Hackeando bacterias intestinales para tratar enfermedades
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Las bacterias intestinales tienen muchísimo potencial en el ámbito de la medicina. Al principio podía sonarnos incluso de mal gusto (hablamos de microorganismos, concretamente microorganismos que se encuentran en nuestras heces…), pero lejos de esa primera mala impresión de muchos, las bacterias intestinales han demostrado un gran poder contra las enfermedades autoinmunes, las enfermedades cerebrales, o incluso una relación con la obesidad.
Ahora, un reciente estudio a cargo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) afirma que es posible no solo usar las bacterias intestinales en nuestro favor, sino también “hackearlas” y modificarlas a nuestro gusto para tratar diferentes enfermedades. Y lo mejor es que es mucho más fácil de lo que pensábamos en un principio.
Hackeando bacterias intestinales a voluntad
Como ya sabéis, por cada célula humana que hay en nuestro cuerpo, hay otras 9 que son bacterias (el 90% de nuestro organismo para ser exactos). Dichas bacterias son inofensivas en su mayoría, y otras están más o menos controladas gracias a nuestro sistema inmune. Ya sabíamos por estudios anteriores que es posible modificar algunas bacterias genéticamente, como la conocidísima E. coli. Sin embargo, esta misma bacteria tiene el problema de no encontrarse en cantidades muy elevadas en el intestino (representando tan solo el 0,1% de las bacterias intestinales).
Esta vez, en un estudio publicado recientemente en Cell Systems, los investigadores se centraron en un tipo de bacteria intestinal llamado Bacteroides (el cual representa el 12% de los microorganismos intestinales), cuya función en el intestino humano es romper almidones procedentes de la dieta. Su elevada cantidad en el intestino sugiere que interacciona de forma estable con las células humanas y otros tipos de microorganismos intestinales, por lo que su modificación genética también debería mantener esta estabilidad.
Partiendo de esa base, se escogió la especie thetaiotaomicron Bacteroides, presente en el 46% de los individuos, y se modificó genéticamente con el fin de usarla como tratamiento. En los experimentos, los científicos introdujeron estas bacterias modificadas genéticamente en ratones, descubriendo que podían controlar la actividad genética de dichos microorganismos a demanda. Por ejemplo, podían hacer que los microorganismos secretaran una proteína que brillase como una luciernaga al expulsarse en las heces.
Los investigadores del MIT creen que este diseño genético a demanda de las bacterias intestinales podría servir para identificar y matar otros microorganismos peligrosos, crear medicamentos para tratar o prevenir enfermedades como el síndrome del intestino irritable, o modificar alimentos que pueden ser difíciles de digerir.
Así lo comenta Christopher Voigt, ingeniero biológico del MIT:
“Fue notable cómo muchas de las herramientas genéticas, como sensores y circuitos, desarrollados para ser usados en E. coli también parecen funcionar en Bacteroides. Hemos sido capaces de controlar bacterias modificadas que residían en el intestino de ratones para darles de comer diferentes alimentos y productos químicos. Esto podría ser una poderosa plataforma para futuros tratamientos en humanos”
Vía | Live Science.
Fuente | Cell Systems.