El uso de virus como alternativa a los antibióticos
Hace poco os hablamos de como la gonorrea estaba a punto de ser imposible de tratar, gracias a las temidas resistencias a los antibióticos. La cuestión es que no solo sucede en esta enfermedad, sino que poco a poco empiezan a aparecer muchas bacterias complicadas de tratar, algunas incluso rozando la imposibilidad de curación.
En su momento, los científicos occidentales se dedicaron a la investigación, uso y perfeccionamiento de los antibióticos, allá por la Segunda Guerra Mundial, dejando a la Unión Soviética como únicos investigadores de otro tipo de terapia menos potente en cuanto a cantidad, pero más específica, lo que implica más calidad: Los virus.
Usar virus para acabar con las bacterias
La técnica realmente no tiene unas décadas, es decir, no solo se empezó a usar en la zona del llamado “Bloque Oriental” tras la Segunda Guerra Mundial por parte de la URSS. De hecho no es que se remonte a siglos, sino que hace miles de años que se conoce, pero no se sabía porque era. En su día, los individuos que poblaban el planeta observaron que el agua de algunos rios podía curar determinadas enfermedades infecciosas como la lepra o el cólera. ¿Agua milagrosa? ¡Ni muchísimo menos! Lo que sucedía es que esa agua contenía un tipo de virus muy específico llamado fago, cuya habilidad más característica es precisamente infectar las bacterias y destruirlas desde el interior.
Como ya sabéis, los virus suelen infectar una célula viva inyectándole su ADN y secuestrando su maquinaria de replicación para producir más y más virus. Cuando no hay más espacio, la célula literalmente explota, y los virus vuelven a la circulación para repetir el ciclo. En el caso de los fagos, o bacteriófagos, las células objetivo no son unas cualquiera: Son bacterias.
La parte buena es que los experimentos de la Unión Soviética datados desde 1920 vuelven a ponerse de moda, ya que las bacterias son cada vez más complicadas de tratar. Así lo deja ver un reciente estudio publicado en Nature, en el cual se habla de la necesidad de investigar una nueva terapia mediante bacteriófagos.
Los beneficios de usar virus en lugar de antibióticos
Como ya apuntábamos al principio, la ventaja de usar virus en lugar de antibióticos es su especificidad. Mientras que los antibióticos funcionan de forma indiscriminada, acabando tanto con las bacterias infecciosas como con las bacterias buenas de nuestro propio cuerpo (necesarias para vivir), los virus no. Estos se dirigen única y exclusivamente hacia las bacterias que les digamos. Al menos, esa es la idea de su uso, poder ordenarles su objetivo a nuestra voluntad.
Por otra parte, como no, también existen ciertas desventajas. Muchas veces se usan antibióticos “de amplio espectro”, capaces de cubrir múltiples tipos de infecciones. Pero claro, esto no pueden hacerlo los virus, por lo que si no sabemos que infección exacta tiene un paciente no podríamos tratarlo como se debe, y lo de usar un enorme cóctel de bacteriófagos no parece ser una buena idea.
Aún así, la resistencia de las bacterias dejaría de existir, pues la producción de fagos específicos es ilimitada y delante de cualquier resistencia simplemente se cambiaría alguna molécula del fago y se volvería a utilizar contra la bacteria con mucha más facilidad que lo que sucede con los antibióticos actuales.
Aunque, eso si, el almacenamiento y fabricación de los fagos requiere muchísima más meticulosidad que los antibióticos, y de momento es bastante caro. Y, al ser un método conocido hace siglos, el tema de las patentes y propiedades intelectuales queda obsoleto, por lo que sale poco rentable a las farmacéuticas. De todas formas, aún quedan esperanzas al respecto, pues según Nature la Unión Europea ha invertido 5,2 millones de dólares en investigar el Phagoburn, por lo que podemos estar tranquilos: Se esta investigando.
Vía | Gizmodo.