La amenaza silenciosa del Sol: las tormentas solares
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La frenética actividad del Sol parece sacado de una película de ciencia ficción. Aquéllos que observen el Sol con los medios adecuados seguramente sabrán de lo que estoy hablando. En su superficie se pueden contemplar una serie de manchas que suelen ser más grandes que el tamaño de nuestro planeta. Estas manchas solares se producen como consecuencia del intenso campo magnético del Sol y pueden ser capaces de liberar una gran cantidad de energía.
El fenómeno más temido del Sol es, sin lugar a dudas, la eyección de masa coronal, que es como una nube de radiación que se va expandiendo a medida que se aleja del Sol. Esta nube puede ir dirigida hacia la Tierra y causar verdaderos problemas como ahora después comentaremos.
Las consecuencias que se producen en nuestro planeta debido a la actividad del Sol se agrupan bajo el nombre de tormenta solar. Entre sus efectos, destacan los bloqueos de radio que, si tienen la suficiente intensidad, pueden poner en serio riesgo la comunicación con marineros y aviadores durante varias horas, además de los numerosos errores que habría en el sistema GPS; en definitiva, un auténtico caos.
Obviamente, este panorama se agrava en las misiones militares donde es de crucial importancia mantener operativas las comunicaciones. Por ello, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos vigila la actividad solar a diario para conocer con antelación si algún suceso de los mencionados anteriormente va a tener lugar.
No todo son nefastas consecuencias, pues las tormentas solares también nos regalan bellas auroras boreales, aunque tras esa belleza se oculta un lado siniestro.
La tormenta solar de 1859
En el año 1859, se produjo la mayor tormenta solar que se ha registrado hasta la fecha. Las observaciones correspondientes son realmente espeluznantes y nos revelan la devastadora fuerza del Sol. Se pudieron contemplar auroras boreales por todo el planeta, incluso a nivel del Caribe. De hecho, las auroras boreales fueron tan intensas que se podía leer perfectamente el periódico por la noche.
Asimismo, se bloquearon las comunicaciones por telégrafo, el principal sistema de comunicación de aquella época. Los expertos no dudan en afirmar que si esa tormenta ocurriera hoy en día, podría suponer el colapso de nuestra civilización ya que dependemos enormemente de los sistemas electrónicos.
Hace unos pocos años nos libramos por muy poco de una tormenta solar de una magnitud similar. En julio de 2012, se produjo una intensa eyección de masa coronal que casi alcanzó a la Tierra. Un estudio publicado en 2013 concluyó que si hubiera impactado contra la Tierra, habría ocasionado graves daños a los sistemas electrónicos a una escala global, estimando las pérdidas en 2,6 billones de dólares y un tiempo de recuperación entre cuatro y diez años.
El Sol nos proporciona la energía necesaria para que la vida pueda existir en el planeta, pero en ocasiones esa amistad se torna en enemistad en cuestión de poco tiempo.