Cinco errores sexuales muy habituales
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La sexualidad es muy amplia y variada y cada uno de nosotros la vive y experimenta de forma diferente. Pero nadie dijo que en esto de las relaciones sexuales fuese todo coser y cantar ya que, a parte de los problemas que pueden afectarla directamente, también existen errores sexuales que habitualmente cometemos.
Ya sabemos que errar es de humanos, pero a veces llevamos a cabo errores que nosotros mismos podemos solucionar e incluso evitar, aunque otras veces dejamos pasar el tiempo pensando que es algo inevitable y que no podemos cambiarlo. Esto no significa que debamos ser perfectos ante las relaciones sexuales, sino que el malestar que a veces nos genera esto, podemos trabajarlo y ponerle solución sin que sea un auténtico quebradero de cabeza, para uno mismo y para la pareja.
1. Mantener relaciones sexuales… ¿porque quieres o porque toca?
“Los sábados por la noche toca”, “lo hago para complacerle” hacen referencia al hecho de mantener relaciones sexuales “porque toca”, por obligación. Ante este problema, encontramos un bajo deseo sexual, ya sea en hombres o mujeres, conllevando a un problema de falta de consenso en las relaciones sexuales porque realmente apetece. El deseo es algo inestable, que cambia a lo largo de la vida, que puede verse afectado por muchas causas diferentes, pero esto no significa que tengamos que renegar de él.
La persona que lo hace “porque toca” se encuentra en una fase de bajo deseo, pero forzarse a mantener relaciones sexuales conlleva a anular más aún ese deseo. Esto puede convertirse en una tarea, por tanto el sexo deja de concebirse como algo placentero, entendiéndose como una obligación y, por ende, pudiéndose convertir en una aversión.
La persona que sí tiene deseo y lo hace por placer, se acaba dando cuenta si su pareja lo hace “porque toca”, para complacerle y no lo hace porque realmente le apetece. Esto puede conllevar a que esa persona también vaya perdiendo el deseo, y disminuyan considerablemente las relaciones sexuales. Recordamos que a todos nos gusta sentirnos deseados, haciendo que ese deseo se mantenga vivo si así nos sentimos.
El bajo deseo sexual de uno de los dos miembros de la pareja, es un problema muy común que puede afectar a la relación. Lo importante es saber si ese bajo deseo es algo puntual o si es algo más serio que se ve afectado por causas físicas, psicológicas o por problemas de la relación de pareja. Si es algo duradero, forzarse a mantener relaciones sexuales puede empeorar la situación, por ello es importante hablarlo e intentar buscar una solución.
2. Fingir en las relaciones sexuales
Algunas mujeres fingen sus orgasmos para complacer a su pareja o para dar por finalizada una relación que no les apetece seguir. Algunos hombres fingen que siempre están listos y preparados para practicar sexo o que sólo quieren mantener relaciones sexuales, sin ahondar en complicidad o sentimientos. Ambos pueden fingir que tienen ganas de mantener relaciones sexuales cuando en realidad están cansados, o incluso fingir que la relación ha sido muy placentera cuando no es así.
¿Por qué fingimos? Fingimos por miedo, por temor a no gustar al otro, miedo a parecer raros o no cumplir con las expectativas. También fingimos porque puede sernos útil, es decir, se finge por un “bien mayor”, por ejemplo mantener relaciones sexuales porque la pareja después está más atenta o más cariñosa. En este sentido, a corto plazo, fingir puede tener algunos beneficios, pero a largo plazo puede acabar dañando a uno mismo, a la pareja e incluso a la relación.
Fingir durante mucho tiempo puede cansarnos e incluso nuestra pareja, o la persona con la que habitualmente fingimos, puede causarnos un fuerte desagrado. Esto puede conllevar a que dejemos de desear a esa persona evitando cualquier tipo de contacto sexual, e incluso afectivo. Por ello es importante entender por qué fingimos y qué podemos hacer al respecto, como por ejemplo mejorar la comunicación en pareja pudiendo explicar lo que nos gusta o no nos gusta, dejando los miedos a un lado.
3. El placer de mi pareja importa más que el mío
El altruismo sexual es algo positivo, es decir, preocuparnos porque nuestra pareja disfrute sexualmente es algo bueno y a la vez muy excitante para uno mismo. El error viene cuando nos centramos excesivamente en el placer de nuestra pareja olvidando el nuestro. Lo ideal es encontrar el punto intermedio, donde podamos disfrutar de la relación sexual y vivirla de forma placentera y satisfactoria de forma más o menos equitativa.
