Cómo ayudar a los profesores y colaborar en la educación de tus hijos
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Un problema frecuente en los tiempos que corren es que los padres culpan a los profesores y los profesores a los padres cuando aparece un problema de conducta en un niño. Lo cierto es que para poder culpar a un profesor estos deberían poder tener el poder que tenían antiguamente, ser figuras de autoridad respetadas, cosa que tristemente ya no lo son, nos quejamos a veces de que no hacen nada, pero tampoco les dejamos. Hemos dejado de valorar la figura del maestro, aunque son los que en realidad construyen el futuro de la sociedad, son el pie sobre el que se inicia el largo camino de aprendizaje de nuestros hijos, los que siembran los cimientos de la sociedad y transmiten los valores de la cultura.
Es oír historias como las que salen en las noticias en las que padres agreden a profesores, hay denuncias de por medio o incluso los propios niños agreden a sus instructores.
Lo que ha pasado es que se ha perdido el respeto a esta figura, y sin respeto este no puede ejercer su trabajo. Pero este no es el único problema, a la vez que les hemos quitado poder para educar también les hemos exigido más sobre la educación de nuestros hijos. Muchos padres creen que los profesores son los que deben educar a los niños de forma exclusiva y se lavan las manos ante cualquier problema, cuando lo cierto es que la mayoría de los problemas que arrastra un niño los trae de casa. La educación la deben dar los padres, los profesores inculcan conocimientos y valores pero no serán las mayores figuras de referencia ni tendrán el mismo apego como lo tiene un padre/madre. La influencia de los padres es monumental y está muy mal que estos se laven las manos ante un problema culpando a otras áreas de no encargarse del mismo (el colegio). No hay que buscar culpables sino aunar fuerzas para solucionarlo. No sirve de nada culparnos unos a otros.
Sé que es un momento difícil para hablar de esto estando la sociedad tan dividida y habiendo manifestaciones, etc… Pero lo cierto es que al margen de lo que piense cada uno, lo mejor para la educación del niño es respetar a su maestro. Independientemente de lo que pensemos sobre el mismo, el sistema, lo que cobran o lo que sea. Un niño necesita respetar al que le enseña para asimilar lo que le intenta inculcar. Esto no quita nuestro derecho a pensar lo que queramos, pero el niño no tiene porque participar en todo lo demás a edades tan tempranas.
Dicho todo esto, muchas veces el problema es la falta de comunicación entre padres y profesores, la aplicación de técnicas diferentes. Si estamos aplicando un programa para modificar cierta conducta en el niño es útil comunicarlo al profesor para que no haga lo contrario, y a la inversa, si el profesor observa una mala conducta e intenta corregirla debemos apoyarle y aunar esfuerzos, no tomarlo como un ataque sino como una intención genuina de mejora del problema en el que ambas partes deben colaborar. Es cierto que puede haber un profesor que se equivoque, o que haga las cosas de forma diferente pero al fin y al cabo son personas formadas y preparadas para su trabajo que pueden tener ideas diferentes a las nuestras pero que no tienen por qué ser erróneas, debemos aprender a valorar lo importante de una opinión externa que puede ver la conducta del niño en medios y entornos en los que no estamos, esta es una información muy importante. Muchas veces un padre no se cree que el niño muerda o pegue porque en casa no lo hace, pues yo he trabajado con niños y es de lo más frecuente, pero en lugar de perder tiempo pensando de quien es la culpa es mucho más fácil ponerse manos a la obra para solucionarlo siguiendo los consejos que nos den.
Con esto no digo en absoluto que no haya profesores (igual que padres) que lleven a cabo conductas intolerables como insultar o pegar a un niño, estos son obviamente casos en los que hay que intervenir en contra del que los aplica, pero esto creo es de sentido común y no es a lo que se refiere el artículo.
Muchos padres no saben cómo colaborar en la tarea con los profesores así que aquí hoy os dejo algunos consejos.
¿Cómo podemos ayudar a los profesores y colaborar por una educación integrada de nuestro hijo?
En entrevistas con profesores se ha observado que las quejas con respecto a los padres se resumían en un par de peticiones:
- Los niños pueden hacer mucho más de lo que parece (si les dejamos). Las conductas de sobreprotección impiden el correcto desarrollo del niño, lo enlentecen, el mejor aprendizaje es el que se produce por ensayo-error, debemos dejar que el niño explore y se equivoque. Además si el niño va por detrás de sus compañeros esto supondrá una dificultad añadida para el profesor. Cuando pensamos lo que tardamos en que nuestro hijo esté listo por la mañana debemos pensar lo que tarda su profesora en tener a los 20 niños listos para salir al patio. Si hacemos las cosas por él nunca tiene la necesidad de hacerlas por sí mismo, y sin necesidad no hay aprendizaje. El atarle los zapatos, subirle la cremallera, esto puede hacerlo él y muchas veces antes de lo que pensamos. El niño claro está, utiliza esto como formas de atención y en casa puede que siga diciendo que no sabe, cuando en el cole ya lo hace solo. Deja que lo intente el primero, si no puede dale una ayuda y luego házselo tú, pero no lo hagas directamente. A veces cuando pensamos que hacemos más en realidad estamos haciendo menos y entorpeciendo su desarrollo. Los profesores a veces se ven cargados con enseñar cosas al niño que tendría que tener aprendidas de antes o luchar contra padres sobreprotectores que se niegan a que el niño participe en ciertas actividades escolares. Como padre tienes todo el derecho a decidir pero siempre debemos tener claro que la decisión esté basada en el beneficio del niño y no en nuestros miedos.
