Tecnología

Estereotipos de género y desempeño académico

31 marzo, 2015 20:36

Un nuevo estudio de la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, sugiere que los estereotipos de género sobre la capacidad de las mujeres en las matemáticas afectan negativamente en su rendimiento. Asimismo, tanto hombres como mujeres creen erróneamente que estos estereotipos no socavarán en dicho desempeño, sino que las motivarán a obtener mejores resultados. La investigación se ha publicado en la revista Journal of Experimental Social Psychology.

Para los expertos, las implicaciones de este estudio van más allá de las clases de matemáticas, y se dirigen también a los muchos otros entornos sociales en los que los estereotipos negativos sobre las mujeres juegan un papel importante. Los resultados obligan a preguntarse si las personas no afectadas por estereotipos pueden reconocerlos de manera efectiva y encontrar modos de reducir su impacto. También ponen en perspectiva el enorme desafío de eliminar los efectos de los estereotipos a pesar de la creciente conciencia acerca del impacto negativo tanto a las mujeres como a la sociedad en general.

Por último, el estudio tiene implicaciones importantes para las mujeres en los entornos tecnológicos y empresariales, donde las habilidades de las mujeres se refutan habitualmente por estereotipos negativos. Son, de hecho, los entornos donde las mujeres tienen más probabilidades de experimentar este tipo de “amenazas”. Lógicamente, es un problema que los supervisores y compañeros de trabajo no puedan anticipar cómo éstas interfieren con su rendimiento.

Ansiedad y bajo rendimiento

El objetivo principal del trabajo era averiguar si los observadores que participaban en el estudio eran capaces de reconocer la ansiedad y el bajo rendimiento que experimentan las mujeres cuando son juzgadas con estereotipos negativos. 150 participantes fueron divididos en dos grupos, con números parecidos de hombres y mujeres, y tuvieron 10 minutos para resolver siete complicados problemas matemáticos en equipo.

Antes de completar la prueba, se introdujo un estereotipo negativo sobre las mujeres. A todos se les dijo que los investigadores estaban tratando de averiguar por qué las mujeres acostumbran a ser peores que los hombres con respecto a las matemáticas. Finalmente, a la mitad de los participantes se les pasó una nueva prueba con ejercicios, así como una encuesta sobre el desempeño esperado. A la otra mitad simplemente se les pidió que predijeran cómo pensaban que las mujeres podían sentirse en esta situación a la hora de hacer la nueva prueba, y cómo creían que iban a realizarla.

El trabajo confirma estudios anteriores al constatar que las mujeres que hicieron examen se desempeñaron peor y mostraron una mayor ansiedad y menores expectativas sobre su rendimiento, en comparación con los hombres.

Este estudio, no obstante, va más allá que lo mostrado hasta ahora, puesto que se ha medido la percepción de los hombres y de las mujeres en la experiencia de las personas que realizan el examen en estas condiciones. Y las expectativas no se corresponden con la realidad: aunque ambos géneros esperaban que las mujeres experimentarían más ansiedad y presión a la hora del examen, ambos observadores masculinos y femeninos esperaban también que las mujeres superarían con éxito estos obstáculos, a modo de “desafío motivador”. No esperaban, por lo tanto, la realidad: que esta presión reduciría finalmente su rendimiento. Lo mejor y peor del caso: esta percepción errónea se produjo tanto en hombres como en mujeres. Ser mujer, por lo tanto, no conferiría ninguna visión especial con respecto a las experiencias de las mujeres ante la amenaza del estereotipo.

Según los investigadores, la desconexión entre la realidad y la percepción en estos escenarios podría traducirse en un menor apoyo a los programas y políticas que mitiguen el impacto de los estereotipos negativos de género, ya que las personas piensan que no afectan realmente en el desempeño.

Profecia autocumplida

Todo esto me recuerda a un concepto bien conocido denominado “autoprofecía autocumplida”, que se define como una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad. En otras palabras, que cuando tenemos una creencia firme respecto a alguien, acaba cumpliéndos, que las etiquetas, los prejuicios, tienen mucho más efecto en nosotros mismos que lo que podemos creer en realidad. Recuerdo el experimento del que me hablaron hace unos años. En él, se etiquetó a unos estudiantes como “malos estudiantes” y a otros como “buenos estudiantes”. El resultado final, sin tener en cuenta las verdaderas aptitudes de cada uno, fue muy revelador: los etiquetados como “malos estudiantes” tuvieron un peor desempeño que el grupo considerado “bueno”. No hace falta que digamos nada más.

Fuente | Indiana University