palabras que resumen una frase: “agua”= “quiero beber agua”…
El segundo y tercer año aprenderán muchas palabras nuevas por imitación y puede que haya errores de pronunciación.
El niño aprende que el lenguaje es un instrumento para relacionarse con los demás.
Tras esta fase y en los años escolares la comunicación con iguales, padres y profesores será vital pues le van a proporcionar mucha información nueva que irá asimilando. Aquí es cuando debemos ser conscientes de nuestro importante papel.
No hay que bajar la guardia. Cuando el niño aprende a hablar los padres suelen bajar un poco la guardia pues al pensar que el niño tiene ya las herramientas para comunicarse asumimos que si necesita algo lo dirá, pero esto no siempre es así. Es importante dedicar momentos del día a fomentar la comunicación: expresar intereses, inquietudes, expectativas… El niño puede sentirse incomprendido o preferir no decir nada si siente que no se le escucha, o solo comunicarse con iguales (esto suele acentuarse aún más en la adolescencia aunque ahí influyen otras variables también).
La comunicación no sólo dependerá del habla sola como tal, sino que el niño sera más sincero y hablará más si somos unos padres que están disponibles cuando el niño los necesita y sabemos escuchar con atención, además debemos jugar con ellos y ser tolerantes. En estos casos los niños estarán más predispuestos a hablar y se sentirán más seguros. También debemos pensar que si nosotros mentimos es probable que los niños lo imiten así que la sinceridad debe partir de uno mismo.
Fuente: io9, Dshs (Guía de estratégias exitosas para hablar con niños pequeños).
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