¿Eres un conductor agresivo?
Hoy vamos a hablar de los conductores agresivos, para entendernos pondremos un ejemplo: Imaginémonos que alguien se nos cruza cambiando de carril sin señalizar y casi llevándonos por delante, aquí se pueden dar diferentes respuestas, podemos dar un respiro, pensar “paciencia” y seguir nuestro camino, podemos pitarle y seguir conduciendo o podemos pitarle repetidas veces, insultarle, bajar la ventanilla y hacerle gestos obscenos. Bien, el conductor agresivo sería el del último supuesto. Los incidentes debidos a conducción agresiva van en aumento cada año. Los datos parecen mostrar que este fenómeno se da más en varones jóvenes que en otros grupos.
Otros datos nos muestran que si bien un tercio de los conductores han padecido episodios de agresividad al volante, solo un 2 % ha sucumbido a serias conductas agresivas manifiestas o amenazas, así que no todo está perdido.
Características del conductor agresivo:
- Tienen pensamientos agresivos y hostiles hacia otros conductores: Son más sentenciosos e incrédulos con otros conductores. También tienen más pensamientos vengativos, a veces maquinando formas de físicamente hacerles daño.
- Se arriesgan más en la carretera: Suelen ir más rápido, hacer más cambios bruscos de carril, cruzar en intersecciones con el semáforo en rojo o no respetar la distancia frontal para presionar al coche delantero.
- Se enfadan más y más rápido: Los estudios muestran que los conductores sin agresividad pueden enfadarse como mucho una vez al día en tráfico mientras que los agresivos lo hacen un mínimo de dos veces al día mostrando más de dos conductas agresivas como mínimo (gritar, hacer gestos, acelerar…).
- Sufren más accidentes: Experimentos basados en simulaciones mostraron que los conductores agresivos sufrían más accidentes de tráfico, aumentaban también los “casi-accidentes” y el número de multas de tráfico. Sin embargo no aumentaba el numero de lesiones (se especula que los accidentes con lesiones graves son infrecuentes en todos los grupos).
- Presentan más ansiedad, impulsividad y agresividad como rasgo de personalidad (también fuera de la carretera).
Los conductores agresivos suelen conducir de forma temeraria o brusca (acelerando y frenando), impiden incorporaciones de otros carriles o cortan por delante ellos al cruzar, se pegan al coche de delante para que vaya más rápido, tocan el claxon o utilizan las luces para intimidar a los demás, gritan o muestran una conducta perturbadora, suelen conducir rápido y por el carril central (para intimidar a los conductores en ambos lados), no respetan las distancias de seguridad, las luces de tráfico, las señales o los límites de velocidad, suelen salir del vehículo para iniciar confrontaciones cuando hay un problema, tirar objetos desde su vehículo a otros, provocan accidentes a otros vehículos o los dañan con el propio (rayar el coche por ejemplo). En casos extremos puede haber agresión física y provocación de accidentes y daños a otras personas (estos casos son mucho menos frecuentes), en Estados Unidos el problema es mayor dado que un porcentaje muy alto lleva armas en su vehículo.
El conductor agresivo no lo es siempre sino que se ve detonado por eventos de la conducción o el entorno.
Factores que provocan la conducción agresiva:
Se sabe que los detonantes de esta conducta son una interacción o mezcla entre factores del temperamento o personalidad del individuo junto con factores del entorno o el ambiente que la rodea. Veamos los más destacados:
- Carreteras abarrotadas.
- Conducción deficiente de otros conductores o conductas que ponen en peligro a otros.
- Estrés y agresividad en otras áreas de la vida (se desplaza a la carretera). Están asociados pero no son lo mismo.
- En cierta manera este fenómeno se asocia (aumenta) con el consumo de alcohol y drogas.
- Los atascos y las zonas de reducción de velocidad son situaciones que aumentan la agresividad (solo para algunos conductores).
Pero, ¿por qué nos sienta tan mal? Se han estudiado las variables psicológicas que hacen que ciertos eventos de la carretera como los mencionados antes causen tal respuesta en los sujetos y se ha encontrado que la mayoría de ellos tienen cosas en común, por ejemplo:
- Producen tensión: La carretera y la conducción son peligrosas y ello hace que se produzca tensión cuando hay un incidente. Esa tensión hace que sea más probable que nos enfademos cuando algo ocurre pues ya estamos activados, con la tasa cardíaca más elevada, etc.
