¿Qué sabemos de los antioxidantes?
Nos encontramos con la etiqueta de ‘contiene antioxidantes naturales’ en muchos de los productos que consumimos en nuestro día a día. Lo primero que se nos viene a la cabeza son beneficios, pensamos que nos ayudan a cuidar nuestro organismo o nos hacen más sanos, sin embargo, ¿conoces realmente como actúan?
Hoy en Medciencia os acercamos las propiedades y el funcionamiento de estos alimentos a vuestro conocimiento; ¡No dejéis escapar el potencial de estos productos!
¿Cómo funcionan?
Los antioxidantes juegan un papel muy importante en la lucha contra enfermedades como el cáncer, la diabetes o las enfermedades cardíacas, pues consigue estabilizar una serie de compuestos conocidos como radicales libres.
¿Qué son estos radicales libres? Son especies químicas, resultantes principalmente de la oxidación producida por el oxígeno en las células de nuestro organismo. Al poseer un orbital con un electrón desapareado son altamente reactivos, por lo que reaccionan con las estructuras celulares cercanas alterando su estructura y función.
¿Cómo se defiende el organismo frente a los radicales? El principal mecanismo de defensa se encuentra en manos de los compuestos enzimáticos, como la superóxido dismutasa, que ‘secuestra’ las especies de oxígeno reactivas. Cuando estos sistemas antioxidantes no logran detener la acción de los radicales libres, les toca el turno a otro tipo de compuestos, entre los que se encuentran las vitaminas, el selenio y el glutatión (que probablemente os suenen más).
¿Qué ocurre si los radicales libres superan las defensas? Nuestro organismo aun guarda un as en la manga, pues posee diversos mecanismos para la reparación del daño celular causado por los radicales, entre los que nos encontramos ligasas, polimerasas, nucleasas, proteinasas y fosfolipasas. Si no se logra reparar todo el daño, podría dar a lugar a las enfermedades anteriormente descritas.
¿Cómo incorporamos los antioxidantes?
Nos preguntaremos si estamos tomando suficientes antioxidantes en nuestra dieta, o si necesitamos incorporarlos mediante suplementos, y sin la ayuda de un nutricionista la decisión que tomemos no será la acertada.
Un exceso de estos complejos vitamínicos puede presentar toxicidad en el organismo, limitando nuestro metabolismo o causándonos daños severos. Algunos ejemplos son:
- Vitamina B3: en exceso produce una vasodilatación, uso masivo del glucógeno muscular o el descenso de los lípidos séricos.
- Vitamina B9: también conocida como ácido fólico, en exceso se produce una precipitación del mismo en el riñón, produciendo la hipertrofia del órgano.
- Vitamina D: probablemente la que más os sonará. Puede producir hipercalcemia y hipercalciuria, lo que lleva a la formación de depósitos de calcio en los tejidos blandos y daños renales y cadiovasculares irreversibles.
Estando ya al tanto del problema que puede desembocar el desconocimiento de la cantidad que debemos de tomar de estos suplementos, todo apunta a que la mejor forma de introducir antioxidantes en nuestra dieta reside en frutas y hortalizas. Recomendando la dieta mediterránea, pues además de poseer un gran cantidad de vitaminas (sobre todo en frutas) posee una gran cantidad de compuestos químicos con propiedades excelentes para tu salud.
Fuente | infosalus