¿Ha retrasado la protección del espacio la exploración espacial?
Vamos con un tema polémico hoy. Soy un gran amante de la física y la astronomía, asuntos sobre los que siempre me ha gustado leer y he disfrutado estudiando. Ayer viendo un vídeo muy interesante de Vsauce en el que se plantea de quién es propiedad la Luna caí en algunos detalles muy interesantes paralelos a lo que se plantea, pero muy estrechamente relacionados.
A lo largo de la historia algunas naciones se han ido apoderando del suelo de otras, de las que estas a su vez se habían apropiado con anterioridad, hasta llegar a un comienzo de todo esto en el que alguien decidió comenzar a extender el concepto de propiedad, algo que hoy en día nos parece lógico y evidente pero que cuando uno intenta pensar más a fondo resulta complejo de entender.
Pero las bases están claras. El suelo de España pertenece al Estado de España, igual que ocurre con el de México, Argentina, Chile, Estados Unidos, Tailandia y cualquier otro país con su Gobierno. Pero, ¿a quién pertenece el espacio exterior? ¿A quién pertenece la Luna? ¿A quién pertenece Marte? ¿Puede cualquier pisar su suelo y decir que ese terreno es de su propiedad?
Pues lo cierto es que no, no se puede hacer. El tratado del espacio exterior de 1976 establece que ninguna nación puede hacerse con la propiedad de un territorio exterior a la Tierra. No habla de empresas o personas, pero sí deja una cosa muy clara, y es la clave de la cuestión: El espacio exterior es la herencia común de la humanidad.
Es decir, nos pertenece a todos y para siempre, nadie se puede apropiar de ello y nadie puede sacar ningún provecho de estas tierras. Repito, nadie puede sacar ningún provecho de estas tierras.
Quizás muchos no lo conozcáis, pero en un episodio de Futurama hacen un viaje a la Luna para enseñar a Fry, que viene del pasado y conoce lo que cualquier persona del siglo XXI. En ella hay un parque de atracciones, y es un lugar lleno de gente, porque una empresa decidió en su día crear este complejo y sacar un provecho.
La idea que me ronda la cabeza con este asunto es que, debido a que el espacio exterior es herencia común de la humanidad nadie ha tenido el interés de salir al espacio y montar un parque de atracciones estelar, un complejo hotelero en la Luna o un spa orbital dando vueltas a nuestro planeta. ¿Existe la tecnología? Por supuesto. ¿Es posible hacerlo? Sin ninguna duda ¿Está permitido apropiarse de algo fuera de la Tierra? No, y ahí está la cuestión.
No digo que sea bueno o malo, esto que quede desde el principio, solo planteo una cuestión sociocultural que se mezcla con la tecnología y la ciencia que me ha parecido realmente interesante.
En el vídeo que os he comentado al principio de este artículo se hace referencia a una situación muy interesante que ayuda a entender esta situación del espacio. El citado tratado de 1976 sobre el espacio exterior está basado en el tratado de la Antártica, que también establece este territorio como de herencia común donde ningún país puede establecerse o sacar provecho de él. ¿Qué ha ocurrido? Pues que mientras el Ártico vive un boom de expansión en el que incluso estamos viendo que se están montando redes de Internet de alta velocidad por la demanda que está habiendo, en la Antártica no ocurre nada, porque nadie puede sacar provecho.
Por supuesto que esto tiene su parte buena, y es que de este modo se preservará un medio natural tan valioso como es el del continente del Polo Sur de nuestro planeta, pero destapa una curiosidad muy interesante: En esta sociedad las cosas sólo se mueven si hay detrás un beneficio que sacar.
La exploración espacial tuvo un crecimiento exponencial hace unas décadas, pero desde entonces ha quedado muy atascada en una situación que, en relación a como venía, aumenta muy poco a poco. ¿Es la falta de posibilidad de beneficio la razón de esto? Pues seguramente no la única, pero si una muy importante. Desgraciadamente el único interés detrás de la exploración espacial que deja el tratado de 1976 es el científico, y parece que eso no mueve el dinero que un casino lunar podría mover. Y esto es muy preocupante, porque al final en estas situaciones se acaba cediendo, y es cuestión de tiempo que se busque una expansión hacia el espacio en la que el negocio y el beneficio sean lo único importante, quedando la ciencia en un segundo y muy lejano plano.