Aeropuertos y virus: ¿Temor infundado o real?
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Viajar es todo un privilegio, y más aun si para desplazarnos necesitamos hacer uso de los aeropuertos. En ellos no solo se congrega gente de los diferentes países y regiones, sino que en ocasiones les acompañan unos indeseados invitados que podrían poner en juego nuestra salud: Bacterias y virus.
El mundialmente conocido Massachusetts Institute of Technology (MIT) ha estudiado la relación entre aeropuertos y virus en la extensión de pandemias y ha elaborado una lista con los aeródromos estadounidenses donde el riesgo de contraer enfermedades es mayor.
Reservorios víricos
Los expertos llegaron a la conclusión de que ente todos los aeropuertos, los estadounidenses eran los propensos a la expansión de enfermedades como la gripe, SARS o tuberculosis. Entre los que encabezaban la lista estaban los aeropuertos de Nueva York, Los Ángeles y Honolulu, destacando el JFK (de Nueva York) y el LAX (Los Ángeles).
El criterio que siguieron los investigadores se basaba en un análisis del tráfico, variedad de rutas y conexiones. No nos sorprende que los grandes y transitados aeropuertos que encabezan la lista tengan un riesgo mayor, sin embargo, es curioso como un aeropuerto pequeño como es el de Honolulu pueda pertenecer a este grupo.
La respuesta nos la da Ruben Juanes, uno de los investigadores encargado del estudio:
Está en medio del océano, así que cualquier posible conexión procede de largas rutas que pueden transportar pasajeros infectados muy rápidamente, a través de miles de kilómetros. Y aunque el número de conexiones sea reducido, gran parte de éstas provienen de centros neurálgicos de Asia y Norteamérica.
¿Estamos protegidos?
Si hay algo para lo que los virus estén diseñados es para superar cualquier mecanismo de defensa del hospedador y conseguir llevar a cabo su ciclo vírico. Las vacunas, de las que hablamos hace poco, se diseñan acorde al virus del que nos deben proteger, y consolidando la defensa frente a todas las variantes posibles de dicho virus. Pero el virus no se quedará de brazos cruzados, pues los diferentes mecanismos evolutivos le permitirán a alguna cepa encontrar la forma de superar estas barreras, dando lugar a nuevas variantes que no tardarán mucho en extenderse a los individuos anteriormente resistentes.
Virus como la gripe poseen un genoma fragmentado, lo que aumentará el abanico de posibilidades que tiene que cubrir la vacuna. Si a esto le añadimos los factores geográficos que harán que el virus evolucione de una forma diferente en cada rincón del planeta, y la capacidad de algunos virus para transmitirse vía aérea, obtenemos una peligrosa ecuación en la que debemos controlar cuidadosamente cara parámetro.
Y es aquí donde aparece nuestros protagonistas: los aeropuertos. Estamos permitiendo que personas posiblemente no inmunizadas frente a una cepa puedan entrar en contacto con la misma al provenir de una región distinta, y no solo eso, sino que además le estamos facilitando la extensión a la nueva cepa resultante hacia una nueva región.
Esta investigación nos servirá para entender mejor como se extienden las enfermedades, saber donde tenemos que establecer mejores parámetros de seguridad frente a enfermedades o las medidas que tenemos que tomar para evitar contraer enfermedades de este carácter, como las mascarillas, lavarse las manos con frecuencia, o tocar lo menos posible superficies como pomos de puerta o barras para apoyarse.
Fuente | MIT