El mítico brontosaurio vuelve a ser un dinosaurio

El brontosaurio, uno de los seres vivos extintos más conocidos por el público en general, ha vuelto a ganarse una distinción aceptada por todo el mundo: el brontosaurio es un dinosaurio.

Si la confusión llena ahora mismo tu cabeza, eso es porque asumías que ya lo era. Al fin y al cabo, el brontosaurio aparece de una manera o de otra en todo tipo de películas, libros y otras obras; junto con el Tiranosaurus Rex y el Triceratops, puede decirse que es uno de los dinosaurios más populares, con su cuello y su cola largos.

Sin embargo, la opinión aceptada entre los científicos es que el brontosaurios no existió, sino que en realidad los restos encontrados son de un género diferente llamado Aparatosaurus Apatosaurus.

No hay duda, el brontosaurio es un dinosario

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La segunda mitad del siglo XIX fue algo polémica con el descubrimiento de muchas especies de dinosaurios, aunque en muchas ocasiones la presión por conseguir un logro y la gran competencia hacía que algunos paleontólogos “creasen” nuevas especies a partir de cualquier hallazgo posible.

Ese fue el caso del Brontosaurus (“lagarto del trueno”), que Othniel Charles Marsh había definido a partir del descubrimiento de un fósil de columna vertebral y pelvis. Pero en cuanto murió, la comunidad científica acordó que el llamado brontosaurus en realidad era un apatosaurus.

Ahora un nuevo estudio de investigadores de Portugal y Reino Unido confirma que el brontosaurus pertenece a un género y una especie propias, independiente del apatosaurus. El estudio se basa en un análisis estadístico de las diferencias entre los fósiles de aparatosaurus y brontosaurus, especialmente en los encontrados en los últimos 15 años y que han marcado la diferencia. La conclusión es que son dos tipos de animales tan diferentes que deben pertenecer a distintos géneros.

Lo curioso es que para la mayoría nada habrá cambiado. Mientras el apatosaurus es un dinosaurio relativamente desconocido, el brontosaurus se ha ganado una gran fama en el último siglo, incluso aunque nunca existiese para los científicos.