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Cómo pasar de reactivo a proactivo en situaciones difíciles

20 abril, 2015 20:31

Hay situaciones vitales en las que es muy difícil mantenerse sereno y hacer las cosas bien, situaciones en las que las emociones (ira, rabia, frustración, etc…) nos inundan y nos ciegan y somos incapaces de actuar tan siquiera en nuestro propio beneficio. Acabamos haciendo cosas guiados por la emoción que no nos llevan a ningún lado y empeoran el problema y como nos sentimos. Lo ideal sería poder canalizar todo eso y actuar de forma que sigamos el camino que lleva a la solución y no el camino que guía la emoción. Hoy os mostramos un par de sugerencias de ciertas situaciones para que podáis conseguirlo.

1. Cuando estás enfadado con alguien…

Sí es lo que dice todo el mundo, lo de respirar y contar. Y lo dicen porque funciona. Lo ideal es que aprendas a reconocer tus estados, cuando empieza a hervir la sangre y tal, en cuanto te percates del enfado, respira hondo y cuenta lentamente hasta 10, incluso se pueden hacer 10 respiraciones lentas, puedes utilizar frases como “tranquilízate”, “vamos a pensar las cosas”, “voy a calmarme”, etc… Si después de ello aun sois incapaces de controlar el enfado lo mejor es tomarse un tiempo fuera, que dependerá de cada uno y de la situación, desde 10 minutos hasta media hora o a otro momento cualquiera. Es lo que siempre se dice: mejor irse que decir algo de lo que uno luego se arrepienta. Y en el tiempo fuera uno debe intentar calmarse y pensar en función de objetivos y soluciones, ignorando pensamientos catastrofistas o inútiles que solo tienen la función de aumentar la emoción pero alejándonos de la solución.

2. Cuando te sientes mal por la conducta de alguien hacia ti…

Por ejemplo si un amigo no te devuelve la llamada, si llegan tarde, etc… Aquí lo importante es evitar saltar a conclusiones. Lo ideal es comprender los diferentes puntos de vista para la misma situación, por ejemplo: Puede que el móvil no le funcione, que esté trabajando, que no se encuentre bien, que se le haya pasado sin querer, etc… Y no siempre es que no les importemos o algo así (que es lo que solemos pensar y acaba haciéndonos sentir peor). Al personalizar la conducta perdemos la objetividad, hay que intentar no asumir que lo que interpretamos es cierto cuando no tenemos la respuesta. Es más fácil no asumir nada hasta ver y/o preguntarle a la otra persona. Debemos observar si estamos siendo objetivos.

3. Cuando tienes que tratar con una persona difícil…

Por difícil que resulte el truco está en intentar ponerse en la posición del otro, intentar verlo desde su punto de vista. Se puede utilizar la frase “debe ser difícil para…. al tener que….” Una vez entendemos porque la otra persona se comporta de esa manera es más fácil tolerarlo y manejarlo. Entender por qué alguien hace algo no significa justificarlo, intentamos entender de donde viene su conducta pero podemos seguir sin compartirla y pensar que podría reaccionar mejor, pero bueno solo el entender que cada uno tienes sus problemas ayuda bastante. Hay que intentar seguir siendo considerados y educados, no hay que bajar al nivel del otro. Que el otro no actúe bien no es excusa para no actuar bien nosotros.

4. Cuando te presionan para tomar una decisión de la que no estás seguro…

Lo mejor que se pues hacer en estos casos es intentar conseguir más tiempo para pensar, podemos decir: “lo pensaré”, “ya te diré cosas”, “hablamos el lunes/por la tarde…”. Estas comprando tiempo para tomar una decisión más sopesada. Y luego disco rallado, es decir, si te siguen insistiendo repítete, el otro no tendrá más opción que aceptarlo.

5. Cuando estas nervioso/ansioso…

En estas situaciones la mente se nubla y nos cuesta concentrarnos y pensar más allá de esa ansiedad. Una idea en este tipo de situaciones difíciles es echarse agua fría en la cara (esto reduce la tasa cardíaca entre un 10 y un 25%), salir fuera un momento, realizar un par de respiraciones abdominales (diafragmáticas) y repetir alguna frase relajante. Hay que intentar relativizar y enfatizar que somos capaces de enfrentar la situación.

6. Cuando estás estresado/a…

Toma un pequeño descanso, hazte alguna infusión relajante o sin teína, céntrate en el olor de la infusión, el calor de la taza entre las manos e intenta relajarte y desconectar unos minutos. Puedes tomarte la taza en un balcón o mirando por la ventana, disfruta unos minutos del paisaje y luego retoma la actividad. Evita toda bebida con cafeína y estimulantes.

7. Si tienes miedo o te sientes desanimado…

La idea es que hay que energizarse y pensar menos. Intenta hacer algo de ejercicio aeróbico intenso, mueve energía por el cuerpo. Ese sentimiento de vitalidad aumenta la seguridad. Puedes hacer ese ejercicio con música motivadora (del tipo “Eye of the tiger” y similares) e incluso repitiendo frases afirmativas de confianza y decisión: “voy a por ello”, “lo haré genial”, “estoy a tope”, etc… Eso te cargará las pilas para la tarea que tengas que hacer y verás las cosas de otra forma.

8. Cuando te obsesiona una idea…

Al final acabas atascado. Una cosa es pensar en búsqueda de una solución, para encontrarla y aplicarla. Otra cosa es obsesionarnos con cosas que no han pasado todavía, que ocurrieron hace mucho tiempo o que no podemos cambiar. Si no hay nada que hacer de poco sirve pensar en ello. ¡Menos preocuparse y más ocuparse!. Lo ideal es distraernos con otras actividades constructivas o hablar con alguien que sea más objetivo y pueda ayudarnos a darnos cuenta de que igual no es tan importante o que nuestro punto de vista no es el que toca. Otra idea es dedicarle un tiempo (limitado y medido) a preocuparnos y cuando se acabe el tiempo… ¡A otra cosa mariposa!

9. Cuando te sientes confundido o abrumado…

Busca un lugar con vistas al mar, a las montañas, ves al campo e sumérgete en el entorno. Mira a la distancia y practica la respiración lenta y abdominal. Camina observando lo que te rodea, dejando que la naturaleza te inspire, sus olores, sus sonidos, sus colores, etc… El bosque y el mar son lugares muy buenos para pensar.

10. Cuando te encuentras con obstáculos y fallos o errores…

Aunque puede ser muy frustrante cometer fallos en realidad estos son buenos, debemos aprender a cambiar el chip y utilizar los errores como aprendizajes, como situaciones productivas. Utiliza la técnica de hacerte preguntas: ¿Qué puedo aprender de esto?, ¿Qué es lo más importante ahora?, ¿Qué haría si pensara de forma no convencional?, ¿cuál es mi prioridad ahora?, etc…  Debemos hacernos las preguntas que nos guíen a la solución del problema. Debemos además confiar en nuestra capacidad para levantarnos tras una caída y resolver el problema. Otra cosa importante es aceptar que los errores son una parte esencial de la vida y que le ocurren a todo el mundo, sin personalizar.

Podréis haber observado que en todas el truco es crear una interrupción mental positiva, que saque al cerebro de ese estado automático y obcecado, estas pequeñas pausas ofrecen una apertura psicológica y mental que nos permite contemplar mejor las decisiones y vías de acción, siendo más productivos.

Fuente: Psychology Today.

Imagen: Flickr.