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El tiempo libre en la infancia, ¿es mejor organizarlo o no?

12 julio, 2014 21:03

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En un reciente artículo os hablamos de la memoria de trabajo, aquella que está relacionada con el almacenamiento temporal de la información y el uso de la misma, como estrategia esencial para el rendimiento y el éxito académicos. En el presente escrito seguiremos hablando de estrategias para la optimización de la educación en la infancia. Hoy queremos hablaros del uso del tiempo libre, a raíz de un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, y publicado en la revista Parenting: Science and Practice.

En la actualidad, no es para nada infrecuente toparnos con niños y niñas quienes, al finalizar la escuela, aún les queda una larga jornada por delante de actividades extraescolares: idiomas, clases de repaso, música, teatro, danza, deportes… Incluso muchas veces combinan más de una de estas actividades al día, a lo que hay que sumar los deberes cuando llegan a casa, y la cena, y el baño, y la posible lectura nocturna. Y a dormir… Éste es un caso exagerado, claro está, pero creo estar segura en afirmar que es una escena bastante habitual que estresa tanto a niños y como a progenitores, quienes, probablemente, tampoco tienen tiempo.

Qué es mejor, ¿programar el tiempo libre de los más pequeños o dejar que hagan lo que deseen? A priori, la respuesta dependerá del tipo de padre o madre a quien se le haga la pregunta. El acelerado ritmo de la sociedad actual lleva a actuar así a muchos. Asimismo, en un mundo cada vez más competitivo, la gran variedad de actividades les mantienen ocupados garantizan el mantenimiento de una actitud competitiva en los deportes, por ejemplo, y a nivel académico. ¿Pero es realmente bueno para ellos?

Más libertad en el tiempo libre

El estudio al que he hecho referencia al principio del artículo asegura que los niños podrían necesitar un poco más de libertad en su tiempo libre en lugar de tener sus días repletos de clases, deportes y actividades estructuradas. Según los resultados, cuanto más tiempo pasaban los niños realizando actividades menos estructuradas, más iniciativa propia mostraban, y lo contrario era cierto: cuanto más tiempo pasaban realizando actividades estructuradas, menos capaces eran de usar las funciones ejecutivas.

Según los investigadores, puede llegar a ser lógico pensar que poder disponer de un tiempo menos estructurado permitiría a los niños fomentar sus funciones ejecutivas, porque, al realizar todas estas actividades, hay algo de presión, y el estrés impide [el desarrollo de] las funciones ejecutivas. Rercordemos, como ya indicamos en el anterior artículo, que las funciones ejecutivas incluyen una amplia variedad de habilidades del pensamiento, como la planificación, la resolución de problemas, la toma de decisiones y la regulación de los pensamientos y las acciones.

No se trata de que los niños no hagan actividades programadas, pero sí conviene recordar que valdría la pena combinarlas con tiempo libre sin programar. Asimismo, no estaría de más fomentar actividades motivadoras, dejarles tiempo para jugar entre semana y no sólo durante el fin de semana, compaginar actividades educativas con otras más lúdicas y, sobre todo, no volcar en ellos frustraciones, apuntándoles a actividades que no desean.

Análisis de las actividades diarias

Los investigadores pidieron a los padres de 70 niños de 6 años de edad que registraran las actividades diarias de sus hijos durante una semana. Después, los investigadores las clasificaron entre actividades estructuradas o no. Las primeras incluían clases particulares, deportes y coros, mientras que las no estructuradas incluían el juego libre y la lectura. Una vez clasificadas las actividades, los científicos evaluaron la capacidad de tener iniciativa propia de los niños. Los resultados finales fueron los ya comentados.

Hay que señalar que el estudio tuvo algunas limitaciones. Si bien los expertos pudieron mostrar una asociación entre el grado de estructura del estilo de vida de un niño y el desarrollo de las funciones ejecutivas, no pudieron afirmar si el modo en que los niños pasaban el tiempo predice el grado de uso de las funciones ejecutivas o si podría ser al revés. Además, no pudieron constatar una causalidad entre ambas cosas. Por último, es posible que las categorías que los investigadores usaron hubieran subestimado o sobreestimado la cantidad de estructura asociada con las actividades.

Este estudio no es el primero que cuestiona el valor de que los padres se involucren en exceso. Una investigación publicada el año pasado en la revista Parenting: Science and Practice, realizada por otro grupo de investigadores, halló que los niños en edad preescolar cuyas madres intentaban dirigir sus juegos eran menos felices que los niños cuyos padres no interferían.

Fuente | Medline

Imagen | Cristiano Betta