Cuatro consejos para envejecer con equilibrio
Seguro que muchos al leer el título pensáis que el artículo va a ir sobre dieta o ejercicios mentales, si bien eso es muy importante (dieta saludable, ejercicio físico moderado y mantener la mente ocupada) de ello ya os habíamos hablado en otros artículos de Medciencia. Hoy vamos a hablar del aspecto más psicológico, de cómo sobrellevar un proceso tan poco deseado que es inevitable. A pesar de ser los más sanos del mundo, todos vamos a envejecer.
La vejez nunca es deseada. Cuando pensamos en ella solemos temerla, intentar frenarla, sentirnos tristes, enfadados o ansiosos, pero es uno de los invariables de la vida: Todos envejecemos, todos morimos. Así pues siendo un proceso inevitable debemos trabajar en cómo afrontarlo, cómo aceptarlo para vivir bien con él. Un trabajo que ciertamente no potencia nuestra sociedad: pocos consejos se le dan a la gente sobre cómo afrontar su propio proceso de envejecimiento. Es más, creo que todos la tememos desde el momento en el que vemos a los que nos rodean envejecer y vemos que ello nos va a ocurrir a nosotros un día. Hoy os vamos a dar cuatro consejos sobre cómo enfocarlo mejor.
Los consejos:
1- Céntrate en las ventajas del envejecimiento. Sí, las hay. No estamos nada orientados a ellas pero existen así que búscalas. Por ejemplo, (y aunque se haya perdido un poco), tradicionalmente se considera a la gente mayor como transmisora de conocimientos y sabiduría, con grandes experiencias tras de ellos de las que han aprendido mucho y pueden transmitir a otros. Además aprovecha que con la edad ganas credibilidad, cuando uno es joven nadie le escucha. Ahora es el momento de hacer aquellas cosas para las que no tuviste tiempo: plantar ese jardín deseado, leer aquellos libros que no leíste, dar largos paseos, tener el tiempo para poder disfrutar de un tiempo de calidad con amigos y familiares sin sentirnos culpables, sin las presiones de la ajetreada vida del que trabaja y tiene que mantener a una familia. Es una etapa en la que te conoces mejor a ti mismo, tus deseos, tus motivaciones. Utiliza todo lo que has ganado por el camino para disfrutar de tu vejez.
2- Encuentra el balance correcto entre la anticipación y el duelo. El final de la vida de uno mismo implica un duelo (un auto-duelo podríamos decir) de todas las cosas que se pierden (la forma física, los cambios de aspecto, etc…), uno debe en parte procesar eso y asimilarlo. De ahí la importancia de este punto, no podemos intentar evitar e ignorar todo lo que ocurre porque no sería sano. Tampoco podemos estar totalmente centrados en anticipar todo lo malo que va a ocurrir como mecanismo de afrontamiento (para evitar la ansiedad estamos constantemente pendientes). Uno no debe estar ni esperando a que todo vaya mal (la primera cana, las arrugas, etc…) ni ignorarlas cuando ocurren o intentar taparlas. Lo ideal es un punto medio en el que rige la aceptación, aceptamos que habrá cambios que pueden no gustarnos, pero que son parte de la naturaleza humana, es decir esperamos que ocurran en algún momento pero no permitimos que esta anticipación nos atormente constantemente ni los ignoramos o tapamos cuando aparezcan. Puede parecer algo extraño pero en realidad cada signo es algo positivo, cuantos más signos de la edad tienes es porque más tiempo y mejor has vivido, más has esquivado a la muerte y más has explotado esa parte, luego esa arruga es en realidad una marca de todo eso vivido y es parte de tu esencia.
3- Céntrate en los demás. No nos va a servir de nada estar siempre centrados en nosotros, pendientes del declive, del envejecimiento y de lo que nos duele o lo que va mal. Como alternativa podemos centrarnos en los demás (lo cual nos ayudará a desconectar un poco). Tal vez ayudar a otros con problemas o hacer un voluntariado. Tal vez pasar tiempo con los nietos, con amigos, etc… Otra muy buena opción para aquellas personas que desempeñaron un oficio específico es tutorizar a las nuevas generaciones, aconsejar a aquellos que quieren iniciar un nuevo negocio, etc… Esa sabiduría no se puede pagar.
4- Deshazte de los miedos. Ignóralos, no les escuches. Cada vez que te asalte un pensamiento negativo, un miedo, sustitúyelo por un pensamiento positivo, un recuerdo agradable o una tarea. Distrae la mente, aún quedan muchas cosas por vivir, no vamos a dejar que el tiempo que queda este gobernado por los miedos.
Búscale un objetivo a tu vejez. Ya sea enriquecer tus conocimientos, ayudar y transmitir lo que sabes a otros, apoyar a las nuevas generaciones, hacer algún voluntariado, escribir un libro (de recetas, de fantasía o autobiográfico), formar parte de tu comunidad, hacer las cosas para las que no tuviste tiempo o tal vez vivir una vida tranquila y pacífica que antes no pudiste vivir.
Todas las épocas de la vida tienen su función y sus características particulares, y esta también. Asegúrate de sacarle el mayor provecho posible. Habrá limitaciones, sí, pero no todo está limitado. Ves alerta de no limitarte tú. Una cosa es no ir a nadar porqué tienes un problema de salud y otro no ir porque te da vergüenza o porque no eres tan rápida/o como antes. Una cosa es no hacer algo porque no puedes (objetivamente) y otra es autolimitarse a no hacer cosas por miedo, por prejuicios o por ideas preconcebidas sobre lo que debe ser la vejez. Podemos seguir viajando (en la mayoría de casos), manteniendo relaciones sexuales, saliendo a comer fuera e incluso ir a bailar, por supuesto no será lo mismo que cuando tenías 25 años y tal vez te tengan que ayudar o tengas que modificar o limitar alguna parte, pero vamos, poder se puede. Cuanto más te limites tu más limitado/a te verán el resto y más rápido será el envejecimiento.
Fuente: Psychology Today.
Imagen: Flickr.