- A veces demasiada atención es mala. Los niños acostumbrados a una excesiva atención son difíciles de manejar en el colegio pues ahí compiten con la atención de otros 20 niños. Cuando vea que no tiene la misma atención se sentirá confuso y frustrado y es aquí cuando muchos inician conductas disruptivas para obtener la atención que buscan. Cuando un niño requiere aprobación continua es porque probablemente se la hemos estado dando. Es muy importante que con la edad los niños desarrollen su propio criterio de aprobación, que aprendan cuando han hecho algo bien por sí mismos y que no requieran constantemente de que les hagan caso y les digan que algo está bien. Cuando crezcan esta necesidad de aprobación les puede hacer más vulnerables a críticas, presión de grupo o bullying. Cuando te pregunten si el dibujo está bien devuélveles la pregunta y que ellos juzguen.
- Debe haber cierto criterio en no hacer 100% de caso a lo que el niño dice. Está claro que hay que escuchar a los hijos e indagar ante cualquier preocupación pero también hay que contemplar que los niños tienen mucha imaginación y una moralidad aun no del todo desarrollada, por lo que pueden gestionar mal una necesidad e intentar obtener lo que quieren con alguna mentirijilla. Los profesores a menudo se quejan de que aunque ellos confían y no siempre se creen lo que el niño dice que le pasa en casa (están entrenados para reconocer otros signos que confirmen aparte de la palabra del niño), los padres deberían hacer lo mismo. Confiar un poco más en que los profesores están haciendo su trabajo bien y que no todos los niños son unos santos. Por ejemplo si el niño dice que el profesor le ha gritado delante de toda la clase por sus malas notas, intenta permanecer algo escéptico hasta poder hablar con el profesor y confirmar o no lo ocurrido.
- Los niños hacen lo que ven, no lo que les dices. E imitarán lo que hagas delante de sus amigos. Si queremos que el niño tenga interés en aprender debemos tenerlo nosotros también, que nos vea leer, investigar cómo funciona algo, compartir con el curiosidades, y no solo sobre cosas tradicionales como las matemáticas o la literatura sino fomentar cualquier conocimiento e interés que tenga, por el funcionamiento de los objetos del día a día, por el comportamiento de la gente… Decirle que no haga algo, por ejemplo reñirle por gritar, mientras le reñimos gritando nosotros mismos es totalmente inútil, lo único que conseguiremos es que no confíe en nuestro criterio y que aprenda a gritar como medio de solucionar las cosas.
- Enséñale a tu hijo que los errores no son fracasos, que son parte del proceso de aprendizaje. Un niño que se frustra con cada fracaso es más probable que desista antes, que tenga peor autoestima y que su interés en aprender se consuma más rápido si no obtiene resultados inmediatos. Recógeles tras un fracaso y ayúdales a retomar la tarea, a volver a empezar. Y como ya hemos dicho antes enseña con el ejemplo.
Voy a añadir otros consejos para conseguir que la influencia de los profesores haga su efecto y el niño reciba la mejor educación posible: No menosprecies el temario ni al profesor delante del niño, enséñale que debe respetarlo, apoya delante del niño las ideas del profesor y no cuentes al niño las cosas negativas que el profesor ha dicho de él en privado (tiene que mejorar esto o aquello). Muestra una actitud positiva hacia el colegio y el resto de profesionales, todos sabemos que el sistema educativo actual no es el mejor pero también sabemos que los profesores no ponen las leyes ni las normas, solo las cumplen, puedes tener tus quejas sobre ciertos aspectos del centro pero procura gestionarlas por tu cuenta y no poner al niño en contra del centro. Enseña al niño a cooperar y a entender que los deberes no son opcionales, son una obligación, ayúdale con los deberes (solo cuando lo necesite), sigue su progreso e interésate por el temario que dan en el colegio. Procura cuando le alabes no comparar excesivamente con otros niños a los que les ha ido peor, un niño debe competir a la larga consigo mismo y no simplemente querer ser mejor que los demás, además esto puede alentar roces entre los niños y conductas despectivas.
Fuente: The New York Times.
Imagen: Wikipedia.