Es obvio que si me olvido de mi placer para dárselo todo a mi pareja, tarde o temprano mi sexualidad se verá afectada. Darle placer a mi pareja y preocuparme por ella, es algo totalmente positivo, el problema viene cuando reprimimos nuestros deseos más de la cuenta.
¿Por qué se es excesivamente altruista sexual? Por un lado, búsqueda de aprobación por parte de nuestra pareja sexual, para sentirnos mejor con nosotros mismos, pero no debemos olvidar que a la larga también necesitamos que nuestra pareja detecte nuestras necesidades. A veces también por inexperiencia, tratando de complacer a la otra persona continuamente, tal vez más experimentada, para que no detecte que tenemos menos experiencia. E incluso a veces le damos mucha importancia a nuestra pareja y una forma de expresarlo es hacerle sentir el máximo placer, olvidándonos de nosotros mismos.
Para poder disfrutar de las relaciones sexuales en pareja es tan importante su placer como el mío, por ello es bueno tenerlo presente y disfrutar de un egoísmo sexual positivo, no olvidando la importancia también de la comunicación en la pareja.
4. El problema se solucionará solo
Cuando en algún momento de nuestra vida se presenta un problema, una dificultad o un inconveniente y dejamos que el tiempo vaya pasando sin hacer nada al respecto, se ven repercutidos muchos otros factores. En muchas ocasiones los problemas que surgen afectan de forma directa o indirecta a nuestra sexualidad y repercutiendo, a menudo, a nuestra relación de pareja.
En el caso de los problemas sexuales, por vergüenza, muchas veces se obvian, se esconden y no se habla de ellos, provocando un gran deterioro en la comunicación de la pareja y por ende, en la relación. Normalmente, los hombres con algún tipo de disfunción sexual tarda una media de 5 años en acudir a buscar ayuda a un profesional y las mujeres una media de 3 años. Contando que la gran mayoría de personas que padecen algún problema sexual, nunca busca ayuda y, en un alto porcentaje de los casos, las relaciones de pareja terminan o se ven gravemente afectadas.
Esto no significa que las relaciones sexuales en una pareja sean imprescindibles y si éstas no existen, la relación finaliza. Suele ser un deterioro de la relación, que conlleva un cierto tiempo debido a que la calidad de las relaciones afectivas y sexuales se deteriora porque éste depende del buen clima de la relación de pareja, y a la inversa, es decir, una necesita de la otra para funcionar. La comunicación, la pasión, las muestras afectivas, la intimidad, entre muchos otros factores, se ven afectados, y si no intentamos solucionarlo, por sí solo es muy difícil que vuelva a funcionar.
5. Hacer comparaciones
El ser humano tiende a compararse por naturaleza con sus semejantes en muchos ámbitos de la vida, y en la sexualidad no iba a ser menos. Nos comparamos para sentirnos identificados dentro de un grupo, y para saber si estamos mejor, peor o igual que el resto, haciendo que esto afecte directamente, positiva o negativamente, a nuestra autoestima.
En el caso de los hombres, su comparación se basa en medir mentalmente el nivel de competencia como amante, buscan saber si están dentro del grupo de “los mejores” o de “los peores”. En esta comparación se tiene en cuenta el tamaño del pene, la capacidad amatoria, la destreza sexual, entre otros, todo ello pudiendo tener repercusión en inseguridades, miedos y algún problema sexual. En este caso las mujeres las comparaciones tienden a ser menores pero también existen.
Debido al aumento de relaciones sexuales de hombres y mujeres, aumentan también la oportunidades de comparación entre parejas sexuales. Es importante saber que si mientras mantenemos relaciones sexuales estamos pensando “¿qué pensará de mí?” o “¿le gustará cómo lo hago?”, puede llevarnos a bloqueos, a dificultades en las relaciones sexuales y a que éstas sean poco placenteras o no satisfactorias.
Por eso es importante que a nivel sexual no nos comparemos con nadie, sino que entendamos que somos únicos y que cada persona expresa y vive su sexualidad de una forma diferente, y no significa que sea mejor o peor.
Fuente: 100 preguntas sobre sexo, Tu sexo es tuyo