La depresión posparto también afecta al padre
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Este fue el primer estudio con resultados consistentes que dejó claro que los padres también tienen más riesgo de deprimirse cuando acaban de tener un hijo pero que, además, el riesgo es más elevado en el período que va de los 3 meses a los 6 meses posteriores al nacimiento del niño. También constató que si la madre sufre depresión posparto, es más probable que el cónyuge también la padezca.
Para ponernos en contexto, vale la pena recordar que para el diagnóstico de una depresión deben darse cinco o más de los siguientes síntomas: tristeza, incapacidad de disfrutar de algo previamente placentero, problemas de apetito, dificultades para conciliar el sueño (incluso cuando el recién nacido duerme), fatiga, sentimientos excesivos de culpa, disminución de la concentración o pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
Más depresión en padres jóvenes
Un nuevo estudio, publicado en la revista Pediatrics y llevado a cabo por investigadores de la Northwestern University Feinberg School of Medicine, en Chicago, ha aportado un poco más de luz a la cuestión, mostrando un período de tiempo en el que los padres tienen un mayor riesgo de sufrir depresión: los 20 años. En concreto, los científicos han encontrado que, en aquellos hombres que se convierten en padres a los 20 años y viven con sus hijos, los síntomas de depresión tienden a subir durante los primeros 5 años de vida del bebé.
Los expertos subrayan, a pesar de los resultados, que los hallazgos no significan que los padres jóvenes estén destinados a estar clínicamente deprimidos. De hecho, el estudio no probó que la paternidad temprana cause síntomas depresivos, sino que tan sólo mostraron una asociación entre los dos. Lo que pretenden mostrar los científicos es tan sólo una franja de edad de mayor riesgo de depresión.
Bebés con más dificultades
Yendo más allá, los investigadores también han encontrado que cuando los padres están deprimidos, los niños tienden a tener más problemas de conducta y ofrecer más dificultades en la lectura y el lenguaje. Si bien no está claro qué papel desempeña la depresión de los padres en todos estos inconvenientes, lo que sí aseguran los expertos es que “cuando los padres crecen, los niños crecen”, por lo que la salud mental de los padres es importante.
Para el nuevo estudio, el equipo de investigadores utilizó datos de un proyecto de larga duración que se inició en la década de 1990 con más de 20.000 adolescentes de Estados Unidos. Cada pocos años, los participantes fueron completando una herramienta de evaluación sobre los síntomas de la depresión, compuesta de 10 preguntas. Entre algunas de las preguntas había, por ejemplo, si se sentían infelices, cansados o disgustados.
De los más de 10.600 jóvenes en el estudio, una tercera parte habían sido padres mientras tenían 24 a 32 años. El equipo de científicos detectó cambios clarísimos en los niveles de depresión con el paso de los años. Entre los padres que vivían con sus hijos, las puntuaciones de depresión aumentaron un promedio de un 68% durante los primeros 5 años de vida del retoño. Los padres que no vivían con sus hijos mostraron una tendencia diferente: sus síntomas de depresión aumentaron después de la secundaria, y empezaron a disminuir cuando se convirtieron en padres.
El 68% puede parecer una cifra alta, pero es un promedio del grupo entero. Además, para muchos hombres, incluso un gran cambio en su vida no sería suficiente para empujarlos a la depresión clínica. De hecho, muchos jóvenes del estudio comenzaron con puntajes con respecto a la depresión muy bajos, de modo que ni con el aumento del 68% de probabilidades no desarrollarían síntomas.
Sin razones
Los científicos no entienden las razones del porqué los hombres pueden desarrollar depresión tras la llegada del bebé. En el caso de las mujeres, es sabido que ésta se debe a una combinación de estrés y cambios biológicos que vienen con el embarazo y el parto. En el caso de los hombres, sus cuerpos no se ven afectados por la paternidad, pero sus vidas sí que cambian, claro está. De ahí podrían venir los motivos: tensiones financieras, estrés del matrimonio, necesidad de reestablecer el vínculo con la madre… Puede producirse, en resumen, una transición complicada a la normalidad, que se agrava cuanto más joven sea el progenitor.
Fuente | HealthDay, Público
Imagen | Guillermo Santangelo