La importancia de los sentidos en el sexo
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Durante los encuentros eróticos no podemos dejar de lado algo tan importante como los sentidos. A veces llevamos a cabo las relaciones sexuales de forma automática, sin pararnos a oler, tocar, escuchar, mirar o saborear a nuestra pareja y lo que está pasando alrededor.
Un olor, una palabra, una canción, un sabor, un objeto…puede condicionar nuestra relación sexual, ya que puede resultarnos muy excitante o, por el contrario, un poco desagradable. Así como evocarnos recuerdos de esos encuentros, generándonos excitación al instante.
El olfato
Los aromas juegan un papel fundamental tanto en la excitación sexual del hombre como de la mujer. El psiquiatra y neurólogo Alan Hirsch, descubrió que existe una fuerte relación entre el olor y la estimulación sexual, llegando incluso a la conclusión de que el 25% de las personas que han perdido el sentido del olfato, también pierden una parte de su función sexual.
El olfato es el más rápido de nuestros sentidos, tarda medio segundo en recordar y reconocer los aromas que tenemos en nuestra memoria almacenados, algunos de los cuales nos generan excitación sexual. Para generar un clima erótico, el aroma es una parte fundamental, ya sea utilizando inciensos, aceites o sin ir más lejos, el mismo olor corporal de nuestra pareja, el perfume que lleve, el olor de sus genitales e incluso el olor después del encuentro erótico. Es decir, las feronomas juegan un papel muy importante en nuestro olfato, haciendo que nos sentamos más o menos atraídos por una persona.
El oído
El sexo y la música también están altamente relacionados. El psicólogo musical Daniel Müllensiefen, de la Universidad de Londres, revisó las listas de seducción de Spotify y realizó una encuesta donde llegó a la conclusión que al menos el 40% de los participantes cree que el sonido es capaz de excitarlos más que el contacto con sus parejas. No es sorprendente que la música sea un estímulo excitante para muchas personas, ya que científicamente sabemos que puede activar los mismos centros de placer en el cerebro que también responden a recompensas como la comida, las drogas e incluso el sexo.
La misma investigación reveló que la canción de la película Dirty Dancing es la mejor opción para disfrutar de los encuentros sexuales. Esto es debido a que este tipo de música se relaciona con el romance, llegando a ser un referente cultural. Otras canciones elegidas son Let’s get it on de Marvin Gaye, Unchained Melody de la película Ghost, Je t’aime de Serge Gainsbourg , My heart will go on de Titanic, Sex Bomb de Tom Jones e incluso la banda sonora de Star Wars o Chawkovsky.
En gustos musicales no hay nada escrito, con lo cual cada persona o pareja encuentra la canción, la melodía, que más le excita y le resulta agradable durante sus encuentros sexuales. Aunque tampoco podemos dejar pasar las palabras sensuales que nos dice nuestra pareja, éstas también potencian nuestra excitación y nuestro deseo sexual. Os dejo aquí una canción que, aunque no está incluida en ninguna investigación, me parece muy erótica y excitante: Streigth to number one.
El gusto
Cuando pensamos en comida enseguida lo relacionamos con los afrodisíacos. Existe una lista de alimentos considerados potenciadores de nuestro deseo y apetito sexual, sin embargo, los afrodisíacos pueden ser realmente cualquier alimento que nos guste ya que afectan muchos factores a que éste sea así: la compañía de la pareja, el entorno donde nos encontremos, el lugar y la hora donde nos encontremos. Estos elementos tienen un significado para nuestro cerebro, por ejemplo, no es lo mismo tomarte una copa de fresas con nata en una comida de trabajo, que hacerlo con tu pareja en un jacuzzi acompañado de una copa de cava, asignándole una connotación sexual a las fresas.
Aunque también es cierto que muchos alimentos activan partes de nuestro cerebro, como por ejemplo el chocolate que contiene una sustancia llamada feniletilamina que puede activar la serotinina, es decir, pone en marcha nuestros centros de recompensa haciendo que la persona se sienta mejor, por ello es considerado un antidepresivo natural. Otro ejemplo a tomar son las ostras que activan unos neurotransmisores de nuestro cerebro favoreciendo la formación de las hormonas sexuales.
La imaginación que pongamos en nuestros encuentros eróticos al utilizar comida, activará nuestro deseo sexual y nuestra excitación tanto como queramos, sea con ostras o chocolate como con un plato de lentejas. Aunque en este sentido, tampoco debemos dejar de lado los besos, y el placer que su sabor nos proporciona. Basta recordar la escena mítica de la película nueve semanas y media.
El tacto
El tacto es la parte fundamental de la sexualidad humana compartida, son muchas las experiencias eróticas que pueden proporcionarnos el contacto de las yemas de los dedos con la piel. Las caricias pueden mejorar la intimidad y la excitación sexual con la otra persona. Podemos ir desde las caricias más suaves, pasando por los masajes eróticos o utilizando objetos como plumas o masajeadores.
Nuestro cuerpo está compuesto por cerca de 2 metros cuadrados de piel, por tanto, es un mundo a explorar y sentir. Aunque algunas zonas de nuestro cuerpo son consideradas como erógenas, es mucho más amplio que eso, por tanto, podemos experimentar un placer muy intenso en todas las partes y cualquier parte de nuestro cuerpo.
La vista
Los estudios referentes a la excitación visual explican que los hombres reciben estimulación sexual principalmente por la vista, no tanto como las mujeres, que lo hacen mayormente a nivel auditivo. Habitualmente los hombres pueden tener una erección en pocos segundos al ver a su pareja desnuda, visualizar una película erótica o cualquier estímulo que le resulte sexualmente erótico. Las mujeres también pueden excitarse sólo con la vista, pero en éstas juegan principalmente los sonidos, aunque en cuestión de sentidos no podemos obviar ninguno de ellos en nuestros encuentros eróticos, todos son importantes.
Puede ser mi excitante visualizar una película erótica, ver a nuestra pareja desnuda, utilizar vestimenta erótica, potenciar una parte de nuestro cuerpo, porque la vista al fin y al cabo es el primer sentido que utilizamos.