Los psicofármacos para la depresión, en tela de juicio
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Aprovechando su estancia en la península, la revista informativa de la COP le hizo una entrevista en la que reflexionaba sobre los últimos hallazgos en este campo y su repercusión en la práctica clínica. Resumiendo la entrevista, el experto explica de forma clara uno de sus principales hallazgos, que el placebo y la psicoterapia son mejores que los antidepresivos para tratar la depresión. Según Kirsch, “como mucho, los antidepresivos tienen un efecto significativo sólo para una minoría de los pacientes con depresión a los que se les prescriben fármacos, un 10-15% de los pacientes con depresión mayor. El resto de pacientes, lo mejor que puede hacer es tomar placebos, ya que producen prácticamente la misma mejoría pero evitan los efectos secundarios y los riesgos sobre la salud que producen los antidepresivos”.
Por lo tanto, según él los antidepresivos no deberían ser el tratamiento de elección en la depresión. Al contrario, deberían ser el último recurso cuando el resto de tratamientos no hayan funcionado. Sí que deberían serlo otras intervenciones terapéuticas como el ejercicio físico y la psicoterapia. Parece lógico pensar que todas sus teorías han levantado mucha polvareda entre la industria farmacéutica o el lobby médico. Y es que una de las otras críticas es que las compañías farmacéuticas sean las que estén determinando qué se puede considerar enfermedad mental y cómo tratarla.
Desde este enlace, en artículos relacionados, podéis acceder a mucha más información sobre este tema, desde los efectos perjudiciales de los psicofármacos al cuestionamiento sobre si realmente hay un desequilibrio cerebral en el trastorno mental.
El tratamiento con psicofármacos sigue siendo la primera elección en los casos de depresión grave, a pesar de que en alguna ocasión se ha constatado que la terapia cognitivo-conductual es más eficaz y económica. Actualmente este tratamiento se reserva en las terapias para la depresión leve y moderada, el trastorno de angustia, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de ansiedad generalizada y las fobias específicas.
Fármacos que podrían causar depresión
Más allá de la polémica generada en el tratamiento de la depresión, un estudio relativamente reciente publicado en Dialogues in Clinical Neuroscience alertaba sobre ciertas medicaciones que podrían contribuir a la aparición de depresión. Al parecer, estos medicamentos podrían causarla al alterar los niveles de los neurotransmisores del sistema nervioso central. O bien también podrían desencadenar la depresión de forma indirecta, causando fatiga, disminución del apetito, adormecimiento u otros efectos secundarios, lo que llevaría a frustración posterior, desmoralización o un episodio depresivo completo.
En realidad, es muy difícil determinar si un medicamento podría haber causado la depresión de un paciente con ella, porque ésta es bastante más común en pacientes con enfermedad médica que en la población general. No obstante, en base a la revisión publicada, los investigadores piden precaución a la hora de utilizar los medicamentos listados más abajo en personas con depresión, en aquellas que ya la hayan padecido o en aquellas con riesgo de padecerla:
- Los barbitúricos
- La vigabatrina ( Sabril )
- El topiramato (Topamax )
- La flunarizina
- Los corticosteroides
- La mefloquina
- Efavirenz (Sustiva )
- interferón – alfa
Sin una evidencia científica tan clara como la de la lista anterior, la revisión también cubrió los medicamentos que pueden causar depresión y que se prescriben para el tratamiento de enfermedades que están asociadas con un mayor riesgo de depresión: enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Parkinson y epilepsia. Las clases de medicamentos que pueden contribuir a la depresión incluyen:
- Medicamentos para la enfermedad de Alzheimer, como el donepezil y la rivastigmina.
- Antiandrógenos como la bicalutamida y la nilutamida.
- Anticonvulsivos como la carbamazepina, la lamotrigina y la zonisamida.
- Benzodiazepinas como alprazolam, diazepam, estazolam y lorazepam.
- Beta-bloqueadores como atenolol, propranolol y timolol.
- Bloqueadores de los canales de calcio como diltiazem y verapamilo.
- Terapias de reemplazo de hormonas como estrógeno, medroxiprogesterona y estrógenos conjugados/medroxiprogesterona.
- Medicamentos frente a la enfermedad de Parkinson, como la amantadina y la levodopa/carbidopa.
Fuente | Psychcentral