Obesidad, ¿más genética que estilo de vida?
Noticias relacionadas
La obesidad, junto a la desnutrición, siguen siendo las grandes epidemias no contagiosas de nuestra época, por paradójica que sea su asociación. Se ha especulado mucho sobre las causas de la obesidad, intentando pararla o controlarla mediante un estilo de vida saludable, dieta u otros modos de tratamiento menos ortodoxos como el chocolate negro o el café, a parte de la buscada “pastilla anti-obesidad“, aunque siguen en ello. De todas formas, siempre se ha tenido en el punto de mira la genética como una de las grandes causas de esta epidemia occidental, y puede que sea mucho más importante de lo que creíamos, aunque no hay que darle más protagonismo del necesario.
El papel de la genética en la obesidad
De hecho, esta vez no ha habido un estudio, sino hasta dos investigaciones diferentes publicadas en la prestigiosa revista Nature, que apuntan a la genética como gran causa de la obesidad, lo cual podría explicar porque algunos individuos son más propensos a sufrirla, teniendo en cuenta otras condiciones relacionadas claro.
Los investigadores analizaron muestras de hasta 300.000 personas, detectando más de 140 localizaciones genéticas en su ADN que jugarían algún papel en el desarrollo de la obesidad. Por tanto no podríamos hablar de un “gen de la obesidad“, sino que sería una enfermedad poligenética. Además, se identificaron nuevas vías metabólicas con un papel importante en el peso corporal y la distribución de la grasa. Como punto positivo, el conocimiento de estos genes y nuevas vías metabólicas podrá ayudarnos al desarrollo de nuevas terapias y fármacos contra esta lacra, pues dichos genes acaban produciendo proteínas que pueden bloquearse.
La genética de la grasa en la obesidad
Por una parte, uno de los estudios (o paper) se centró en cómo los genes determinan el lugar donde se almacena la grasa en nuestro cuerpo, afectando así a nuestra salud. Esto es importante, pues no es lo mismo almacenar grasa a nivel periférico (en brazos o piernas) que a nivel central (barriga o vientre). En este último caso, el almacenaje de grasa a nivel de la barriga ha demostrado aumentar el riesgo de sufrir otros trastornos metabólicos como la diabetes tipo 2 o las enfermedades cardiovasculares, como bien recuerda Karen Mohlke, profesora de genética de la Universidad de Carolina del Norte:
“Los genes pueden determinar la localización corporal de la grasa, planteando así diferentes riesgos para la salud. Si podemos averiguar qué genes influyen en este deposito de grasa, podríamos entender la biología que conduce a sufrir estas condiciones de salud, como la resistencia a la insulina o diabetes, el síndrome metabólico o las enfermedades del corazón”
La genética del IMC en la obesidad
Por otra parte, en la otra investigación se centraron en la relación entre los genes y el índice de masa corporal (una estimación de la grasa corporal según estatura y peso, que cada vez se valora menos por su escasa especificidad). Resultó que había hasta 97 asociaciones genéticas relacionadas con el IMC, y además la localización de estos genes estaban vinculadas a áreas que controlan factores como el apetito o el uso de energía por parte de nuestro organismo.
Así lo comenta la doctora Elizabeth Speliotes, autora principal de esta segunda investigación y profesora de medicina interna y medicina computacional y bioinformatica de la Universidad de Michigan:
“Nuestro trabajo demuestra claramente que la predisposición a la obesidad y al aumento del IMC no depende de un solo gen o cambio genético. El gran número de genes implicados hace que sea más complicado encontrar una solución a la obesidad, y abre la puerta a nuevas vías de tratamiento genético”
Conclusión
Como ya nos conocemos, creo que es necesario añadir una conclusión a ambos estudios:
En ningún momento se ha dicho que la obesidad sea puramente genética, ojo, no hablamos de eso. Estamos hablando de que la genética juega un papel importante, pero no que “la obesidad es genética“, y que por ello si la sufrimos no hay nada que hacer al respecto “porque como es genética, no vale la pena preocuparse”. ERROR. Esa no es la actitud ni la forma de pensar.
Estamos hablando de que hay diversos genes implicados en que cierta parte de la población esté más predispuesta a la obesidad, pero eso no quiere decir que debamos tirar por la ventana la dieta saludable, ni el estilo de vida adecuado, ni todos los buenos hábitos de salud que conocemos y sabemos que funcionan.
Así que, por favor, que a nadie se le ocurra esgrimir estudios como este para decir que “la obesidad es genética y por ello es imposible luchar contra ella”, porque a eso se le llama mentirse a uno mismo.
Vía | WebMD.
Fuente | Nature (1), Nature (2).