Primer caso europeo de Ébola, ¿en qué ha fallado España?
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Hace un par de días se ha dado a conocer el primer caso de ébola en Europa debido al contagio de uno de los sanitarios que atendía al misionero Manuel García Viejo, que falleció el pasado 26 de septiembre en el hospital Carlos III de Madrid.
Este caso ha levantado todas las alarmas respecto a cómo se ha podido realizar el contagio. Desafortunadamente, la rueda de prensa que el otro día ofreció la ministra de Sanidad no despejó la incógnitas, si no más bien todo lo contrario, pues ha dejado más dudas que respuestas.
En un artículo anterior hablamos sobre lo que sabemos hasta ahora del virus del ébola, un artículo que lo hemos actualizado recientemente con los nuevos datos que están apareciendo. Ahora vamos a explicar en esta entrada en qué ha fallado España a la hora de manejar esta situación, si es que finalmente ha hecho algo malo.
España no dispone de las instalaciones y medios correspondientes
Éste es, sin duda, uno de los motivos principales por el que muchos expertos se han opuesto a que se repatriaran a España los pacientes infectados por el virus del Ébola. Ya lo advirtieron hace tiempo y es una pena darles ahora la razón.
Antes de entrar en el tema, me gustaría explicar que según la peligrosidad del agente biológico con el que se trabaja (en este caso un virus), se aplican unas u otras medidas de seguridad para evitar el contagio. Estas medidas se agrupan en 4 niveles, los denominados niveles de bioseguridad, que van del 1 al 4, siendo el nivel 4 donde se toman las máximas precauciones posibles.
Ahora bien, para manejar bajo control el virus del ébola se necesita un nivel de bioseguridad 4, puesto que este virus representa un alto riesgo individual de contagio y un gran riesgo para la vida.
En el nivel 4 se necesita personal muy cualificado y con un entrenamiento muy específico; los trajes usados deben ser especiales, con una leve sobrepresión para evitar que entre el agente infeccioso si el traje llegara a desgarrarse; y las instalaciones deben tener una serie de características para poder albergar con seguridad el agente infeccioso.
Veamos entonces qué es lo que tenemos en España:
- En España no hay ninguna instalación con un nivel de bioseguridad 4. Tan solo 4 países europeos cuentan con el privilegio de poseer este tipo de instalaciones: Alemania, Suecia, Suiza y Reino Unido.
- Los trajes que se han utilizado en el complejo hospitalario La Paz-Carlos III son de nivel 2 de bioseguridad.
- En España no existen profesionales entrenados específicamente para la prevención de un virus como el ébola. De hecho, la improvisación ha impregnado gran parte de las medidas que se han tomado.
En definitiva, España no está preparada para contener el virus del ébola, un virus que necesita unas fuertes medidas de seguridad de las que desgraciadamente carecemos.
Poca información sobre el caso
Por otro lado, la rueda de prensa en la que compareció la ministra de Sanidad hace un par de días deja mucho que desear como ya hemos comentado anteriormente. Quedan dos grandes incógnitas sin resolver:
- Se desconoce cómo se ha podido contagiar la sanitaria que cuidaba del misionero Manuel García, aunque según comenta la sanitaria, parece ser que pudo haber rozado su cara con los guantes al quitarse el traje de aislamiento.
- La paciente pasó varios días con síntomas antes de ser ingresada, por lo que se desconoce si ha contagiado a alguien más durante ese periodo.
Tanto por un lado como por el otro, podemos concluir que España no ha hecho bien los deberes en muchos aspectos ya que no ha manejado bien la situación desde el principio.
Teniendo en cuenta que no existe una cura contra la enfermedad, la mejor prevención posible para evitar el contagio del ébola en un país como España consiste básicamente en no repatriar a los enfermos con ébola. No porque seamos inhumanos como algunos se dedican a señalar, sino porque España no se puede permitir el lujo de traer enfermos con ébola y, por tanto, poner en riesgo a la población española.
Sin duda, es un suspenso de dimensiones considerables para las personas encargadas de evitar que esto sucediera. Si en lugar de ideologías nos hubiéramos basado en la ciencia, esto no hubiera sucedido. Esta es una demostración más de que la ciencia tiene que irrumpir con fuerza en la política.
Por fortuna, el mensaje positivo (por calmar un poco los ánimos) es que la transmisión del virus del ébola es muy baja, de ahí que sea difícil el contagio y que no haya que alarmarse tanto como se está viendo en estos días, algo que parece que los medios de comunicación disfrutan al vender miedo sin reparo alguno. Obviamente, el daño ya está hecho, por lo que esperemos que no se sigan cometiendo errores tan garrafales.