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El mejor boxeador del mundo cabe en tus manos

18 noviembre, 2014 11:21

Seguro que la leer el título has pensado que ahí hay algo mal; que una persona no puede caber en las manos de otra. Eso es cierto, pero es que hoy no estamos de hablando de un ser humano sino de un crustáceo que viva bajo el mar. No os enfadéis todavía y dejad primero que os expliquemos los motivos que convierten a este pequeño animal, la Stomatopoda, en un boxeador excepcional.

Cuando uno ve una Stomatopoda (o langosta mantis) a una cierta distancia pensaría que no es más que un bogavante/langosta sin sus reglamentarias pinzas. Sin embargo, al verlo más de cerca uno se da cuenta que las  ha reemplazado por do pequños, pero poderosos “golpeadores”. Estos apéndices son su medio de ataque y tienen una dureza y fuerza tal que fácilmente son capaces de destrozar la concha de un cangrajo o incluso tubos de ensayo de laboratorio.

Como podréis ver en el vídeo de abajo, a pesar de su calmado aspecto, la stomatopoda es un fiero luchador. El secreto de este poder es un mecanismo de almacenamiento de energía muy eficiente junto con dos “puños” de extrema dureza gracias a una composición química de lo más peculiar. Pero vamos por partes, empecemos con la fuerza descomunal con la que es capaz de golpear; una fuerza mucho mayor que lo que puede producir cualquier músculo conocido.

El secreto de esta fuerza son una pequeñas muescas con forma de paraboloide hiperbólico. Esta forma matemática es una de las más eficientes que existen a la hora de almacenar energía. La langosta mantis la emplea a modo de muelle de forma que puede lanzar ataques a gran velocidad e impactar con una fuerza increíble para su tamaño. Pero claro, necesita también que al golpear no se le rompan sus apéndices como pasa con la concha del cangrejo.

Para eso cuenta con dos “puños” rígidos con unas estructura y composición química sin igual. Empezando por la composición, diversos estudios han descubierto que esta varía a medida que nos adentramos en este apéndice desde el compuesto más dura en la superficie, hasta tejido más blando en su interior. En cuanto a la estructura, los componentes están orientados de tal forma que son siempre perpendiculares a la superficie, lo que le otorga una resistencia a los golpes sin igual en el reino animal.

Las aplicaciones de estos conocimientos en la construcción de nuevos objetos o edificaciones es algo que todos querríamos ver. No sería la primera transferencia naturaleza-creación humana que se hace, ni desde luego la última; pero lo que sí que debemos esperar son grandes avances a partir de estos descubrimientos.