Cinco cosas cotidianas que afectan a nuestra sexualidad
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Aunque entendemos la sexualidad como algo positivo, de lo que debemos disfrutar sin tabúes ni miedos, encontramos que ésta no siempre funciona como queremos y puede verse interferida por varias causas.
Son muchos los motivos por los que nuestra sexualidad se puede ver afectada: problemas de salud (diabetes, enfermedades coronarias…), problemas psicológicos (baja autoestima, ansiedad, depresión…), medicación, miedos, prejuicios, una educación sexual represiva o nula, entre otros.
Pero a veces son motivos mucho más comunes que pasamos por alto y no les damos importancia, pero éstos también puede afectar directamente a nuestra sexualidad e incluso, a nuestra relación de pareja.
1. Píldora anticonceptiva hormonal
Aunque bien se sabe que el deseo sexual de la mujer puede verse afectado por múltiples factores, dependiendo de sus variables personales, relacionales y fisiológicas, los métodos anticonceptivos hormonales, como la píldora, también pueden ser una posible causa de ese bajo deseo.
Algunas mujeres pueden sentir un aumento de deseo sexual al desaparecer el miedo a quedarse embarazadas, pero sí es más común encontrarse con mujeres que perciben un descenso de este deseo al tomar la píldora ya que se produce una alteración hormonal que les afecta. Si bien es cierto, el deseo es algo subjetivo y particular de cada mujer y por tanto cada una lo experimenta de forma diferente.
Este tipo de problemas se puede solucionar cambiando la marca de la píldora ya que cada una puede llevar una composición hormonal diferente (consultaremos a nuestro ginecólogo), es incluso trabajando de forma individual nuestro deseo sexual y no dejarlo de lado.
2. Estrés y ritmo de vida
Los horarios interminables, la poca conciliación de la vida laboral y familiar, la escasa dedicación al tiempo de ocio y relax y los temores económicos, hacen que nuestro nivel y calidad de vida esté lejos de lo deseado y aconsejado. Este ritmo de vida hacen que la ansiedad y el estrés se manifieste y cabe tener presente que esto a nivel hormonal también afecta: al aumentar la adrenalina y el cortisol debido al estrés, se produce menos testosterona para activar nuestra sexualidad.
Algunos efectos secundarios que se producen en nuestra sexualidad debido al estrés son:
– En el hombre, los niveles crónicos elevados de adrenalina y cortisol provocan un descenso en la producción de testosterona de los testículos, reduciendo el nivel de deseo sexual.
– En el caso de las mujeres, el estrés crónico está relacionado con alteraciones de la líbido y de la excitación, pudiendo derivar en bajo deseo sexual y en relaciones sexuales dolorosas. El estrés también puede afectar en el ciclo menstrual, pudiendo afectar a problemas de fertilidad debido a la alteración hormonal que se produce.
Dado que vivimos en una sociedad que nos predispone a vivir estresados y que este estrés afecta directamente a nuestra sexualidad, podemos ser conscientes e intentar poner remedio y llevar a cabo algunas pautas como hacer ejercicio de forma habitual, realizar actividades que ayuden a desconectar o incluso aprender técnicas de relajación.
3. Maternidad y Paternidad
Como bien sabemos, el nacimiento de un hijo conlleva un cambio radical en el ritmo y en el estilo de vida de los padres y madres, pasamos de ser una pareja a ser una familia. Todo empieza a girar en torno al bebé, dedicándole mucha energía y mucho tiempo, paradójicamente para disfrutar de la sexualidad también necesitamos tiempo y energía.
Esto hace que, en muchas ocasiones, caigamos en el error de dejar de lado a nuestra pareja para centrarnos completa y absolutamente en nuestro hijo, olvidando que no sólo somos padres, sino que también somos amantes. Por tanto, cuidar a la pareja también debe ser una prioridad a parte de cuidar al nuevo miembro de la familia.
4. Rutina y Monotonía
En la vida sexual de la pareja, tarde o temprano, suele aparecer la rutina y la monotonía. Nuestra vida está llena de rutinas, pero eso no significa que tengamos que tengamos que llevarlo al ámbito sexual, viviendo nuestra sexualidad de una forma mecánica.
Si no le ponemos remedio, la sexualidad se transforma en hábito, el hábito en rutina y la rutina en monotonía, llevando incluso a una pérdida del deseo sexual. Pero no está todo perdido, en nuestra mano está el poder evitarlo y poder vivir nuestra sexualidad en pareja de forma placentera y satisfactoria, independientemente del tiempo que llevemos juntos.
Para ello es importante variar el escenario, no sólo hacerlo en la cama, por la noche y “por que toca”, sino que podemos hacerlo en cualquier lugar de la casa o fuera de ella, a cualquier hora del día y porque realmente nos apetece y nos sentimos excitados. También es importante variar las prácticas, por ejemplo, cambios de posturas, utilizar juguetes, etc. E incluso, tener presente que no siempre sea la misma persona de la pareja la que inicia las relaciones sexuales, sino que sean ambos, ya que a todos nos gusta sentirnos deseados y esto ayuda a mantener el deseo sexual activo.
5. Crisis económica
Desde 2008 nuestro país sufre una gran crisis económica, algo que nos lleva a preocupaciones, miedos y angustia, sumergiéndonos también en una incertidumbre que afecta a nuestras vidas. Como es de esperar, la sexualidad se ve gravemente afectada, ya que esta preocupación persistente e incluso el estrés, conllevan a problemas como el bajo deseo sexual, tanto en hombres como mujeres, problemas de pareja o problemas de disfunción eréctil.
En estas situaciones la preocupación es inevitable, pero esta preocupación es funcional si realmente nos sirve de algo, si esta preocupación no nos ayuda en nada, es aconsejable dedicar nuestra mente también a otras cosas y no dejar la mente en una preocupación constante, ya que puede llevarnos a un desgaste importante.
Aunque no nos apetezca demasiado, el hecho de compartir momentos con nuestra pareja, donde haya contacto afectivo (no necesariamente sexual), hace que nuestra mente se distraiga y esté centrado en esa persona y ese cuerpo, afianzando la intimidad.
Sean cuales sean las causas que afectan directa o indirectamente a nuestra sexualidad, en nuestra mano está el poder combatirlo. Preocuparnos por ello y trabajarlo para que nos afecte lo menos posible, tanto a nosotros como a nuestra pareja, es fundamental para poder disfrutar de unas relaciones sexuales placenteras y satisfactorias.
Fuente: 100 preguntas sobre sexo, Tu sexo es tuyo