¿Por qué podemos ver mejor con luz que sin ella?
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¿Cómo vemos?
Antes de preguntarnos por qué vemos peor o mejor, debemos tener bien claro cómo vemos. En el vídeo de abajo se ilustra de forma bastante sencilla qué ocurre durante el proceso de visión. La luz, que puede entenderse como pequeñas partículas llamadas fotones, llega a nuestra retina donde produce una excitación en nuestras células fotoreceptoras que éstas transforman en impulsos eléctricos que el cerebro se encarga de procesar y convertir en imágenes. En concreto tenemos dos tipos de células fotoreceptoras; los conos(color azul en el vídeo), capaces de distinguir colores; y los bastones(color negro), mucho más sensibles a la luz pero sin distinción de colores. Además existen muchas otras partes implicadas en el proceso de visión, pero que para nuestra explicación son superfluos, si acaso mencionaremos el cristalino que actúa de lente enfocando las imágenes.
Con esto ya podemos entender que cuanta menos luz, menos fotones nos llegarán, menos estímulos recibe el cerebro y por lo tanto menos información en forma de imágen tenemos disponibles; sencillo. Esto es fácil de intuir y entender, lo que no es tan sencillo es entender por qué cuando hay muy poca luz, pero suficiente como para ver un poquito, todo se vuelve borroso y pierder color. De hecho cuanto más oscuro sea el ambiente más se acentúa este efecto. Si no lo creéis, probadlo entrando en una habitación muy oscura y esperando 15-20minutos hasta que vuestra vista se acostumbre. Eso que experimentaréis es precisamente lo que vamos a explicar a continuación.
La explicación biológica
Ahora que sabemos cómo funciona nuestra visión podemos meternos en harina, empezando por la parte biológica. Aquí es donde entran en juego los bastones y los conos y cómo están distribuídos en la retina. A continuación tenéis una gráfica que muestra la densidad de conos y bastones en función de la excentricidad, donde el cero sería donde llega la luz de lo que estamos mirando y 90 lo que queda justo sobre el límite de visión. Los conos se sitúan en la zona de visión directa, donde llega la luz de lo que miramos y prácticamente no encontramos en regiones más excéntricas. Estos conos son un auténtico prodigio de células fotosensibles que nos permiten ver todos los colores que conocemos y son los responsables de la visión normal cuando existe suficiente luz.
Más alejados del “centro” encontramos los bastones. Estas células no son capaces de distinguir el color y aportan poca información al cerebro de día o con buena iluminación. Sin embargo, tienen una característica formidable que hace que sean hipersensibles a cualquier estímulo luminoso que les llega. En concreto la responsable de la “traducción” fotón-electricidad es una molécula llamada rodopsina que se disocia al paso de un fotón absorbiéndolo y emitiendo un impulso eléctrico. Normalmente la rodopsina se encuentra disociada en los bastones a causa de la cantidad de luz que llega a los ojos y no es hasta que vuelve recombinarse que nuestros bastones entran en funcionamiento, entre 15-30minutos después de apagar la luz. Esta es una de las explicación de que necesitemos un tiempo para ver al entrar en un lugar oscuro desde uno muy iluminado.
Como ya habréis adivinado, en ausencia de buena iluminación son los bastones los encargados de la visión gracias a la rodopsina. Estos bastones, como hemos visto, se encuentra en la “periferia” de la retina y, además de permitirnos ver a oscuras, son responsables de algunos efectos curiosos, como que si llevamos algo al borde de nuestra visión podamos verlo pero no distinguir su color, o que a oscuras vemos mejor las cosas si miramos de indirectamente que apuntando con nuestros ojos al objeto. De hecho, este último truco se llama visión indirecta (averted vision en inglés) y es utilizado por los astrónomos cuando quieren observar cuerpos con poco brillo.
La explicación física
Gracias a los conos y bastones hemos podido explicar por qué perdemos la noción del color en la oscuridad, pero aún nos queda explicar por qué se vuelve todo más desnfocado. En este caso el desenfoque es un efecto puramente físico. El encargado de enfocar los objetos es el cristalino, como dijimos antes, pero este funciona exactamente igual (de bien o de mal) en la oscuridad por lo que no es el causante de que vemos más borroso todo. Por curioso que parezca la responsable de este desenfoque es la pupila; sí, un agujero. La pupila no es más que una apertura que permite el paso de la luz desde el exterior hacia la retina y que se abre y cierra adaptándose a la cantidad de luz que haya en el exterior.
Cuanto más grande sea la pupila, más luz podrá entrar pero más borrosas serán las imágenes. En contraposición, al cerrarse permite el paso de menos fotones, pero aumenta la definición de las imágenes. ¿Por qué? La explicación es lo que se conce como resolución óptica. Sin entrar en fórmulas ni ecuaciones que nos líen más diremos que cuanto más pequeño es el agujero a través del que miramos, más enfocado estará lo que vemos. Esto funciona porque limitamos el número de direcciones que puede tener la luz que recibimos, como podemos ver en la imagen. Es decir, un punto de un objeto solo crea un punto de imagen en la retina pues su luz solo puede llegarnos en una dirección. El problema es que este bloqueo de luz hace que vemos más oscuro todo, lo cual no es problema en un día soleado, pero sí en una habitación a oscuras.
Para los que no os fiéis, probad a hacer un agujero muy pequeño con los dedos y mirad a través de él, veréis todo enfocado aunque os pongáis gafas (los que no usáis) u os las quitéis (si necesitais). Este truco lo utilizan los oftalmólogos (te hacen probar gafas con agujeros diminutos) cuando no vemos bien, para comprobar que el daño está en el cristalino y no en la retina, ya que con una retina sana siempre veremos la imagen enfocada a través de agujeros lo suficientemente pequeños.
Y hasta aquí la explicación de por qué vemos mejor de día que de noche, o con la luz encendida mejor que apagada. Si tenéis alguna duda o comentario no dudéis en dejarlo escrito en los comentarios y nos encargaremos de contestar lo que podamos. ¡Ah! y no dejéis de probar el truco de la visión indirecta o enfocar mediante agujeros, seguro que os sorprendéis aunque ya sepáis lo que va a pasar.