Un escáner cerebral podría predecir qué tratamiento es mejor para una depresión
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Como sabéis la depresión (así como la ansiedad) son una de las epidemias de nuestra generación. Todos tenemos una alta probabilidad de padecerla algún día y seguro conocemos a alguien que la esté sufriendo. Si bien es cierto que es un campo en el que se han desarrollado muchas técnicas de intervención terapéutica: Fármacos, terapia psicológica y terapia de grupo por ejemplo, lo cierto es que surge el problema de saber, ante tantas opciones, cual es la mejor para cada sujeto.
Si bien hay ciertos tratamientos que han mostrado ser eficaces en porcentajes mucho más altos que el resto (y por lo tanto ser tratamientos de primera elección frente a los otros), como por ejemplo la terapia cognitivo conductual para la depresión, es también cierto que hay casos que no mejoran con ella o que se benefician más de otro tipo de aproximaciones (interpersonales, sistémicas, etc…). Se estima que hasta un 40% de casos pueden no mejorar con la primera intervención (al menos en Estados Unidos).
Normalmente esto no se sabe hasta que se ha fracasado con un tratamiento y se intenta uno diferente. Pero el estudio del que os hablaremos hoy podría presentar un gran avance al poder predecir qué tipo de terapia sería mejor para cada sujeto, evitando al paciente tener que pasar por varios fracasos hasta encontrar la terapia más adecuada para él.
El estudio
El estudio, llevado a cabo por la escuela de medicina de la Universidad de Carolina del Norte y publicado en la revista Neuropsychopharmacology ha sido el primero en utilizar la técnica llamada resonancia magnética de conectividad cerebral funcional en estado de reposo, esta pretende identificar diferencias en el cableado (las conexiones) cerebral.
Así pues los investigadores Gabriel S. Dichter y Moria J. Smoski volcaron sus esfuerzos (tras décadas de estudio de la depresión a nivel cerebral) hacia búsqueda de formas de optimizar los resultados, de saber de antemano que terapia sería mejor para cada paciente, maximizando así la tasa de éxito y minimizando las de fracasos.
Para entender su estudio, debemos tener en cuenta que la terapia psicológica (Talk therapy para el estudio) ha mostrado producir por si sola cambios en la conectividad cerebral.
La muestra de su estudio se compuso de 23 sujetos diagnosticados con trastorno depresivo mayor pero que no habían todavía recibido ningún tipo de tratamiento para esa patología. Se sometió a los sujetos a un escáner cerebral rs-fcMRI (el antes mencionado) que visualiza la actividad coordinada de varias regiones del cerebro dentro de redes funcionales conocidas de neuronas, mientras que el cerebro no se dedica a ninguna tarea en particular (es decir, está en estado de reposo). Así, ellos podían identificar regiones que se iluminaban o activaban al unísono. Esto podría ayudarles a descubrir redes de actividad relacionadas con ciertas conductas o respuestas a la terapia.
Tras ser escaneados se asignó a cada participante a un programa de tratamiento de 12 sesiones semanales de terapia psicológica, concretamente terapia de activación conductual (terapia cognitivo-conductual). Tras ello Andrew Crowther (primer escritor del artículo) se dedicaba a analizar los datos: resultados de la terapia versus patrones de conectividad cerebral en reposo.
Conclusiones:
Se observaron dos tipos de patrones que destacaban entre los que obtenían mayores beneficios de la terapia:
- Mayor conectividad entre el córtex insular anterior y el giro temporal medio.
- Conexiones más fuertes entre el surco intraparietal y el córtex frontal orbital.
La idea de los investigadores es ampliar su estudio para poder crear una especie de “mapa” que guíe la prescripción terapéutica hacia su vertiente más efectiva. Así pues, se plantean repetir el estudio incluyendo la evaluación de respuestas ante los antidepresivos y otras formas de terapia psicológica, así como la respuesta a la estimulación cerebral (normalmente reservada para casos muy severos).
Este tipo de estudios son pioneros en el campo pero sin duda seguirán en auge, una vez alcanzado el clímax de terapias posibles por crear lo ideal es eso, buscar como emparejar a cada paciente con su terapia. Los beneficios no serían solo para el sujeto en sí y sus familiares, que verían el sufrimiento aliviado de forma más rápida y eficaz, sino que también se beneficiaría el sistema sanitario. Un método así permitiría ayudar a reducir la sobrecarga que existe en el sistema sanitario al ofrecer resultados de forma más efectiva, pudiendo por lo tanto reducir costes y disminuir la saturación de los servicios sanitarios, siempre teniendo en cuenta el coste adicional de realizar tal estudio en cada paciente.
Fuente: Science Daily, Nature.
Imagen: Wikipedia.