Acoso laboral: El perfil de la víctima
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En la mayoría de lecturas sobre acoso psicológico en el trabajo, o mobbing, se hace un enfoque desde el perfil del acosador o desde la definición del fenómeno. En este artículo se pretende hablar del desde el punto de vista del perfil del acosado. ¿Acostumbran a ser personas débiles? ¿O existen personas, a primera vista valientes y fuertes, que pueden también acontecer víctimas de acoso?
La realidad es que no puede afirmarse que exista un perfil claro de persona que pueda llegar a ser víctima de acoso laboral. Es decir: todos podríamos llegar a sufrir, alguna vez en la vida, de esta violencia psicológica extrema, ejercida por una segunda persona hacia nosotros, de forma sistemática, recurrente y durante un tiempo prolongado (así se acostumbra a definir el mobbing). De ello dependerá en gran parte que el agresor en potencia nos perciba como víctimas o que vivamos rodeados en un entorno laboral que favorezca el fenómeno.
Por lo tanto, no estamos hablando de un problema psicológico por parte de la víctima que le lleve a sufrir este tipo de acoso. Sí hay, no obstante, algunas características que gran parte de los acosados comparten, y que generan recelos y envidias en el potencial acosador, quien acostumbra a presentar rasgos narcisistas y de infelicidad permanente. He aquí algunas cuantas características:
- Son gente trabajadora y que, además, acostumbra a hacer las cosas bien. Es, además, gente creativa.
- Personas que acostumbran a llevarse bien con todos y muy sociables. Además, el riesgo aumenta conforme aumenta el atractivo físico.
- Suelen estar muy bien valorados por los cargos superiores.
- Tienen valores arraigados y ética. Acostumbran a cuestionar lo establecido de forma constructiva.
- No les importa trabajar en equipo. Es más, lo ven como una forma de trabajar óptima y esencial para el buen desempeño laboral, individual y colectivo.
Cuestionamiento interno
Más allá de estos rasgos “positivos”, que son la puerta de entrada al maltrato, este perfil que hemos definido también presenta dos rasgos importantes que facilitan el desarrollo del acoso: vulnerabilidad y permisividad. El primer término no se refiere a la debilidad en sí misma, si no al hecho de que se ataca con más frecuencia, por ejemplo, a un joven que a un adulto, o a un trabajador temporal que a uno indefinido. El segundo término hace referencia al hecho de que las víctimas suelen negarse a plantarse ante el acosador, pensando que la situación pasará por sí sola.
El acosado no deja de preguntarse por qué esto tiene que pasarle a él. Y duda en muchas ocasiones de que el problema no lo esté generando él mismo. Por ello muchas veces callan, bien porque se sienten culpables, bien por miedo o por no hacer “enfadar” a nadie. He aquí las preguntas, extraídas de la Asociación Mobbing Madrid, que el acosado se hace de forma permanente, provocando un estado de ansiedad, tristeza, impotencia y muchas emociones negativas más:
- ¿Por qué me pasa esto a mí?
- ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
- ¿Será que estoy haciendo algo mal?
- No quiero que se entere nadie
- Espero que se le pase el enfado, esto pasará
- Haré el trabajo impecable
- ¿Cómo no me di cuenta antes de que eso era acoso y no haber sabido parar la situación a tiempo?
- Pediré la baja cuando ya no pueda más
- ¿Qué he podido hacer para ofender o provocar al agresor?
Manos a la obra
La mayoría de veces, cuando el afectado se da cuenta de todo lo que está ocurriendo, la situación ya es bastante grave. No es fácil ponerse manos a la obra, pero estos son los pasos a seguir ante una situación de acoso laboral: 1) Tomar conciencia de la situación, identificando al agresor y los recursos disponibles donde acudir; 2) solicitar ayuda tanto de amistades próximas y de confianza como profesional; y, por último, 3) decidir dónde denunciar.
Fuente | Universia
Imagen | derek maguire