- Hay un bloqueo de metas: Cuando vamos en coche, casi siempre vamos a un destino o meta específico y tenemos que llegar a una hora determinada. Cualquiera que se interpone, nos enlentece, está impidiendo que consigamos esa meta. Cuando alguien nos impide conseguir un objetivo no es extraño que eso produzca enfado u agresividad. Si además llegamos tarde o el sitio al que vamos es muy importante, el fenómeno se multiplica.
- Existen unas reglas no escritas: Existen las normas de circulación que son el código escrito que legalmente debemos respetar, pero lo que ocurre es que la mayoría de conductores siguen sus propias reglas que se acercarán más o menos a las del código vial, son reglas no escritas. Por ejemplo: Muchos utilizan el límite de velocidad como guía de la velocidad para una vía y no como límite legal. Si ponemos un ejemplo lo entenderemos mejor. Imaginemos que estamos en una carretera que conocemos, que pone como límite 50 km por hora, pero en la que nosotros siempre vamos a 65, pues estamos habituados y no vemos peligro. Si pensamos que nuestra velocidad es la adecuada y nos encontramos con alguien que va a 55 km por hora pero no le podemos adelantar seguramente nos enfademos porque pensemos que va demasiado despacio. El que va a 55 se enfadará porqué el de atrás no respeta su distancia o espacio (sin tener en cuenta que el también viola la regla escrita de 50 km por hora). Al final ambos violan la norma legal escrita y sin embargo se enfadan por reglas que cada uno considera importantes obviando la legal. Esto ocurre mucho en las autopistas cuando a uno yendo a 120 aún se le pone alguien detrás a hacer luces como si no se estuviera yendo ya a la máxima velocidad permitida por el tipo de carretera. La agresividad se suele relacionar más con el traspaso de estas reglas personales no escritas.
- Los infractores son anónimos: Los conductores son anónimos entre ellos, esto nos hace más fácil etiquetarlos arbitrariamente y hacer asunciones sobre porqué conducen de una manera. Como nunca llegamos a conocer al conductor, nunca llegamos a desconfirmar este tipo de pensamientos. Por ejemplo hacer inferencias sobre las motivaciones del otro conductor: “Me ha visto pero le ha dado igual”, “ha esperado a que saliera para acelerar aposta”, o sobre su forma de ser: ” es un torpe, es un lento”, “vaya empanado”, etc…
¿Qué se puede hacer?
Varios psicólogos, como por ejemplo Deffenbacher han estudiado este problema y creado técnicas para tratarlo. En su caso se tratan de técnicas de visualización o imaginación enfocadas en la relajación (se imagina una situación en la carretera estresante o que cree agresividad y se intenta inducir relajación para contrarrestarla).
Las técnicas más efectivas en estos casos parecen ser las cognitivas (modificar los pensamientos que detonan la agresividad) y las de relajación. Funcionan aunque la agresividad no desaparece del todo si la reduce sustancialmente.
¿Te has visto identificado con esta forma de conducción? Ten en cuenta que pones en peligro tu vida y la de otros por lo que sería conveniente trabajar las respuestas agresivas para evitar que ocurrieran mientras conducimos. Lo primero será corregir los pensamientos, muchas veces son ellos los que nos hacen enfadar, por ejemplo si piensas que el otro lo ha hecho aposta o que es mala persona eso te enfadará más que si piensas que ha sido sin querer y que la otra persona probablemente se siente mal. Intenta no hacer asunciones sobre las motivaciones de otros conductores, no juzgues y concede el beneficio de la duda, todos podemos equivocarnos, eso evitará que te enciendas antes de tiempo. Trata a los demás conductores como te gustaría que te trataran a ti. Que alguien haga algo mal no justifica que lo puedas hacer tú luego en respuesta. Piensa siempre en tu seguridad y la de los demás. Si te alteras tu capacidad atencional y de razonamiento disminuye, te arriesgas a un percance. ¿Vale la pena?
Fuente: APA, APA, Psychology Today,
Imagen: Wikipedia.