Grabando la destrucción de un vehículo espacial desde dentro
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La vida de un vehículo de transferencia automatizado (ATV por sus siglas en inglés) no es muy emocionante, aunque si que es vital para la vida en la Estación Espacial Internacional. Se tratan de vehículos de carga de suministros enviados periódicamente a la estación con comida, agua, ropa nueva, y nuevos experimentos; su vida útil termina cuando se descargan estos suministros y es rellenado con los residuos generados que no tiene sentido mantener en el reducido espacio disponible. Al menos su final si es espectacular, ya que todos acaban desintegrados en la reentrada a la atmósfera; ahora un nuevo experimento de la ESA pretende arrojar algo de luz sobre este evento.
Grabando el viaje mas terrorífico
Porque sabemos que estas naves son destruidas por la tremenda fricción que aumenta la temperatura hasta los 1500 ºC, pero aún queda mucho que comprender. Pese a que la NASA y JAXA (la agencia japonesa) han realizado experimentos en la reentrada, aún no conocemos con total exactitud las condiciones que se dan en su interior, datos que pueden ser muy importantes en el diseño de nuevos vehículos. Por eso un equipo de la ESA trabajó contra el reloj durante nueve meses para desarrollar una especie de “caja negra” que les permita recopilar estos datos; el desafío era no solo sobrevivir a las altas temperaturas, sino retransmitir los datos sin importar la altitud y la orientación una vez que lo peor haya pasado.
Esto es especialmente difícil porque en la reentrada se forma plasma alrededor del aparato que bloquea y dificulta la retransmisión de señales. Por tanto el proceso tendrá que ser muy preciso, con la cámara grabando los 20 últimos segundos de vida, que pasará al transmisor, protegido por una cápsula esférica cubierta por un escudo cerámico. Una vez que el ATV se destruya a una altura de entre 70 y 80 km la velocidad será de entre 6 y 7 km/s; en ese momento será este transmisor el que busque cualquier satélite de comunicaciones Iridium disponible con su antena omnidireccional, que debería funcionar pese a la formación de plasma. Si no es el caso puede esperar a estar a unos 40 km de altura, cuando ya no se formará plasma pero los satélites aún deberían estar “a tiro”. La misión terminará con la caída de todo el conjunto en el Océano Pacífico.
Fuente | ESA